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Entre 2013 y 2018, al menos 1.322 pacientes llegaron hasta las puertas del centro médico Santuario, en la ciudad de Cali, por una razón en común: se quejaban de algún efecto adverso o complicación por el uso de una sustancia modelante. En la ciudad de la salsa, y al mismo tiempo una de las capitales mundiales de las cirugías estéticas, la búsqueda de cuerpos más perfectos entre hombres y mujeres los ha llevado a aceptar inyecciones de todo tipo de sustancias.
Para entender mejor lo que está ocurriendo con el uso indiscriminado de estas sustancias modelantes, las investigadoras Claudia Castro, Carlos Ríos, Martha Ospina y Yamileth Ortiz, del Instituto Nacional de Salud, y Carlos López, del centro médico Santuario, revisaron las historias clínicas de esos 1.322 pacientes. Lo que encontraron, y publicaron en la revista Biomédica, describe un verdadero problema de salud pública para el país. De hecho, en Latinoamérica el uso indiscriminado de este tipo de sustancias ha derivado en la descripción de una nueva enfermedad conocida como enfermedad por modelantes o alogenosis iatrogénica.
Para empezar, el 95 % de las historias clínicas correspondían a mujeres en edades que oscilaron entre 19 y 83 años, aunque el 61,9 % de los pacientes tenían entre 30 y 49 años. Sorprendentemente la mayoría (41,8 %) desconocían lo que le habían inyectado en su cuerpo, el 28,5 % refirieron biopolímeros, el 14 % ácido hialurónico, el 7,1 % otras sustancias como aceites, grasa animal, vitamina C y plasma, el 3,7 % polimetacrilato, el 2,4 % silicona y el 2,4 % colágeno. El 36 % de los pacientes se inyectaron sustancias ilegales.
Sigue a El Espectador en WhatsAppEl 89,2 % de los pacientes tenían un sitio anatómico infiltrado, el 9,8 % dos lugares y el 1,1 % tres. El sitio anatómico infiltrado con mayor frecuencia fueron los glúteos, 74,4 %, seguidos por el rostro en el 19 % de los casos. Mientras las mujeres tenían mayor infiltración en glúteos y en regiones como piernas y abdomen, los hombres las tenían en rostro y brazos.
Según las investigadoras, las reacciones adversas más comunes comprenden quistes con riesgo potencial de infección y abscesos, formación de granulomas, adelgazamiento de la piel con cambios como esclerosis, hipo o hiperpigmentación, así como fístulas hasta muerte profunda del tejido. “Aunque el porcentaje de casos que han terminado con infecciones severas, discapacidad y muerte son menores, estas complicaciones también están siendo documentadas”, anotaron en las conclusiones de su trabajo. De tiempo atrás se sabe que el uso de sustancias modelantes puede incluso llegar a inducir enfermedades inmunológicas.
Un dato que revela la falta de control por parte de las autoridades locales sobre este fenómeno es que la mayoría de los procedimientos son realizados por esteticistas, odontólogos, enfermeras, fisioterapeutas y hasta abogados y tatuadores. Un dato que sorprendió a las propias investigadoras es que el 20 % de las infiltraciones las realizaron médicos, incluidos especialistas como dermatólogos o cirujanos plásticos: “Esto podría estar relacionado con el lucro, el desconocimiento en los efectos adversos por su aplicación o la utilización de sustancias ilícitas de dudosa procedencia, adquiridas a muy bajos costos”.
“Esta problemática tiene un impacto social que llega a los medios de comunicación, un impacto económico y legal que compromete al sistema de salud con altos costos”, concluyeron en su artículo, al tiempo que hicieron un llamado a las autoridades de salud a tomar cartas en el asunto.