Así logró Paloma Valencia tener el guiño del Centro Democrático para aterrizar en el tarjetón

Paloma Valencia será quien lleve las banderas del Centro Democrático en las próximas elecciones, convirtiéndose, de paso, en la primera mujer a la que el partido de oposición da el aval para las presidenciales. La decisión reorganiza el tablero de la derecha, pues una de las colectividades más fuertes de ese sector ya cuenta con una vocera para mantener los diálogos hacia la unidad de cara a 2026.

A las 5:00 p. m., el partido convocó a su militancia en el Congreso, en un salón al que Valencia llegó acompañada de su familia y varios de sus seguidores. Desde el principio, saludó a todos los presentes y gritos de “Paloma” hicieron eco en el recinto, incluso antes de que el anuncio fuera oficial. Allí estuvieron presentes varios integrantes de la bancada, junto con las senadoras y precandidatas María Fernanda Cabal —quien llegó cerca de las 6:00 p. m. al evento— y Paola Holguín.

Después de dos intentos por buscar el aval, la senadora hará parte del ramillete de candidatos presidenciales que buscan llegar a la Casa de Nariño. La primera vez fue en 2018, cuando el partido se decantó por darle el guiño a Iván Duque, quien en esas mismas elecciones ascendió al poder. Y si bien ha estado en el partido desde su fundación, pues llegó al Senado en 2014, faltaron más de 10 años de militancia para que recibiera el visto bueno.

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La decisión se conocía desde la mañana. A las 8:00 a. m., se encontraron las tres precandidatas con el director del partido, Gabriel Vallejo. Desde ese momento, sellado con una foto que fue publicada para esa misma hora, supieron el resultado de las encuestas.

Desde ese momento hubo, además, una conversación constante con el expresidente´Álvaro Uribe, quien dio sus palabras desde Medellín. El tono de su discurso también fue acordado: todo iría hacia sus propuestas de cara a las elecciones y no se nombraría directamente, al menos en esta intervención, al actual mandatario, Gustavo Petro.

Todo se manejó con hermetismo y de por medio hubo, según supo El Espectador, un pacto de silencio. Los resultados vinieron de dos encuestas. La primera, de la militancia, hecha por la firma chilena Panel Ciudadano, encuestó a cerca de 5.000 militantes activos del Centro Democrático, incluyendo a ediles, concejales, diputados, representantes a la Cámara y senadores. De allí, hubo 2.250 votos válidos. La segunda, hecha por la firma chilena CADEM, hizo 2.109 entrevistas, distribuidas por regiones en todo el país.

En ambas, según conoció este diario, Valencia obtuvo un respaldo contundente. La decisión final estuvo en manos del expresidente Uribe, quien supervisó desde Medellín todo lo que sucedió este lunes y que desde el domingo, en el último foro de precandidatas del partido, señaló que con la candidata “estarán buscando una gran unidad”.

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Con esa orden, todas tres entran de lleno a la campaña: Cabal y Holguín estarán acompañando en todo momento a la seleccionada en el puesto de jefas de debate, como fue acordado en una reunión del pasado martes en el que las tres estuvieron de acuerdo en que solo una de ellas llevaría las banderas del partido —el partido había planteado la posibilidad de que fuera más de una— y, en esa línea, respaldarían plenamente a la victoriosa.

Eso significa, en pocas palabras, que ni Cabal ni Holguín harán parte de la lista al Senado y el Centro Democrático perderá a tres figuras que se han erigido como las caras del partido en el Congreso. Todo con miras a que, en caso de quedar elegida Valencia, las dos restantes puedan aspirar a un cargo de ministra o de gobernadora.

Por esa misma razón es que los cinco primeros puestos de esa lista —de la que Uribe es el puesto 25— tienen a personas que son nuevas en el Senado: los representantes Andrés Forero (#1) y Hernán Cadavid (#4), junto con el exviceministro Rafael Nieto (#2), la diputada del Cesar Claudia Margarita Zuleta (#3) y la abogada Julia Correa Nuttin (#5). Dos figuras que llegaron al Congreso como fórmulas de Cabal y Holguín también darán el salto: los representantes Christian Garcés (#7) y Juan Espinal (#14).

Su discurso estuvo marcado por sus agradecimientos no solo al expresidente Uribe —afirmó que era su soldada “más leal”—, también hacia el senador y precandidato asesinado, Miguel Uribe Turbay, y su padre, Miguel Uribe Londoño, expulsado de la contienda del partido: “Aquí los queremos”, dijo. Pero el llamado hacia sus compañeras de contienda fue clave. Aseguró que su campaña tenía tres nombres y a ambas reconoció su talante.

“Quiero decirle a María Fernanda, mi leona y mi guerrera, no hay ningún otro animal más poderoso que tú en ninguna selva. Quiero decirle a María Fernanda que reconozco su entrega, su capacidad, y que este partido no sería lo que es sin su voz, sin su firmeza, sin su carácter. María Fernanda es un orgullo para Colombia, para el Centro Democrático, y eres parte integral de mi corazón y de mi campaña”, afirmó.

Eso sí, a la salida del evento, la senadora dijo que respaldaría a Valencia, pero pediría todas las actas de las encuestas: “Tenemos tanta gente con tantas expectativas que lo mínimo que queremos es que haya fracturas. Queremos seguir unidas, las tres, en pos de este país”.

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Valencia ha sido vista como una de las figuras menos radicales de la colectividad. Su trabajo ha pasado, además, por las demandas que interpuso ante la Corte Constitucional por el Ministerio de Igualdad —cuya ley de creación terminó tumbada por un fallo del mismo tribunal— y la reforma pensional, hoy en evaluaciones internas y en vilo.

Ahora, ya hay al menos una candidata fija para lo que venga en los próximos meses. Aunque el mismo Uribe había propuesto la posibilidad de una consulta de del sector que va “desde Abelardo [de la Espriella] hasta [Sergio] Fajardo”, eso está en veremos desde que ambas figuras dieron una negativa a participar. Una puerta que se abrió fue la de otra encuesta calificada que pudiera realizar el proceso. De ello han hablado los dos precandidatos y el mismo expresidente ya dio su guiño a la posibilidad de seleccionar otro mecanismo ante las diferencias internas y la falta de acuerdos concretos en esa orilla política.

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