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El pasado domingo el brote del ébola en la República Democrática del Congo alcanzó su máximo pico. Solo ese día, según representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en la zona, se declararon 27 nuevos casos. El problema es que la tendencia, en vez de bajar, a punta a los cielos. El panorama resulta desolador sabiendo que desde agosto se han registrado 970 muertos a causa de esta epidemia y 1.480 contagios. Las estrategias para controlar el virus son solo pañitos de agua tibia porque la población no acude a los centros de salud y el personal médico que trabaja en la región está siendo atacado por actores armados. (Lea: No se detiene el ébola en la República Democrática del Congo)
El último informe del Ministerio de Salud de ese país informó que desde el inicio de la epidemia, "se registraron 1.396 casos, de los cuales 1.330 confirmados y 66 probables. En total, ha habido 900 muertes" hasta el 25 de abril. Según esta fuente, 394 personas se curaron, mientras que 260 casos sospechosos "están siendo estudiados". La epidemia, que fue declarada el primero de agosto en la provincia de Kivu del Norte (noreste) y marginalmente en la vecina Ituri, se desplazó rápidamente desde Mangina, en zona rural, a la ciudad de Beni, y ahora a Butembo-Katwa, 50 kilómetros al sur de Beni.
A su ágil difusión se le suma el conflicto armado que se vive en el territorio. Ese detalle ha hecho más dificil el control de la epidemia puesto que las comunidades se mantienen reacias a recibir tratamiento, sin contar que los centros de salud son atacados por grupos armados. Un ejemplo de ello es el ataque de un grupo de hombres armados el pasado 19 de abril en Butembo. El hecho se presentó cuando miembros de la OMS y los equipos de salud locales estaban reunidos, los hombres retuvieron sus celulares y comenzaron a disparar. Un doctor epidemiólogo murió y dos personas resultaron heridas.
Sigue a El Espectador en WhatsAppLa gravedad del asunto ha escalado tanto que ahora se considera la décima fiebre de ébola y la más grave registrada en territorio congoleño desde 1976. Es además la segunda más grave desde la de África Occidental en 2014 que mató a más de 11.000 personas en Guinea, Sierra Leona y Liberia, principalmente.