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Las enfermedades que olvidamos en Colombia

Hay un grupo de enfermedades infecciosas que olvidó el mundo y también nuestro país. Opinión.

John M. González *
09 de agosto de 2022 - 02:11 p. m.
El insecto Triatoma infestans, que transmite el parásito que causa la enfermedad del chagas.
El insecto Triatoma infestans, que transmite el parásito que causa la enfermedad del chagas.
Foto: https://picryl.com/

Por muchos años, los centros de investigación en medicina tropical, principalmente enfermedades infecciosas, se localizaban de forma exclusiva en países donde no se transmitían estas enfermedades de forma natural; instituciones que reflejaban el patrón de colonialismo en el mundo. Investigadores de América Latina, el Sudeste Asiático y África colaboramos con los llamados países desarrollados en la investigación de enfermedades presentes en aquellos continentes. Con años continuos de trabajo, pasamos de ser investigadores de campo que enviamos muestras a otros países a ser pares investigadores o a desarrollar nuestra propia investigación de forma independiente. (Lea Invima lanza alerta por producto que se estaría vendiendo como supuesto purgante)

Un grupo de estas enfermedades infecciosas investigadas se conoce en inglés como “neglected tropical diseases”, que en una mala traducción al español sería enfermedades tropicales “descuidadas”, pero que en realidad se conocen como olvidadas. Este grupo de enfermedades tropicales olvidadas incluye infecciones producidas por bacterias como tuberculosis, virus como el dengue y parásitos como malaria, pero en total son una veintena de enfermedades, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), las cuales causan graves problemas sociales y económicos en países tropicales y subtropicales. (Lea Estos son los viceministros que nombró la nueva ministra de Salud, Carolina Corcho)

Muchas son trasmitidas por mosquitos y asociadas a condiciones como desnutrición, disponibilidad de agua o desagüe. Se llaman olvidadas porque son de países pobres, cuyo tratamiento no representa un interés o mercado para muchas compañías farmacéuticas e inclusive para algunas de ellas no se producen nuevos medicamentos en casi medio siglo. Algunas han sido privilegiadas en su financiación para su investigación como la malaria, debido en gran medida al interés particular de algunos gobiernos, organizaciones filantrópicas, organizaciones no gubernamentales en conjunto con universidades. Pero otras no tanto así.

Una de estas es la enfermedad de Chagas, cuyo nombre ya cogería de sorpresa algunas personas. Esta es una enfermedad parasitaria trasmitida en la mayor parte nuestro país por debajo de los 1,800 metros sobre el nivel del mar, y cuyo agente se adquiere a través de las heces de un insecto conocido en Colombia como pito. Muy frecuentemente esta enfermedad pasa desapercibida, no solo por su desconocimiento como tal sino, también, porque los síntomas se pueden confundir con otras enfermedades febriles propias del trópico, por la falta de programas específicos y el marcado subregistro de casos. La geografía de la enfermedad en el continente americano va desde el sur de los Estados Unidos hasta Argentina; sin embargo, a pesar del esfuerzo de investigadores por el reconocimiento de la enfermedad, el impacto fue mayor cuando se identificó la enfermedad en otros países donde no se transmite, específicamente en países de Europa y en Norte América debido a la migración de personas infectadas. Inclusive en Europa hay organizaciones de pacientes por ciudades o regiones.

Silenciosamente, en una cuarta parte de las personas infectadas se produce un daño cardiaco progresivo e incapacitante, con una alta mortalidad e impacto en el sistema de salud, esto a pesar de ser una enfermedad que podría ser diagnosticada y tratada muy tempranamente de forma específica. Una de las medidas realizadas en Colombia para su control, es la prueba de Chagas realizada en donantes de banco de sangre, pero el diagnóstico en general es tardío con pacientes francamente comprometidos cuya única solución sería un trasplante cardiaco.

Por casi 20 años, con un grupo interdisciplinario hemos estudiado algunos aspectos de la enfermedad de Chagas como la biología del parásito y la respuesta inmune, trabajo generalmente frustrante y no por la falta de resultados, sino por falta de interés en su financiación por parte de entidades nacionales y algunas internacionales. Hace algunos años presentamos un proyecto al famoso fondo de regalías transferidas a los departamentos por la explotación de petróleo, los que eran dependientes de agremiaciones regionales que concurrían a los conocidos como Órganos Colegiados de Administración y Decisión (OCAD).

El proyecto presentado entonces, contemplada desde el diagnóstico, la prevalencia de la enfermedad, estudios de insectos e inclusive arquitectónicos, ya que los insectos que los trasmiten viven en grietas y techos de las casas. Escogimos para presentarlo formalmente a un departamento cuyo programa de gobierno indican que era prioridad este tipo de enfermedades. Pues bien, después de un trabajo serio y mancomunado nos llegó la evaluación técnica donde indicaron que no era proyecto pertinente. Evaluación realizada en una página con casillas de chequeo donde no aplicaban cuatro de los cinco parámetros evaluados. Este es solo un ejemplo que puede ser refrendado por muchos académicos e investigadores en otras áreas de trabajo.

Ahora entramos a un cambio de gobierno nacional, donde esperamos que desde los ministerios de Educación, Ciencias y Salud se de relevancia a las enfermades olvidadas con el fin de aumentar su conocimiento y visibilidad en los programas formativos en salud, con investigaciones en todo un amplio espectro lo que conlleve a mejores formas de prevención de la enfermedad y atención de pacientes.

Carlos Chagas fue el medico brasileño que describió la enfermedad hace más de un siglo. Mientras sus colegas ganaban el Premio Nobel de Medicina por sus trabajos en algún aspecto específico de otras enfermedades parasitaras, el doctor Chagas nunca lo obtuvo. Fue olvidado como lo está siendo la enfermedad.

*MD, PhD - Profesor Titular - Universidad de los Andes

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Por John M. González *

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