La Misión: alimentos para la vida

Paul Rodney Turner sostiene que el país tiene las frutas y verduras más nutritivas del mundo. Su programa de comida vegana está en 60 países.

Redacción Vivir
13 de abril de 2014 - 12:50 p. m.
Paul Rodney Turner, creador de Food for Life Global. / El Espectador
Paul Rodney Turner, creador de Food for Life Global. / El Espectador

En 1974, en Calcuta (India), el maestro espiritual Bhaktivedanta Swami Prabhupada, creador de la Sociedad Internacional por la Conciencia de Krishna, vio a un grupo de niños de su aldea pelear por unos desechos de comida con unos perros callejeros. “Nadie que esté a menos de 20 kilómetros de un templo debe pasar hambre”, fue a partir de ese día su instrucción. Así nació el proyecto Food for Life Global, la organización para distribuir alimentos de origen vegetal más grande del mundo, que hoy reúne el esfuerzo de centenares de voluntarios en 60 países entregando más de un millón de comidas gratuitas al día.

Un acto de compasión que pronto traspasó las fronteras de India y encontró al devoto que hoy dirige el proyecto en un pequeño comedor de beneficencia creado en Sídney (Australia): Paul Rodney Turner, voluntario desde 1984 que primero quiso vivir una vida solitaria en sus montañas azules. Luego se hizo monje y durante 14 años se dedicó a la meditación y el estudio de las enseñanzas vedas. Después salió al mundo para hacer de Food for Life Global una realidad que él mismo ha propagado por Europa, Asia y América, mitigando el hambre con alimentación vegana y miles de ayudantes espontáneos dispuestos a servirla.

A Colombia llegó por primera vez en agosto de 2013 y ya quiere quedarse. No sólo porque está convencido de que los frutos del país tienen una capacidad nutricional extraordinaria para seguir con sus planes, sino porque una de sus colaboradoras principales es colombiana. Se conocieron en la hospitalidad del programa y ahora, con su apoyo, ella también desarrolla su forma de proveer comida vegana en su santuario de Guasca (Cundinamarca), donde 21 perros, siete gatos, un caballo, una vaca y un buey maltratados y abandonados comparten la misma alimentación que se brinda a decenas de visitantes, amigos o hambrientos.

Con el entusiasmo del primer día, Paul Rodney Turner habla de sus voluntarios en Bosnia y Herzegovina, cuando la guerra llenó de víctimas los orfanatos, los hospitales o los asilos de ancianos y sus harekrishnas distribuyeron más de 20 toneladas de comida vegana, o de aquellos que entregaron comida caliente a muchos sobrevivientes del devastador terremoto de Haití. En Filipinas, Japón, Nicaragua, Chechenia, donde quiera que la naturaleza o la mano del hombre dejan desastres, Food for Life Global aparece con sus cocinas y furgonetas repartiendo “alimentos de vida”.

Aprendió a cocinar cuando era monje en los años 80 y muchas veces lo hizo para más de 300 invitados durante los festivales dominicales de su templo en Sídney. Ahora lo sigue haciendo para extender su misión hasta los confines del mundo. En su última gestión a finales de marzo, por ejemplo, compartió con el presidente de Uruguay, José Mujica, un suculento almuerzo que preparó su equipo. El menú fue subji de patata dulce, espinaca, tomates, arroz al limón, sopa de lentejas, ensalada de aguacate y leche de coco con mango.

La idea ahora es concretar un proyecto de Food for Life para Montevideo, y el reconocido periodista deportivo uruguayo Pepe Mansilla, quien igualmente participó en el almuerzo, será el dinamizador del proyecto y su socio estratégico. Paul Rodney Turner sabe que es cuestión de replicar la experiencia que hoy ofrece a diario en India comida fresca y caliente a más de dos millones de escolares. “Cada menú no vale más de 20 centavos de dólar”, enfatiza, y luego expone los manuales de capacitación de voluntarios que profesionalizan su labor.

Su compañera colombiana, Juliana Castaneda, agrega que en el país sería fácil implementar el proyecto. La explicación es de Turner: “Colombia tiene algunas de las frutas y verduras más nutritivas del mundo. Eso sin hablar de sus frutos secos y semillas. Quinua, maca, cacao, mijo, amaranto, banano o melón, ya constituyen un nutritivo alimento”. Entonces muestra su libro Food Yoga, resumen de las enseñanzas que ha impartido durante 15 años por más de 60 países sobre “el yoga del comer”, que define como un diario ritual espiritual para proveer “vida saludable”.

Su fórmula para hacer de la comida una ofrenda, su prasadam para demostrar que es posible saciar el hambre con comida vegana y agricultura sostenible. Como lo aprendió de su maestro krishna, Bhaktivedanta Swami Prabhupada, que hace 40 años creó Food for Life fortalecido en la compasión. “Es asunto de voluntad para la misión de alimentar cuerpo, mente y espíritu”, insiste el director del programa, quien lo secunda con sus seminarios, libros, videos, una intensa actividad intelectual para que su obra siga creciendo por el mundo.

Con el mismo énfasis que dedica a otras facetas de su personalidad creativa. Es instructor de billar e incluso se inventó un método de entrenamiento para sumar carambolas, desarrolló un sistema de símbolos geométricos o diagramaciones místicas llamados yantras que encapsulan en arte las vibraciones energéticas de las personas de acuerdo a su nombre y fecha de nacimiento, y hasta saca tiempo para estudiar la influencia de los números en la definición del carácter. Sin embargo, reafirma que su deber esencial es pelear contra el hambre.

Por Redacción Vivir

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar