“El presidente Duque está en función de los intereses de su partido”: Sergio Fajardo

El líder de Compromiso Ciudadano insiste en que Colombia atraviesa un desajuste institucional por culpa del presidente Iván Duque, quien, con decisiones como objetar la estatutaria de la JEP, generó más división. Dice que el voto en blanco fue una decisión correcta y ratifica que será candidato presidencial en 2022.

Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil
02 de junio de 2019 - 02:00 a. m.
Para Fajardo, el presidente Duque debe aprovechar esta nueva oportunidad para “construir la reconciliación”. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Para Fajardo, el presidente Duque debe aprovechar esta nueva oportunidad para “construir la reconciliación”. / Mauricio Alvarado - El Espectador

En una carta reciente, habla de una “severa crisis institucional”. ¿Por qué cree que el país está en esa situación?

Es evidente que en la justicia, en lo que tiene que ver con la Fiscalía, la JEP y las cortes, hay un proceso de desajuste, de incertidumbre, de condiciones que generan desconfianza. No existe claridad respecto a qué está pasando y cuál es la ruta a seguir. Lo sucedido con la decisión de la JEP sobre Jesús Santrich, la renuncia del fiscal general, la presentación de nuevas pruebas, asociados con el caso del exfiscal anticorrupción Gustavo Moreno o el llamado cartel de la toga, generan desconcierto y desconfianza a gran parte del país. Todos esos elementos, acompañados de las objeciones a la JEP que presentó el presidente Duque, demuestran que no hay claridad en el manejo de asuntos centrales para la institucionalidad.

Decía usted que “Santrich” no se puede convertir en el punto de la polarización en el país...

La discusión más profunda tiene que ver con el Acuerdo de Paz. Hay que encontrarle una ruta y llevarlo a feliz término para pasar esa página, y eso no ha ocurrido. El Gobierno, en cabeza del presidente, manifestó unas objeciones que empañaron la posibilidad de avanzar con la paz y Santrich, entonces, se ha convertido en figura nacional, en el punto de la discordia. Tenemos que pasar esa página para que Santrich no sea un capítulo especial en la historia de Colombia. Esa es una circunstancia peligrosa e innecesaria. Cuando se posesionó, el presidente Duque dijo que su proyecto era crear un gran pacto y unir a Colombia, pero en el manejo de todo lo relacionado con el Acuerdo de Paz y la JEP no lo está haciendo. Creo que está en función de los intereses de su partido, y eso es totalmente opuesto a lo que significa unir a un país.

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El caso “Santrich” termina por ser el último eslabón en una cadena que sería la crisis institucional que usted menciona. ¿Las objeciones a la estatutaria de la JEP fueron la chispa que llevó a la situación actual?

No tengo la menor duda de que esas objeciones pusieron en entredicho el Acuerdo de Paz y despertaron todos los demonios posibles. Estamos en un contexto en el que hay asesinatos de líderes sociales y desmovilizados, a eso se suma lo revelado por The New York Times, todo eso es una nube negra sobre el avance en el proceso. El Plan de Desarrollo tuvo un trámite que no es correcto, sin discusión y con una cantidad de “micos”. Todo eso, en una sociedad como la colombiana, se convierte en malestar, polarización y agresividad de lado y lado. Sin un rumbo claro, cualquier cosa que se haga deteriora las condiciones del país. De hecho, el gerente del Banco de la República señalaba que lo que más le preocupaba con respecto a la economía no era ni la devaluación del dólar ni las tasas de interés, sino la polarización política. El arzobispo de Cali, Darío Monsalve, usa una expresión profunda: la polarización, en un país con todas las heridas que tiene Colombia es un camino muy peligroso.

 “Timochenko” ha dicho que le preocupa mucho cómo entiende la base de excombatientes lo que está sucediendo y teme que algunos abandonen el proceso... 

De nuevo, la palabra es incertidumbre. Entonces, personas que se desmovilizaron, que deberían estar avanzando en la implementación, ven una discusión en el orden nacional, que, además, se ve reflejada en la estructura del partido FARC, y tienen elementos peligrosos en donde pueden tomar decisiones guiados por otros líderes. Ese no es un ambiente sano que permita la construcción.

¿Por qué cree que exista la sensación de poca claridad frente a lo de “Santrich”? La JEP pidió unas pruebas, no se le entregaron y, cuando ordena su libertad, salen unas pruebas nuevas...

La lectura es desinstitucionalización. Porque la JEP es una institución del Estado, que es nueva y surgió del Acuerdo de Paz. La Fiscalía, por supuesto, tiene un papel preponderante en lo que ocurre en el país. El no estar articuladas de forma que cada cual entienda sus espacios y qué información debe manejar, cada una hace que ocurran estas situaciones. Hoy, con cada acción, la sociedad se pregunta qué pasa, cuáles son los intereses y qué es lo que quiere cada quien. Es lo que menos necesitamos.

¿Usted confía en la razón que dio Néstor Humberto Martínez para renunciar?

No puedo dar una razón sobre eso, pero sí es extraño que haya renunciado en esas circunstancias y ver cómo, al tiempo, el fiscal encargado saca unas pruebas nuevas para el caso de Santrich y adelantar el proceso. Eso lo pudo hacer el mismo Martínez. Es muy dañino para el país que un fiscal esté saliendo de esa forma. Así quedan muchas preguntas y todo el mundo tiene una hipótesis: que por Odebrecht, que por las inhabilidades.

El miércoles hubo dos decisiones importantes: la Corte Suprema de Justicia ordenó la libertad de “Santrich” y la Corte Constitucional sepultó definitivamente las objeciones, ¿cuál es su lectura?

El fallo de la Corte Constitucional estaba cantado y era lo mínimo que se esperaba si había algún tipo de coherencia en el comportamiento de ese tribunal. Eso demuestra que todos los tierreros que se armaron eran innecesarios. Con un poco de sabiduría mínima se podía entender lo que estaba ocurriendo. Y, en cuanto a lo de Santrich, es un nuevo capítulo de una historia que parece no tener fin, que se encadena de forma tal que termina generando resentimientos, confrontaciones y desconfianza. 

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¿Qué mensaje le deberían enviar al presidente Duque esas dos decisiones?

Lo puse en un tuit el miércoles: esta es otra oportunidad, en medio de tanto caos, para que salte a construir la reconciliación. 

Por cierto, Duque niega que haya crisis institucional, pero se conoció que estuvo sobre la mesa la posibilidad de declarar la conmoción interior, ¿esa es una alternativa viable?

Sería fatal, al igual que convocar a una constituyente. Cuando empiezan a tomar fuerza ese tipo de rumores, cuando personas cercanas al presidente las discuten, le quita poder al primer mandatario, le restan autoridad y debilitan su mandato.

¿Cree que el presidente Duque está mal rodeado o, al menos, mal asesorado?

Él escoge a las personas. Él es el presidente y uno de los puntos fundamentales para quien lidera es seleccionar quién está a su lado. Sin embargo, lo que ocurre no es sano para él, ni mucho menos para el país.

“The New York Times” reveló una información preocupante, ¿cuál es su posición frente a la directriz que se había impartido dentro del Ejército para “duplicar resultados en operaciones”?

Son preocupaciones naturales. Ya hemos visto la discusión sobre que aquí ya se conocía esa información que presentó The New York Times. Es preocupante cualquier inquietud con respecto a repetir un capítulo nefasto en la historia de Colombia, como lo fueron los falsos positivos. Colombia tiene que tener mucho cuidado, están asesinando a líderes sociales, a desmovilizados. Ante cualquier acción que pueda suscitar la posibilidad de regresar a los falsos positivos se tiene que actuar con la mayor rapidez.

Hay mucha agresión. ¿Cómo ve en ese escenario su forma de hacer política?

Creo que lo que represento a través de Compromiso Ciudadano —la reconciliación, la ruptura con la polarización— tiene un espacio gigantesco. Cuanta más agresión haya, mientras Uribe le diga sicario a Petro y Petro le responda, más gente entiende la naturaleza de nuestra propuesta.

Usted ha tratado de que no lo ubiquen ni como uribista ni como antiuribista, pero el debate en redes, a raíz de sus posturas, de lo que salió de Wikileaks —que no era nada nuevo— lo ubicó cerca del uribismo. ¿Le preocupa?

No, porque no es cierto, y si algo he demostrado es ser coherente y consistente. Si usted revisa lo que salió en Wikileaks, es exactamente lo mismo que he dicho en público y en privado. He mantenido un camino coherente, y eso es muy difícil de encontrar en la política colombiana. Nosotros no recibimos de nadie una riqueza electoral y, lo que tenemos, lo hemos construido a pulso, en las calles, repartiendo volantes.

A nueve meses de gobierno Duque, ¿se mantiene en que la decisión correcta fue el voto en blanco en segunda vuelta?

Sí, y lo expliqué. Eso no fue un acto volátil, de premura o malestar, fue una decisión razonada, la escribí, di los detalles por los que la tomé y dije que era una decisión individual. No salí a hacer campaña para que votaran en blanco o por una u otra persona. Fui respetuoso, serio, coherente y consistente, que es la fórmula de la confianza. Creo que fue una decisión correcta y, si estuviera en esas mismas circunstancias, igualmente la volvería a tomar. Y quiero añadir que no tengo la menor duda de que nuestro reto es construir la paz, estamos con el Acuerdo, es un gran avance para Colombia y tenemos que pasar esa página, y esa paz nunca se va a construir desde el insulto sino con empatía, respeto, reconocimiento y con la capacidad de sentarse y escuchar a quien es diferente.

Tras las presidenciales de 2018, dijo que hasta ahí iba su participación electoral, pero ahora quiere volverlo a intentar en 2022. ¿Al fin qué?

Me da pena cuando digo una cosa y me puedo contradecir. Mi ilusión en la vida ha sido, después de este tránsito por la política, regresar a mi hogar, que es la universidad y el mundo de la educación. Soy un profesor. Ahora, después de todo lo que pasó, con las emociones y las circunstancias electorales, hice una reflexión profunda: con tantas personas que han trabajado con nosotros, con tantos que votaron por mí como candidato de la Coalición Colombia, tengo una responsabilidad. Entonces, no puede ser que yo, después de ese trabajo y tantas personas, simplemente diga: “Hasta aquí llego”. Asumo esa responsabilidad con todo el rigor y el cuidado. Es contradictorio con lo que dije inicialmente, pero esa fue la reflexión. Mi convicción profunda es que lo que nosotros representamos es lo que necesita Colombia.

Compromiso Ciudadano frente a las elecciones regionales de octubre

¿Cómo está su movimiento, Compromiso Ciudadano, de cara a las elecciones regionales de octubre?

Estamos trabajando desde agosto del año pasado en la consolidación. Hemos venido avanzando en la escuela de formación política. Nuestra obligación es acompañar a muchas personas que han venido trabajando con nosotros y fortalecer sus aspiraciones políticas, con la convicción de que necesitamos que muchas se atrevan a participar en política. Estamos ayudando a formalizar los programas, compartiendo nuestra experiencia. Estamos en contravía de la polarización, la agresión, el insulto y la confrontación permanente. Hacemos una política distinta: le apostamos a la reconciliación, al respeto, a la seriedad y a la capacidad de construir.

¿En cuántas ciudades habrá candidatos propios?

No tengo esa cuenta. Hay muchas personas de Compromiso Ciudadano que están trabajando con la Alianza Verde; hay otros lugares en donde estamos haciendo recolección de firmas. Estuve en Cali para trabajar con Alejandro Éder, con Camilo Cuadros en Buga, con Óscar Escobar en Palmira. Este fin de semana estamos en Cundinamarca con Germán Escobar, e iremos a Soacha, Fusagasugá, Chía, Tocancipá y Zipaquirá. Esa es la tarea.

ggomezp@elespectador.com

Por Germán Gómez Polo - Twitter: @TresEnMil

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