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Shakira vivió en Bogotá. Detalles inéditos de una época decisiva que marcó su vida

La cantante se trasladó a la capital, apenas terminó el colegio y tuvo una vida muy distinta a la que experimentó en Barranquilla y a la que tendría, al salir del país. Una época que comenzó con mucha sencillez y austeridad. La cotidianidad, los amigos y las reuniones que disfrutó Shakira antes del estrellato.

Por Luz Alexi Castillo
22 de febrero de 2025
Shakira vivió en Bogotá. Detalles inéditos de una época decisiva que marcó su vida
Fotografía por: Archivo El Espectador

Un poco antes de que Shakira terminara el bachillerato en el Colegio La Enseñanza, de Barranquilla, Carlos Vanegas, su promotor musical de entonces, la presentó con Omaira Ríos, directora de la revista TvGuía, quien estaba en la ciudad haciendo un cubrimiento. Ríos quedó impresionada, como solía pasarle a todo aquel que conocía a la hija menor de don William Mebarak, con el talento, la madurez y el hambre de éxito de la artista, y le dio un único consejo: radicarse en Bogotá para alcanzar sus sueños.

Cuando Shakira Isabel Mebarak Ripoll, como aparece en su diploma, se graduó de bachiller, tuvo dudas. No era fácil dejar sus amigos, su familia y en general, su ciudad, pero el anhelo de llegar a la cúspide musical era más grande.

Shakira llegó a Bogotá con su mamá y poco dinero

La jovencita de 16 años y Nidia Ripoll, su mamá, llegaron a la capital y una de sus primeras visitas fue a la revista que lideraba la señora Ríos, quien le prometió visibilizar su talento en la medida de sus posibilidades. Días después, Shakira habló, en un extenso reportaje, sobre sus sueños. Las fotos las tomó la misma Omaira, en el amplio prado que hacía las veces de separador en la avenida el Dorado. La artista más importante de Colombia que ahora figura en las grandes portadas del mundo y reina en las alfombras rojas, posó en medio de dientes de león, en una sesión en la que imprimió toda la magia que traía del Caribe.

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Fue entonces cuando conocí a Shakira, quien no parecía una joven de 16 años. Impresionaba escucharla, porque en sus respuestas dejaban ver su madurez y claridad mental: ella tenía sus metas bien definidas.

La entrevisté en varias ocasiones para la revista. Hablamos sobre música, de la vida en Barranquilla, de sus series preferidas (una de ellas, Mc Gyver) y de los actores que le gustaban, en especial, Lorenzo Lamas, el protagonista de El renegado, quien era su favorito. Así, como con algunos periodistas de entretenimiento de la época, tuvimos una relación cercana, que continuó cuando, pasé como periodista a la revista Tvynovelas, de la misma editorial, allí luego, me fue encomendada la responsabilidad de elaborar ediciones especiales sobre su trayectoria musical y vida.

Shakira vivió en Bogotá entre finales del 93 y comienzos del 97. En principio, la barranquillera y su mamá habitaron en una residencia universitaria en el tradicional barrio Teusaquillo. La mujer cuyas caderas no mienten se movilizaba en taxi y cuando estos escaseaban, en tiempos en que los conductores preguntaban, sin multa, a dónde se dirigía el pasajero y no lo llevaban si su destino no estaba en la ruta, no había más remedio que usar transporte público. Su jefe de prensa, que le había recomendado Omaira, era su amiga más cercana.

Gracias a aquel reportaje que se publicó en TVGuía, la llamaron para que protagonizara El Oasis, producción que se grabó en Aipe, Huila. En la telenovela, donde compartía créditos con Pedro Rendón (Salomón Perdigón), personificó a Luisa María Rincón. En el set conoció a Xilena Aycardi y María Isabel Henao, quienes se convirtieron en sus amigas entrañables hasta el día de hoy. Xilena me contaría, en posteriores conversaciones, que Shakira disfrutaba el clima del Huila, porque en Bogotá lidiaba con el frío.

Shakira, Xilena Aycardi y María Isabel Henao compartieron créditos en 'El Oasis'. En el 'set' nació una amistad que se mantiene.

Shakira, Xilena Aycardi y María Isabel Henao compartieron créditos en 'El Oasis'. En el 'set' nació una amistad que se mantiene.

Fotografía por: Archivo El Espectador

Cuando la hija menor de William Mebarak y Nidia Ripoll llegó a Bogotá dejó novio en la capital del Atlántico, pero después, Óscar Úlloa también vino a Bogotá para estudiar en la universidad. Su relación continuó solo unos meses más.

En una época en la que no había celular ni tecnología digital, las citas se confirmaban vía bíper y la información se enviaba por fax, Shakira visitaba semanalmente los medios de comunicación para contar sus novedades. En nuestra redacción, se volvió aún más cercana a Edgar Gómez, el diseñador, conocido como Agostino, a quien la cantante había conocido años antes en El Heraldo de Barranquilla. Con él solía sentarse a hablar de diseños y dibujos. Tenían en común la creatividad. Cuando ella necesitaba un dibujo, una ilustración o una tarjeta, el artista gráfico se convertía en el cómplice ideal de la jovencita que disfrutaba transcribir las letras de sus canciones para que aparecieran en ‘El cancionero’, una de las secciones de la revista.

A la capital se acomodó con soltura, pero admitía constantemente que extrañaba los manjares de Barranquilla, por eso, cada vez que algún conocido viajaba a la Arenosa, siempre encargaba butifarra y corozo.

Le confesó a Ernesto McCausland que prefería la ropa ligera, como la que tenía en su ciudad, que le permitía cortar el viento con su cuerpo, a los trajes abrigados que exigía Bogotá. Le costaba sentirse tan pesada con esa vestimenta. También añoraba la sensación de libertad y seguridad que experimentaba en su ciudad, porque en la capital no era fácil recomendado entablar conversación con cualquiera.

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Shakira sorprendió en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán

En aquel tiempo, la vida de la artista era realmente sencilla y le permitía vivir sin road manager, ni asistente. Su primer gran evento frente a un público fue en el Jorge Eliécer Gaitán, en la entrega de premios Tv y novelas 1994.

En esa premiación, donde las artistas centrales eran Alejandra Guzmán y Paulina Rubio, la barranquillera fue telonera, no estuvo acompañada por bailarines en el escenario y sus requerimientos de sonido no eran muchos. Al día siguiente, esa era la noticia: Shakira, con su impresionante voz y dominio del público, superó los montajes y la parafernalia de la chica dorada y de la Guzmán, quienes esa noche generaron comentarios por las indirectas que se lanzaron, pues en esa época peleaban por el amor del músico Erik Rubín.

Shakira estaba deseosa de mostrar su talento. Ese año en junio, fue invitada de honor a la fiesta de la mejor cola de la televisión, concurso organizado por TVGuía, y se llevó el primer lugar. En esa época, cantó en la cárcel El Buen Pastor, de Bogotá, durante la celebración del Día de las Mercedes.

Luego de terminar de grabar El Oasis, su economía dependía de los conciertos que hacía y no siempre había contrataciones. Por un tiempo, los ingresos no fueron suficientes, y Caracol Televisión no concretaba un acuerdo para tenerla como artista exclusiva. La situación preocupaba a la artista, que tampoco conseguía el ok de su disquera para hacer un nuevo álbum. Finalmente, el contrato se firmó y llegó a su vida una mujer que sería una amiga para toda la vida: Patricia Téllez, su mánager.

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La vida social de Shakira en Bogotá

Su cotidianidad en la capital transcurriría entre los familiares que venían a la ciudad para hacer algún trámite o de visita; su madre, que vivía con ella; don William Mebarak, que aún no se trasladaba del todo a Bogotá; sus amigas y los periodistas que la convertimos en una especie de consentida y la incluíamos en notas y reportajes. A lanzamientos, obras de teatro, conciertos y cócteles, eventos propios del mundo del entretenimiento, después de un tiempo, llegaba al volante de su Chevrolet Sprint de color gris.

Tenía fama de ser una conductora veloz, en una época en que la ciudad no había mayor problema por los límites de velocidad. Todos sabían que Shakira tenía la habilidad de llegar pronto a cualquier lugar. Para este tiempo, cuando ya residía en un apartamento amplio y confortable en el sector de La Calleja, no tenía road manager, pues Tonino, su hermano, quien tiempo después asumiría ‘el cargo’, todavía vivía en Barranquilla.

Antes de terminar el 94, Shakira comenzó a salir con Gustavo Gordillo, ex integrante de Poligamia. Ese año compuso bastante, y contaba que corría a tomar lápiz y papel cuando la musa la asaltaba. En un taxi creó ¿Dónde estás corazón?, un tema que Sony, su disquera, incluyó en un compilado y que se convirtió en éxito de inmediato.

El plan B de Shakira en Bogotá

Para 1995, Shakira viajó a Los Ángeles con su amigo, el productor y músico Luis Fernando Ochoa, para grabar Pies descalzos, el disco que cambiaría su vida. Cuando regresó, semanas después, nos sentamos a hablar de las canciones que había escrito con el alma y del trabajo discográfico en el el cual tenía puestas todas sus expectativas. La artista, que sería la protagonista de la portada de la revista, me habló de lo que significaron los días y noches enteros dedicados a la última apuesta que Sony Music haría por ella. Sus anteriores álbumes, Peligro y Magia no habían tenido las ventas esperadas, aunque contaron con buenas críticas.

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De esa larga charla, recuerdo varios detalles, pero existe uno especial: cuando le pregunté que pasaría con su vida si este disco no funcionaba, pues si eso sucedía, su disquera le daría la carta de libertad. Ella, con una especie de satisfacción por el deber cumplido, me dijo que en realidad no importaría, tendría la conciencia tranquila de haber hecho el álbum que quería y hablar de todos los temas que había querido. Añadió que si ese no era el camino, pensar en ir a la universidad a estudiar una carrera como psicología, estaba dentro de las posibilidades.

Vino la preparación del lanzamiento del álbum, un evento en que estarían los medios. Shakira se ocupó de llamar o visitar a cada periodista con el objetivo de reiterar la invitación. Era como si algo en ella le revelara que ese día todo se transformaría y deseaba que todos estuviéramos allí. Shakira sabía que me casaba al día siguiente y recuerdo cuando me dijo “¿me vas a invitar?”. Acordamos que yo no faltaría a su lanzamiento y ella estaría en mi matrimonio.

El viernes 6 de octubre de 1995, decenas de periodistas acudimos al Teatro Nacional para el lanzamiento de Pies descalzos. Esa noche, Shakira cantó todos los temas del trabajo musical y cerró con ¿Dónde estás corazón?, que llevaba meses sonando en la radio. En medio de la sencillez del evento, fuimos testigos de su talento que superaba todas las expectativas. Al final, aplaudimos de pie.

Las dos cumplimos, y al día siguiente, Shakira llegó, en su Sprint gris, a la ceremonia religiosa de mi boda. Con su alegría caribeña disfrutó de la recepción, en especial cuando su hermano Alberto, quien la acompañó esa noche, ganó ‘la liga de la novia’. Hoy, cuando veo las fotos de mi boda, solo puedo pensar que fue surreal, parece imposible que su paso por Bogotá haya sido tan corto, sencillo, pero decisivo y que fui parte de él. Mis hijos lo creen porque hay fotos y videos que lo prueban.

Shakira se prepara para marcharse de la capital

Después de Pies descalzos, Shakira empezó a vivir más en los aviones que en Bogotá. Los conciertos, primero nacionales y luego, en el exterior la mantenían cada vez menos tiempo en la ciudad. Ya no era posible que nos visitara y las charlas sobre música, la vida o lo que extrañaba quedaron como recuerdos imborrables.

A mediados del 96, Shakira recibió el Prisma de Diamante, galardón que obtuvo por ser la primera artista colombiana en llegar a un millón de copias vendidas. Ese día, Osvaldo Ríos le pidió al mexicano Omar Fierro, quien era artista exclusivo de Caracol, que lo invitara porque quería conocer a la estrella de los pies descalzos. Allí se vieron por primera vez. No nos enteramos en el momento, pero allí el puertorriqueño empezó a cortejarla.

Meses después supimos que ella estaba tan enamorada que sacaba tiempo, cuando sus conciertos se lo permitían, para ir hasta Estudios Gravi, ubicados en la avenida 19 con calle cuarta, donde él grababa La viuda de Blanco, para esperarlo. Aunque el romance era solo un rumor, tuve la oportunidad de confirmarlo el día de San Valentín del 96, cuando Agostino, el diseñador de la revista, llegó muy temprano a trabajar. Lo vi haciendo una enorme tarjeta de una especie ilustración donde se veía un hombre con un tatuaje en uno de sus brazos. Sus rasgos, en especial su cabellera, eran similares a los de Ríos, así que cuando le pregunté por qué dibujaba a Osvaldo, no tuvo mas remedio que confesarme que Shakira lo había llamado y le había pedido el favor de hacérsela para sorprender a su novio.

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Vinieron mas conciertos, más fama y poco a poco, Shakira se alejó de la fría ciudad en la que cobijada por el anonimato, pudo prepararse para ser una estrella. En 1997, convertida en una naciente celebridad, la hoy madre de Milan y Sasha, se radicó en Miami.

Shakira regresará a la fría ciudad, los próximos 26 y 27 de febrero se presentará en el estadio El Campín. Han pasado 29 años, cuatro meses y 21 días de aquel, su primer lanzamiento, donde la artista que llegó de Barranquilla mostró que había llegado para hacer historia.

Por Luz Alexi Castillo

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