“Hasta que dispongamos de mejores datos sobre el zika, debemos esperar lo mejor, pero prepararnos para lo peor (...) Este virus deja en evidencia, una vez más, que hay que prepararse contra las enfermedades emergentes que pueden suponer una grave amenaza para la salud pública”.
La editorial que publicó ayer la prestigios revista Nature, resume el panorama al que hoy se enfrenta el mundo a causa del zika, ese virus que fue descubierto en el bosque Zika de Uganda en 1947 y que puede afectar a unos tres o cuatro millones de personas. Al tiempo que la revista advertía sobre la urgencia de unir fuerzas para combatir al Aedes aegypti, mosquito transmisor del virus, la Organización Mundial de la Salud (OMS) hacía otro anuncio para empezar a ganarle terreno: de ahora en adelante, para frenar esa emergencia global, habrá una unidad especial que garantizará que el mundo entero pelee en el mismo frente. Así, decían, se evitará caer en los mismos errores del ébola, “cuando reaccionamos con lentitud”.
“Hemos creado una unidad de respuesta global, que une a todo el personal de la OMS en las sedes y las regiones, para examinar una respuesta formal a la enfermedad. Nos preocupa que esto se extienda a otras zonas del mundo, donde la población no es inmune”, dijo Anthony Costello, pediatra y experto en microcefalia de la OMS, horas antes de que el Banco Interamericano de Desarrollo ofreciera recursos para detener el avance del virus en Latinoamérica.
Su anuncio y la declaratoria de emergencia global que emitió el lunes, también llevaron a los ministros de Salud de América Latina a tratar de crear un plan de batalla conjunto. Ayer, en horas de la mañana, acordaron reunirse hoy en Montevideo, Uruguay, para analizar la posible crisis sanitaria que puede causar el zika. Convocados por la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, los ministros de ese país, de Chile, Colombia, Perú, México, Guyana, Uruguay y de las otras naciones que hacen parte de Mercosur y de la Celac, se sentarán a buscar medidas regionales. En total, serán quince funcionarios los que tratrán de crear estrategias para contener el posible aumento de casos de microcefalia y de Guillain-Barré.
Y aunque aún no está clara la asociación entre el virus y estas dos enfermedades, lo cierto es que el aumento de casos de microcefalia tiene en alerta especialmente a las autoridades brasileñas. Según sus cálculos, hoy hay 270 casos confirmados y 3.449 en estudio. En todo 2014 solo se presentaron 147.
Además del enorme desafío que representan estos registros en términos de salud pública, hay otro factor que los preocupa: los Juegos Olímpicos, que se realizarán entre el 5 y el 21 de agosto en Río de Janeiro. Aunque el comité organizador dijo ayer que están seguros de que esa pelea la ganarán antes de que empiecen las competencias, también evidenciaron su preocupación. Aún, dicen, no están seguros de recomendar a las embarazadas no viajar a Brasil en esta fecha.
Pero quizás la mayor preocupación, como también lo advierte el editorial de Nature, es que aún no hay tratamientos ni vacunas a la vista para detener el zika, lo que sugiere, para ellos, una necesidad de que el mundo se acostumbre a ganar terreno contra enfermedades emergentes que suponen una amenaza contra la salud pública. Ya males como el ébola, contra los que no había tratamiento, mostraron qué tan perjudiciales podrían llegar a ser.
Ante esto, el laboratorio francés Sanofi anunció ayer que ya lanzó un proyecto de investigación para desarrollar una vacuna para el zika, apoyado en los avances que han logrado para combatir el dengue, también transmitido por el Aedes aegypti. Sin embargo, para que pueda ver la luz harán falta, por lo menos, un par de años.