La guerra que se declararon la institucionalidad del Partido Conservador y el Gobierno del presidente Gustavo Petro –que derivó en que los contactos entre ambas fuerzas sean prácticamente nulos– escaló a un punto que desde la oposición califican de “peligroso”, pero que el oficialismo defiende como “legítimo” en medio de las diferencias políticas que se tienen.
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El episodio más reciente que llevó a que la polarización entre ambos bandos se calentara se registró en la noche del jueves, cuando congresistas del Pacto Histórico del ala más afín a la Casa de Nariño organizaron plantones en Cartagena y que, en parte, se dieron al frente de la casa de la senadora Nadia Blel, presidenta de los conservadores y de la Comisión Séptima del Senado en la que se hundió la reforma laboral. Según la legisladora, al interior de la vivienda había menores de edad.
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Diferentes fuentes confirmaron que los congresistas petristas que lanzaron arengas y discursos críticos contra quienes están en orillas opuestas a la Casa de Nariño fueron Alejandro Ocampo y Cha Dorina Hernández, pero con el bemol que lo hicieron justo en frente de la vivienda de Blel y con la familia de la senadora adentro.
La presidenta del Partido Conservador dijo que eso demostraba el acoso verbal y físico que Petro y sus adeptos están ejerciendo sobre las instituciones en las que no tienen cómo argumentar decisiones a su favor, como pasó en el Congreso con la hundida reforma laboral y lo que seguramente pasará en el tercer debate de la cirugía al sistema de salud que viene promoviendo el progresismo y cuyo articulado llegó esta semana a la Comisión Séptima.
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“Congresistas de la coalición de Gobierno recurrieron a sus seguidores y montaron una manifestación ilegal, sin permisos, frente a mi residencia. Allí se encontraba mi hijo menor de edad junto a sus amigos. Este acto no solo viola las leyes de nuestro país, sino que también traspasa los límites del derecho legítimo a la protesta, el cual tiene normas y restricciones claras”, precisó Blel.
En efecto, en videos que se divulgaron en redes y que fueron puestos a disposición de las autoridades se ve a los congresistas Ocampo y Hernández, al igual que a varios de sus seguidores lanzando frases contra los contradictores del oficialismo. “No vamos a permitir que sigan disfrazados durante las campañas, hablando en nombre del pueblo y allá en el Congreso van a responder por sus clanes, por los parapolíticos”, dijo una de las manifestantes que, junto a los legisladores, se paró frente a la casa de Blel.
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El presidente Petro terminó pronunciándose sobre los hechos y, teniendo en cuenta que se trata de opositores suyos, no rechazó los hechos ni ratificó que fuesen “intimidaciones”, como dijo la congresista denunciante. Eso sí, en dos trinos, aseguró que no hay que temerles a las expresiones ciudadanas.
“No nos eche la culpa por lo que usted misma provocó, senadora Blel”, dijo el mandatario, quien agregó que “los congresistas son representantes del pueblo, y no deben temer por dialogar con su pueblo; debe hacerse de manera tranquila, respetando la intimidad, que es la última trinchera de la libertad, pero hay que dialogar, y no cerrar la puerta, todo congresista es responsable de su voto ante su pueblo. Los tiempos de comprar votos y entonces tratar al elector como simple objeto o sirviente se acabaron”.
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Y, de paso, aprovechó para ratificar que, desde su óptica, debe permitirse que se realice la consulta popular a la que convocó para medir qué tanto respaldo electoral tiene el progresismo para el 2026 bajo la tesis de darles oxígeno a las reformas que no lograron consensos en el Capitolio.
La senadora Blel, junto con otros siete congresistas de diversas bancadas, votaron en contra de la reforma laboral que promovía la Casa de Nariño y, según han dicho, esa misma postura se mantendría con la cirugía al sistema de salud que impulsa la izquierda; de ambos proyectos alertaron por vicios de trámite e inconveniencias a los propios trabajadores. Eso es lo que el petrismo dijo que, desde su óptica, sus votantes rechazan.
Estas vías de hecho, como la manifestación frente a la vivienda de Blel –que estuvo precedida de marchas en las que, entre otros, se vio al ministro de Trabajo, Antonio Sanguino, entre los manifestantes–, son las que los contradictores de Petro ven como una amenaza al ejercicio democrático de la oposición, y refuerzan su tesis recordando que cada vez con más frecuencia el jefe de Estado les dice “nazis” a quienes no están en su línea política.
“Uno tiene que ser muy mezquino para hacer eso. Si creen que con eso van a amilanar a la senadora Blel es que no conocen su fuerza, su carácter y su talante. Es inaudito cómo desde el poder se ensañan con los ciudadanos que no son sumisos a los dictados del Gobierno. Hay que proteger nuestra democracia de estos individuos”, aseguró el senador Efraín Cepeda, miembro del Partido Conservador y presidente del Congreso.
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Cepeda es un actor clave en esta disputa. En efecto, este líder conservador se viene oponiendo a varias iniciativas de la Casa de Nariño, lo que le ha valido duros dardos desde la Presidencia. De hecho, este jueves, desde la cumbre de Asofondos en Cartagena, aseguró que no hay fundamentos en los señalamientos que le hacen de supuestamente promover un “golpe de Estado” y que, a modo de consejo, le diría al mandatario que lea la Constitución para que no caiga en ese tipo de relatos. Petro, por supuesto, le respondió ratificando las acusaciones.
Tal ha sido la subida de los decibeles de esta disputa que Cepeda, junto a otros congresistas de oposición, acudieron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidiendo protección ante lo que dicen son las constantes balas verbales, y algunas vías de hecho, que promueve en su contra la Casa de Nariño. El jefe de Estado rechazó ese paso y acusó a estos legisladores de presuntamente querer “desestabilizar” el país. Polarización pura y dura.
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Todos estos episodios han generado una serie de reacciones desde diversos frentes. El representante Ocampo dijo que, según él, no sabía que la manifestación del jueves en Cartagena había parado frente a la casa de la senadora Blel y que por eso aceptó dar unas palabras; agregó que no ve eso como una intimidación.
Y desde otros sectores, como el del senador Miguel Uribe, del Centro Democrático, se confirmó que, al no rechazar lo sucedido frente a la casa de la senadora conservadora, el mandatario “una vez más demuestra su talante mafioso y pone en riesgo la democracia; siempre abiertos al diálogo popular, no a la intimidación”.
Todo este escenario tiene como colofón la discusión en tercer debate de la reforma a la salud, cuyos ponentes ya fueron designados (son 12 en total) por Blel, quien preside la Comisión Séptima y alerta que a ella y a varios otros de oposición el oficialismo los viene presionando de diversas maneras para intentar mover a su favor las discusiones. Y, en paralelo, el ministro del Interior, Armando Benedetti, está intentando tender puentes para esquivar una nueva derrota legislativa.
Además, no se puede perder de vista que varios conservadores, como el senador Carlos Trujillo y el representante Ape Cuello –entre otros–, terminaron de aliados de la administración Petro y con representación en diversas entidades del Ejecutivo; con burocracia.
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Eso sí, la Casa de Nariño quiere usar todo esto para promover la consulta popular y la oposición, por supuesto, sacarle réditos para potenciar su relato en torno a la necesidad de darle un giro al poder en 2026. Lo cierto, en medio de esto, es que los decibeles desde ambos bandos seguirán subiendo.
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