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Así fue la última entrevista de Gustavo Angarita: habló con VEA de su amor por el arte

El icónico actor, quien murió a los 83 años, fue testigo y protagonista de la historia de la actuación en Colombia. Vivió sus días con serenidad, rodeado de pintura, música y reflexión. Esta fue la última entrevista que concedió, y fue al periódico El Espectador hace apenas unas semanas, un testimonio íntimo y valioso de su pasión la vida.

Por Cindy Katerine Martínez López
18 de octubre de 2025
Gustavo Angarita, legendario actor colombiano, quien falleció a los 83 años en Bogotá.
Fotografía por: Mauricio Alvarado

Con más de 50 años de trayectoria en el teatro, la televisión y el cine, Gustavo Angarita se consolidó como uno de los actores más emblemáticos de Colombia, convirtiéndose en el espejo de muchas generaciones. Desde los años sesenta forjó su propio su camino. Comenzó pisando las tablas en el teatro y luego exploró otras artes como la televisión y el cine. Como él mismo lo describió, ese trayecto fue como una especie de cadena que lo llevó a donde estaba. “Primero fue el escenario, después los estudios de televisión y los sets cinematográficos. Una cosa venía detrás de la otra, engendrando lo uno a lo otro. No me demoré mucho en decepcionarme, porque enseguida estaba el reemplazo o sustituto”, aseguró con su voz pausada y un poco cansada, la misma que cargaba el peso de más de cinco décadas dedicadas al arte de la actuación, pero con la sabiduría y la experiencia que lo acompañaban. 

Los inicios de Gustavo Angarita

Durante su tiempo en la Universidad Nacional de Colombia, donde estaba estudiando filosofía y derecho, Gustavo ya se movía entre bastidores. Creaba pequeños escenarios en las cafeterías, rodeado de jóvenes que soñaban con cambiar la cultura del país. Mientras sus compañeros se sumergían en teorías políticas y filosóficas, él se dedicaba a explorar el lenguaje corporal, la expresión y la magia de habitar otro cuerpo, otra alma. El nacimiento de su hijo Gustavo Jr. fue lo que selló su compromiso con la actuación. Se especializó en la Escuela de Arte Dramático de Bogotá y luego se aventuró a París, donde amplió sus horizontes en la Université Internationale de Théâtre. Regresó a Colombia convertido en un actor formado. 

En el mundo del teatro buscaba personajes que tuvieran profundidad y que sorprendieran. En el cine, dejó su huella con papeles memorables en películas como “Tiempo de morir” y “La estrategia del caracol”, que son algunos de sus trabajos más destacados. También brilló en televisión, donde series y telenovelas reconocidas le dieron la oportunidad de convertirse en parte del imaginario colectivo de un país que lo vio crecer en los escenarios y la pantalla. “La casa de las dos palmas”, “La potra Zaina”, “Bella Calamidades”, “La ley del corazón” son algunas de ellas.

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Gustavo Angarita, legendario actor colombiano, quien falleció a los 83 años en Bogotá.

Gustavo Angarita, legendario actor colombiano, quien falleció a los 83 años en Bogotá.

Fotografía por: Mauricio Alvarado

Una vida de constancia y reconocimientos  

Una de sus mayores virtudes fue la constancia. “Empecé en 1962, han pasado ya más de 50 años. Es poco lo que recuerdo, pero si quieren que actúe, yo actúo hasta que me fatigue. Recuerdo el día que cumplí 20 años, ese día fue mi primera función de teatro. Eso no me marcó, pero sí me definió”, contó. Los reconocimientos llegaron de manera natural: dos premios India Catalina, el primero como mejor actor por “La casa de las dos palmas”; un premio Simón Bolívar en la misma categoría, y un premio a Toda una vida en el Festival de Cine de Nueva York.

Este hombre, quien fue testigo del paso de generaciones de actores, reconoció que su trayectoria fue genuina. No estuvo impulsada por ambiciones personales, lo suyo fue el trabajo formal, el rigor, la responsabilidad y un profundo respeto por su oficio. “No recuerdo nada en particular de mi carrera, es decir, el anecdotario es muy pobre, pero simplemente el trabajo muy formal”.

Al indagar sobre el mayor regalo que le dejó su carrera, Gustavo Angarita no mencionó los premios ni las ovaciones de pie. Se dirigió a algo más personal, más auténtico: “Lo mejor que me dejó mi carrera fue la sensación de que no estoy perdiendo el tiempo; es decir, se aprovechó al máximo, sin proponérmelo, sin interés, pero se cumplió con lo que exigían y con lo que esperaba del medio”.

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¿Qué le pasó a Gustavo Angarita y de qué murió?

Como suele suceder con aquellos que dedican su vida al arte, hubo momentos de dificultad, altibajos y recaídas. En los últimos meses, Gustavo Angarita estuvo atravesando un período crítico en su salud por complicaciones que no solo estuvieron relacionadas con el cáncer que padecía, sino también con una falta de nutrientes esenciales como el calcio y el magnesio, además de niveles bajos de potasio. Todo esto debilitó su cuerpo, afectando su movilidad y generando pérdida parcial de su conciencia, condición que lo llevó a precisar cuidados médicos constantes hasta su muerte, el pasado viernes en horas de la madrugada. “Ya como que llegó la hora de cuestionarme; es decir, prefiero descansar a trabajar de una manera tan espontánea como lo hacía. Ya era hora de descansar; además, que uno le está copando trabajo a la gente nueva, ellos necesitan su protagonismo. No los veo, tampoco a mi hijo, me gusta lo que él hace, como habla, como dice lo que opina, pero no estoy detrás de ello”, aseguró.

En sus últimos días el actor prefirió ocupar su tiempo en otras artes. Esas expresiones creativas que quizá no tenían tantos reflectores, pero que le daban placer profundo. “No observo mucho el trabajo actoral, me parece muy valioso, pero no me atrapa. Prefiero la música y la pintura. En mi día a día pinto, me gusta mucho pintar, y ahora que estoy mayor prefiero eso, como que me llena más de entusiasmo”.

Pero la vida, como bien sabe, no se trató solo de luces y aplausos. También incluyó momentos de silencio, soledad y la dura realidad de envejecer en una profesión que prefiere la juventud eterna.

“Para ser actor es una especie de obligación ser joven, y a cambio de qué va a forzar uno la realidad, mejor que la gente joven asuma su papel. Es otro lenguaje porque corresponde a otra subcultura, es la cultura de los años 60 la que me tocó. No estoy alegando, no estoy diciendo que no está bien”.

El legado de un actor inolvidable  

¿Y qué queda después de tanto tiempo de trabajo? Sin duda, queda un legado indiscutible. Quedan esas actuaciones impecables que dejaron huella, queda la memoria colectiva de quienes crecieron viéndolo. También quedan sus pinceles, sus lienzos, esos días de pintura que lo llenaban más que los escenarios. “Me acuerdo de mucha gente que desafortunadamente se murió y se fue y no más. Lo que me falta todavía. ¿Será que falta mucho?”, se preguntó el actor, quien observaba cómo pasaba el tiempo, quien vio partir a muchos amigos, pero quien sabía que mientras hubiera un escenario y alguien que lo invitara, ahí estaría, aunque con dudas, con calma, con la dignidad de quien ya ha había hecho mucho.

Pese a su condición de salud no estaba aislado del medio, hasta el final estuvo en comunicación con los escritores y con los directores; de hecho, guardó la esperanza de volver a los escenarios: “Cuando necesitan a un actor, ahí estoy yo, un actor de la edad y de la condición mía. Aunque si me ofrecen algún papel lo haría con ciertas reticencias, que me dejen pensarlo. Yo he seguido, no me he retirado, estoy bien anímicamente, y me alegra que reconozcan la habilidad del hijo mío. Uno empieza a vivir los hijos y ya no se preocupa uno tanto por uno mismo”.   

Cindy Katerine Martínez López

Por Cindy Katerine Martínez López

Comunicadora Social y Periodista de la Universidad Sergio Arboleda con 10 años de experiencia en medios de comunicación, generación de contenidos digitales, reportería e investigación. cmartinez@elespectador.com
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