Se equivocaron malamente quienes vaticinaron un Partido Conservador agonizante después de estos comicios. Con más del 97% de votos escrutados, con 18 escaños en el Senado, los azules se convirtieron en la tercera fuerza política de la Cámara alta, sólo superada por la U y el Centro Democrático. Justamente el partido fundado por el hoy presidente Juan Manuel Santos y aquel sobre el que cabalga políticamente el expresidente Álvaro Uribe, buscará asegurar alianzas —o restaurarlas— para garantizar unas mayorías que podrían definir el derrotero de la paz en el Legislativo o el escenario tantas veces reivindicado por el uribismo del sometimiento por la vía militar de los grupos ilegales.
Aunque hace cuatro años las toldas azules pusieron 22 senadores, las encuestas más optimistas en esta ocasión les otorgaban, por mucho, 13 parlamentarios. Los números terminaron por demostrar que el Partido Conservador mantiene la disciplina de sus bases y sus votos permanecen más cautivos que nunca. Con una diferencia en la perspectiva de hoy: después de 16 años de no presentar un candidato a las elecciones presidenciales, los azules ungieron a Martha Lucía Ramírez como su elegida para volver a manejar los destinos de la Casa de Nariño. Y Ramírez, como ya se sabe, se orilla más bajo el paraguas del pensamiento de su exjefe, el expresidente Álvaro Uribe. ¿Incidirá esta circunstancia en inminentes alianzas para los comicios presidenciales de mayo próximo?
El santismo lo tiene claro y por eso distintos analistas consideran que el conservatismo terminará inclinando la balanza de las siguientes elecciones, en las que Juan Manuel Santos se juega su reelección. Sus casi 1,9 millones de votos le atraen tanto al uribismo como a la llamada Unidad Nacional. Capturar esos respaldos, a escasas 10 semanas de la primera vuelta presidencial, constituye el mayor desafío de estas colectividades antagonistas. Martha Lucía Ramírez lo dijo sin rodeos: “Estamos viendo el uso inaceptable de los recursos del Estado sin ningún pudor para apoyar una reelección a cualquier costo y en beneficio de la clase política (...). Los ciudadanos expresamos hoy que se acabó el cheque en blanco para que la letra menuda de la paz esté en las manos de un gobierno sin transparencia que negocia a espaldas del país. No estamos dispuestos a que la firma en La Habana sea a costa de la impunidad y rechazamos ver a los criminales de las Farc en el Senado”.
Hoy las cuentas dicen que una eventual alianza del uribismo con el conservatismo en el Senado aportarían 38 parlamentarios. La Unidad Nacional tendría 47, si se suman los de la U, el Partido Liberal y Cambio Radical. Una estrecha diferencia de apenas nueve congresistas que, a la hora de las coaliciones para votar proyectos claves, quedaría en manos de las colectividades Opción Ciudadana, el Partido Verde y el Polo Democrático.
Falta ver si termina de cuajar el acuerdo entre los azules y el Centro Democrático. Los comicios de mayo serán definitivos para que estas alianzas se formalicen o se quiebren definitivamente. Nadie descarta que los exministros uribistas Óscar Iván Zuluaga y Martha Lucía Ramírez terminen en el mismo rincón si hay segunda vuelta.