Comienza vigilancia a murciélagos en el Caribe

Orthohantavirus, Mammarenavirus, Phlebovirus y Orthobunyavirus son virus que provocan fiebres hemorrágicas con impacto en la salud pública, por lo que es importante realizar vigilancia epidemiológica en posibles reservorios de virus zoonóticos, es decir que infectan a animales vertebrados, pero también pueden afectar a los humanos.

Agencia de Noticias UNAL
01 de abril de 2021 - 07:24 p. m.
Se extrajeron tejidos de 120 roedores y
Se extrajeron tejidos de 120 roedores y
Foto: UNAL

La bióloga Ketty Esther Galeano Anaya, magíster en Microbiología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, señala que “aunque en Colombia se han investigado las zoonosis bacterianas, las zoonosis virales se han estudiado poco, lo mismo que los virus”.

En el caso del género Mammarenavirus, antes llamados Arenavirus, se encuentran agentes infecciosos como los virus Machupo –que causa la fiebre hemorrágica boliviana–, Lassa, Guanarito y Chapare, entre otros, muchos de los cuales reciben el nombre del sitio geográfico donde se detectaron por primera vez.

Se sabe que el reservorio principal de los virus son los roedores, pero hasta hoy en Colombia solo se han detectado los virus Pichinde y Guanarito, pero no se sabe si otros Mammarenavirus puedan estar circulando y no se conocen por falta de estudios.

Los Orthohantavirus (o Hantavirus) causan una fiebre hemorrágica con síndrome renal y síndrome cardiopulmonar. En Europa se encuentran especies de virus como el Hantaan y el Seoul, y en América los virus Andes, Maporal y Aracuara. También está el Virus Sin Nombre (SNV), que en Estados Unidos tiene una tasa de letalidad cercana al 35 %.

Con respecto a los géneros Phlebovirus y Orthobunyavirus, son los que menos se han estudiado en Colombia, sobre todo en roedores y murciélagos. “En el país tenemos muchos reservorios y vectores de estos virus, y por eso es importante hacer una vigilancia activa, para reconocer las especies de murciélagos y roedores que son los hospederos de estos virus”, enfatiza la bióloga Galeano.

Trabajo arduo

Para esta investigación, dirigida por el profesor Salim Mattar Velilla, de la Universidad de Córdoba, y co-dirigida por el profesor Manuel Vargas Córdoba, de la UNAL Sede Bogotá, se eligieron tres zonas de estudio: Córdoba, Sucre y La Guajira.

En estas zonas se capturaron 120 roedores y 283 murciélagos utilizando trampas Sherman para los primeros y redes de niebla para los segundos.

Después de la captura se extrajeron muestras de tejidos de cerebro, corazón, pulmón, hígado, riñón y vaso. En el laboratorio se extrajo el ácido ribonucleico (RNA), ya que estos son virus de RNA. Luego de extraer el material genético se utilizó la técnica RT-PCR para convertirlo en ácido desoxirribonucleico complementario (cDNA).

Tras este proceso se realizó una PCR convencional para detectar si había carga viral de los cuatro virus estudiados, y después se hizo una electroforesis en gel de agarosa, en la cual se visualizan las “bandas” correspondientes a una parte de la secuencia a detectar. Todo este procedimiento se realizó para cada virus y cada muestra de tejido.

Por último, los resultados positivos para algún virus se enviaron a secuenciar mediante secuenciación de nueva generación y se hicieron los análisis bioinformáticos que determinan la especie de virus que circulaba en las diferentes áreas de estudio, o si era un virus nuevo.

Un parte de alivio

Aunque en un principio se encontraron bandas de Orthohantavirus en tejidos de riñón y pulmón en roedores de La Guajira, lo cual significa evidencia molecular del virus allí, los análisis de secuenciación y los bioinformáticos no arrojaron que las secuencias correspondieran a dicho virus.

Aunque los resultados fueron negativos con respecto a la búsqueda de los cuatro virus estudiados en roedores y murciélagos de esta región colombiana, esto no quiere decir que allí deba terminar la búsqueda y la vigilancia.

“Nuestro trabajo es el primero del país que hace búsqueda de Phlebovirus y Orthobunyavirus en roedores y murciélagos; las metodologías de detección molecular se deben aplicar para lograr un control oportuno en la vigilancia epidemiológica de patógenos emergentes y reemergentes en pequeños mamíferos silvestres” dice la bióloga Galeano.

Por último, recomienda hacer muestreos sistemáticos que impliquen un mayor número de especímenes y en diferentes épocas del año, con el fin de abarcar un mayor número de hábitats.

Por Agencia de Noticias UNAL

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