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Cada vez que Enrique Pérez abre la llave de su casa, un chorro café muy clarito sale del grifo. Así les pasa a otros cuatro millones de personas que no tienen acueducto en el país. Una cifra de la que hacen parte Pérez y las 40 familias que viven en Las Mercedes, vereda ubicada en el municipio de Solano (Caquetá).
Pérez, presidente de las 11 veredas de Solano, cuenta con bastante preocupación que la más afectada por la escasez de agua es Las Mercedes, pues el intento de acueducto es un nacedero que no da abasto para los 250 habitantes. “Cada día, la necesidad de metros cúbicos de agua es mayor, porque el nacedero no alcanza para el gasto que hay en todo el caserío”, asegura.
Casi a diario deben enfrentar el mismo problema: decidir si utilizan el agua para las viviendas o para la escuela de la vereda, donde estudian cerca de 100 niños. Eso sin contar los profesores y el personal que atiende el pequeño restaurante de la institución.
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El agua les ha traído problemas a los niños, más que todo. No sólo en su salud sino también en la educación. Para ellos es normal tener diarrea o paludismo por la cantidad de mosquitos debido a la mala calidad del agua. Según un informe publicado en 2015 por el Instituto Nacional de Salud, sólo 15,1 % de la población utiliza agua en buenas condiciones, mientras que 43,6 % usa agua baja en tratamiento y pureza, y 23,3 % se suple con agua cruda, tomada directamente de las fuentes.
En la escuela de Las Mercedes, los niños se tienen que ausentar por las enfermedades. “Las jornadas académicas no las podemos dar completas porque no hay agua para abastecer la escuela. Y, en ese mismo lugar, donde también funciona un internado, los niños no pueden bañarse ni asearse, ni preparar alimentos con agua limpia”, cuenta Jorge Murcia, rector de la escuela.
De acuerdo con Pérez, cerca del 40 % de la población estudiantil sufre anualmente de diarrea o paludismo. Pero el calvario no acaba ahí, pues para tratar estas enfermedades los remedios más oportunos son las agüitas caseras. No porque sean más efectivas sino porque ir al hospital es una odisea: hay que coger lancha por una hora hasta llegar a Solano, donde el “hospital” es un puesto de salud.
Buscar una solución para el acueducto evitaría, al menos, el problema de la educación y la salud. Pero desde que tienen conciencia han vivido sin agua pura: “Nunca hemos tenido agua potable”, confirma Pérez.
Tristemente, esa es una generalidad en Colombia. Cerca de 11 millones de personas habitan en zona rural, donde, según cifras de 2015, el 28 % de la población no tiene acceso a este servicio. Inclusive, en los últimos 20 años, la cobertura de agua en el país pasó de 41 % a 72,8 %, lo que significa que, por año, aumentó en un 1,59 %.
En el caso de Las Mercedes, la solución todavía es un espejismo. Desde la Secretaría de Gobierno proponen invertir $80 millones para hacer este año otro nacedero. “El Plan Departamental de Aguas ya hizo los estudios y el nacedero sería apto para darle agua a la población”, aseguró Eliana Carvajal, secretaria de Gobierno de Solano.
Pero, según los habitantes, la alternativa más viable sería una planta de tratamiento que purificara el agua del río Caquetá. “El nacedero es una solución pasajera, no definitiva. No tiene sentido. Día a día el agua es más escasa y la población, mayor”, afirmó el rector Murcia.
“Es irónico que con un río tan inmenso como el Caquetá, la población no pueda tener servicio de agua potable”, concluyó Pérez. Pero resulta aún más paradójico que Colombia tenga una oferta hídrica de 2’011.655 mm³ y no haya suficiente agua para toda la población.