
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
El 16 de noviembre se celebrarán en Chile elecciones presidenciales y parlamentarias, que por primera vez serán obligatorias para todo su padrón electoral, que asciende a 15’618.167 votantes, de los cuales el 5,7 % son migrantes; es decir, 885.590 electores. La mayoría de los votantes extranjeros en el país son de nacionalidad venezolana (26,8 %), peruana (21,9 %), colombiana (11,7 %), haitiana (10,2 %) o boliviana (8,6 %).
En este proceso electoral predominan las narrativas antinmigratorias, en un contexto de polarización social donde se criminaliza la migración forzada que ha llegado al país en los últimos años, principalmente de venezolanos, configurando un discurso que rechaza la participación de las personas migrantes en la comunidad política nacional. Todo ello se basa en una relación causal entre migración e inseguridad que carece de fundamento científico. Esto ocurre a pesar de que Chile es uno de los cinco países del mundo que otorga derecho al sufragio en todos los procesos electorales a las personas migrantes y de que en 2022 entró en vigor la nueva Ley de Migración y Extranjería chilena (Ley 21.325), sustentada en un enfoque de derechos.
Por tanto, el caso chileno, considerado un referente institucional en la facilitación de los derechos políticos de la población migrante, y con una nueva ley migratoria ajustada a los estándares internacionales de protección a las personas en movilidad, se convierte en un caso paradójico, ya que conviven una normativa que favorece los derechos y una práctica política xenófoba.
En cuanto al proceso electoral, este discurso antinmigrante se observa claramente en las propuestas sobre migración contenidas en los programas de gobierno de los candidatos de la oposición chilena (Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser) y, en menor medida, en las propuestas de la candidata del sector oficialista, Jannette Jara. En conjunto, los cuatro candidatos presidenciales (de un total de ocho), según diversas encuestas chilenas, concentran más del 75 % de las preferencias electorales, con una alta probabilidad de que la candidata oficialista pase a la segunda vuelta junto a uno de los candidatos de la oposición.
El bloque opositor se propone avanzar hacia una política migratoria basada en el cierre y control de las fronteras mediante la creación de policías fronterizas, una mayor participación de las fuerzas armadas, la instalación de barreras físicas y tecnológicas para impedir la entrada al país y la creación de centros de detención para la posterior expulsión de personas en situación irregular. También existe un amplio acuerdo entre los actores políticos chilenos para tipificar la entrada clandestina al país como un delito y limitar (o incluso denegar) las prestaciones sociales a migrantes irregulares.
En las propuestas de los candidatos no se han incorporado los diagnósticos aportados por la academia, las organizaciones sociales y los organismos internacionales, que advierten sobre tres cuestiones en esta materia en Chile. La primera es la necesidad de regularizar a un gran grupo de personas en situación de desplazamiento forzoso que, aunque están en situación irregular, trabajan mayoritariamente y no tienen antecedentes penales en sus países de origen. Según el Instituto Nacional de Estadística de Chile, este grupo representa un mínimo de 334.000 personas. En segundo lugar, se destaca la urgencia de fomentar procesos de integración sociolaboral para la población migrante que se encuentra regular en el país y es invisible para la política pública. Es importante señalar que en Chile el 9 % de la población total es migrante y en su mayoría (51 %) son mujeres. La tercera cuestión es combatir los discursos que fomentan mensajes de odio y conductas discriminatorias y xenófobas, ya que debilitan la cohesión social de la sociedad chilena y fomentan el populismo electoral.
Cabe destacar que el uso político de la migración en la propaganda electoral no es un hecho nuevo en Chile. De hecho, el estudio “Estrategias desinformativas sobre la migración en Chile”, realizado en 2023, constató que las noticias falsas sobre este tema aumentaban en períodos electorales y que un gran porcentaje de ellas las generaban los actores políticos.
Esta situación, unida a la ausencia de un debate político basado en datos académicos, ha contribuido a que exista en la sociedad chilena una percepción negativa de las personas extranjeras. Así lo evidencia, por ejemplo, la encuesta Ómnibus de agosto de 2025, que reveló que el 68 % de los chilenos considera que la migración es un problema, el 49 % teme que un migrante le robe y el 90 % opina que las leyes que regulan la entrada y permanencia de extranjeros en el país son “demasiado tolerantes”.
Con todo, el caso chileno invita a una reflexión regional sobre la urgencia de combatir cualquier forma de populismo electoral, ya que a largo plazo conlleva más crisis de confianza en las instituciones, mayor atomización social y altos niveles de conflictividad. La inclusión de la población migrante, además de ser necesaria, contribuye al fortalecimiento de las democracias latinoamericanas y a la cohesión social.
* Investigadora en migraciones y políticas públicas del Centro de Investigaciones Sociojurídicas, Criminológicas y Éticas (CISCE) de la Universidad Central de Chile, y profesora invitada al Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
El Espectador, comprometido con ofrecer la mejor experiencia a sus lectores, ha forjado una alianza estratégica con The New York Times con el 30 % de descuento.
Este plan ofrece una experiencia informativa completa, combinando el mejor periodismo colombiano con la cobertura internacional de The New York Times. No pierda la oportunidad de acceder a todos estos beneficios y más. ¡Suscríbase aquí al plan superprémium de El Espectador hoy y viva el periodismo desde una perspectiva global!
📧 📬 🌍 Si le interesa recibir un resumen semanal de las noticias y análisis de la sección Internacional de El Espectador, puede ingresar a nuestro portafolio de newsletters, buscar “No es el fin del mundo” e inscribirse a nuestro boletín. Si desea contactar al equipo, puede hacerlo escribiendo a mmedina@elespectador.com