Protestar ante la ONU por los deseos expansionistas de Nicaragua en el mar Caribe era la primera gran tarea que tenía el presidente Juan Manuel Santos en Nueva York, y ayer la formalizó con la entrega de una carta al secretario general del organismo, Ban Ki-moon. En adelante, la apuesta del mandatario está centrada en encontrar un camino de respaldo, sin obstáculos jurídicos, para los eventuales procesos de paz con las guerrillas.
Por lo pronto, las energías del jefe de Estado y de su comitiva están enfocadas en la intervención que tendrá hoy, a las 11:30 a.m., en la 68ª Asamblea General de Naciones Unidas, donde reiterará que la justicia no puede ser un obstáculo para la paz.
Mientras se resuelven los últimos detalles de ese discurso, se conoció que la misiva contra Nicaragua, cuyo contenido no se ha hecho público, también fue firmada por los presidentes de Panamá, Ricardo Martinelli, y Costa Rica, Laura Chinchilla. Y aunque estaba previsto que Jamaica se uniera a esta petición, finalmente no fue así porque ya entregó por su cuenta una objeción a la Comisión de Límites de la Convención del Mar de la ONU. Santos asistió al encuentro con Ban Ki-moon acompañado de los mosqueteros de la Unidad Nacional: Simón Gaviria, jefe liberal; Ómar Yepes, presidente conservador; Alfonso Prada, vocero de los verdes; Jaime Buenahora y Aurelio Iragorri, de la U.
Asimismo, y con la consigna de no revelar detalles, Santos se reunió ayer con el presidente de Uruguay, José Mujica, el aliado incondicional con que ahora cuenta el proceso de paz entre el Gobierno y las guerrillas. Una fuente cercana al gobierno charrúa aseguró que es un hecho que la sede de los diálogos con el Eln será Montevideo y que muestra de ese compromiso es que el presidente Mujica es el único que maneja la agenda de paz. Esta mesa, según Santos, “tiene avances notorios y fechas tentativas para sentarse a negociar”, aunque todavía sea incierta la fecha de este anuncio. Además se reunió con el presidente de Paraguay, Horacio Cartes, con quien también habló de garantías y apoyos de paz.
Otro contacto clave que hará Santos hoy en esa dirección será con el primer ministro saliente de Noruega, Jens Stoltenberg, país garante del proceso de paz con las Farc y donde se inició oficialmente este diálogo. Sin duda su participación podría ser vital para definir el camino de paz con el Eln.
El resto de la atención de Santos está centrada en su alocución en la plenaria de la 68ª Asamblea General de las Naciones Unidas y en la reunión que sostendrá con una de las más férreas críticas del Marco Jurídico para la Paz aprobado por la Corte Constitucional, la fiscal general de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, para quien la suspensión total de las penas iría contra el Estatuto de Roma y la estrategia de juzgar únicamente a los mayores responsables de crímenes graves generaría impunidad.
Por esa razón, Santos buscará que la comunidad internacional entienda que Colombia necesita soberanía jurídica para poner fin a 50 años de guerra, sin que ello termine con procesos en la Corte Penal Internacional (CPI). Un tema con enfoque político más que jurídico, ya que, de acuerdo con una fuente oficial, pedirle a la Asamblea General de la ONU que comparta la posición de Colombia en el sentido de lograr un margen amplio de soberanía jurídica para llegar a un acuerdo de paz con las guerrillas es pedirles a las naciones que sienten una posición.
El asunto no es menor porque podría reflejarse en el futuro jurídico del país y sus gobernantes, pues si las naciones apoyan a Colombia es improbable que alguna refiera un caso en su contra en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas en el futuro, la dependencia política más importante de la ONU que puede pedir la investigación de casos de impunidad en la Corte Penal Internacional. Por lo pronto, la única certeza es que Santos realiza hoy una de las hazañas diplomáticas más trascendentales de su mandato y, de llegar a buen puerto los procesos de paz con las guerrillas, de la historia reciente del país.