Cuando Érika Zapata no cuenta con el carro de ‘Noticias Caracol’ que la lleva, junto con su camarógrafo, a los lugares donde debe hacer algún cubrimiento periodístico, esta antioqueña de 29 años toma bus. Cuando la gente la ve, generalmente le cuesta creer que se trata de la misma persona que aparece a diario en el informativo reportando las noticias de Antioquia.
Y es que pese a la popularidad que la periodista paisa ha adquirido en los últimos años, procura mantenerse sencilla, con los pies en la tierra, sin olvidar su origen humilde. Fue esa misma sencillez, estilo desenfadado y divertido los factores que la convirtieron en una de las corresponsales más populares de la pantalla nacional.
Frases como “estirar trompa” o “mero gentío”, que mencionó en uno de sus informes hace tres años, donde hablaba de la congestión del terminal de transporte en época de vacaciones, la viralizaron y pusieron su nombre en los titulares. Todos se preguntaban quién era esta reportera que se había arriesgado con su particular estilo.
El origen humilde de Érika Zapata
Se supo que se trataba de una joven del corregimiento antioqueño de Santa Elena, que había llegado al noticiero luego de una larga lucha contra la estrechez, sus propios temores y el bulliyng.
“Siempre me esforcé mucho en la universidad porque decía: ‘yo quiero ser periodista, quiero ingresar a la universidad’ y eso era algo súper difícil, porque para la gente, cuando está en el campo, es un lujo ir a la universidad, no solamente por el tema de pasajes, sino que uno no tiene obviamente los recursos para pagar una matrícula de dos millones y medio en adelante, o sea, eso es una cosa inimaginable”, recordó en charla con Vea.
Erika también rememoró que en aquel entonces “todos los profesores le decían a mi papá, ‘dígale a esa muchachita que estudiando periodismo no va a conseguir trabajo, que sea doctora. Esa muchacha tan inteligente tiene que ser ingeniera’. Pero yo decía ‘eso no es lo que a mí me gusta’”.
Érika Zapata estudió gracias a becas y auxilios
La paisa seguía empecinada en convertirse en periodista. Cuando se graduó del bachillerato, pese a sus buenas notas, “me gané todos los trofeos”, el asunto no fue fácil, pero después de tocar muchas puertas junto a su familia, recibió ayuda para estudiar.
“Con una beca de Presupuesto Participativo de la Alcaldía de Medellín, yo logro entrar a la Universidad Católica Luis Amigó, una universidad privada que queda en Medellín, pero ahora el chicharrón era con los pasajes, el sostenimiento”. Gracias a sus buenas calificaciones, recibió un auxilio para solventar esos gastos con ayuda de las Empresas Públicas de Medellín.
“Me daban una platica cada tres meses, y esa platica, eran como dos millones de pesos. Con eso me compraba alguna ropa, ahorré y me compré la cámara para tomar las fotos. Gracias a esas becas, que todavía existen y con las que estudian todavía muchos jóvenes, logré estudiar. Recuerdo que tenía que coger dos buses de bajada y dos buses de venida. Digamos que no gastaba en comida, porque a uno le tocaba llevar coca como tal, y en ropa tampoco mucho, porque uno con dos prendas, se bandeaba, ponía secar la una y la otra, al otro día”.
Así, finalmente obtuvo su grado. Sin embargo, la vida laboral no comenzó de manera fácil. Algunos de sus jefes terminaron despidiéndola, pues no gustaron de su estilo sencillo y auténtico. Érika tampoco contaba con recomendaciones o contactos, su trabajo era su única herramienta.
Por eso cuando sus expresiones coloquiales se viralizaron, temió correr con la mismo suerte en ‘Noticias Caracol’, sin embargo todo fue distinto. “El noticiero, además de reavivar mi autoestima, me ha permitido darme cuenta de mi valor, valor que yo no me veía, me daba pena de mi voz, me daba pena de mi físico y me di cuenta que antes era mi fortaleza en este mundo”.
La corresponsal en Antioquia de 'Noticias Caracol' sigue viviendo en Santa Elena
La animaron a mantenerse en su estilo, que la ha hecho única en la pantalla. Con el tiempo, la periodista también entendió que esa manera de hablar no podía ser el único referente, pues podía perder credibilidad. Érika menciona que pudo haberse quedado en esa zona de confort de hacer notas divertidas, pero entendió que debía trascender y, sin perder su esencia, mostrar sus historias a los televidentes. Considera que no “he renunciado a nada ni perdido nada”, sino que “mejoré”.
El Perdón y olvido de Érika Zapata
Atrás quedaron las angustias, las burlas y el bullying. Nos cuenta que se ha encontrado con algunos de los compañeros o jefes que no tuvieron palabras amables con ella y por quienes no guarda rencor, por el contrario, les agradece.
“También incluso jefes anteriores de trabajo y todos son sorprendidos con mi historia: que ellos me admiran mucho, me piden hasta disculpas, pero no le guardo odio a nadie, ni ninguna rabia. Siento que las puertas que se cierran en la vida y la gente que te dice no, es a la gente que más le tienes que agradecer, porque esta gente como que te impulsa y eso te da como una gasolina y más ganas... entre más no me den, yo voy a luchar más por un sí, así sea, que se me cierren muchas, muchas puertas y yo eso me ha ayudado a desarrollar el carácter y que aunque viva pequeñas tormentas, sé que tarde que temprano en la vida va a salir la luz, o sea, por más cosas malas que me pasen, sé que cuando tú tienes buenas intenciones, eres un buen trabajador y yo creo mucho en Dios, las cosas se van a dar tarde que temprano”.
La periodista asegura que no quiere “chicanearle a nadie” ni dejar de ser sencilla. Continúa viviendo en Santa Elena, con sus padres, a quienes apoya siempre.
“Con toda la platica que he ganado este tiempo, le arreglé la casa a mis papás, le compré un carro a mi papá, le monté un negocio a mi papá, he comprado mis cosas. Carro no, porque igual como nosotros tenemos un conductor aquí en Caracol, pero todavía monto en bus. La gente es sorprendida cuando me he montado en un bus, (me preguntan) ‘¿usted la del noticiero, usted la de Caracol?’. La gente es como sorprendida, porque resulta que cuando tienes un poquito de reconocimiento, la gente te deshumaniza y entonces creen que tú no te paras en una chaza a comer salchichón con arepa o empanadas”
Sobre sus metas profesionales se podría pensar que la presentación es una de ellas, pero no.
“Mi sueño aquí es crecer profesionalmente, seguir siendo reportera. No te puedo decir que quiero ser presentadora, porque es que no quiero ser presentadora, quiero ser corresponsal de ´Noticias Caracol´ en Antioquia, solo que quizás más días”, dice desde una de las fincas donde reportea para su espacio ‘La finca de hoy’.
