Un estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos ha analizado la tasa de mortalidad en grupos sometidos a hambrunas, epidemias y esclavitud, y la conclusión es que las mujeres resisten mejor estas condiciones.
De acuerdo con el diario El País, la mayor mortalidad registrada en la historia se dio en Liberia entre 1820 y 1843. El Gobierno de EE UU animó a los esclavos liberados a que se marchasen a una nueva patria en África. A muchos solo les esperaba la muerte. El 43% de los emigrados falleció al año de llegar, probablemente debido a enfermedades infecciosas. En esos años, la esperanza de vida de un niño nacido en Liberia era de 1,68 años y la de una niña, de 2,23.
El estudio también analizó las muertes de esclavos en Trinidad y Tobago a principios del siglo XIX, las hambrunas suecas (1772 a 1773) e irlandesas (1845-1849) y dos epidemias de sarampión en Islandia (1846 y 1882). Todos casos en los que la esperanza de vida bajó de los 20 años, y en todos, el promedio de vida de las mujeres superaba el de los hombres, una tendencia que se mantiene hasta hoy, ¿por qué?
La mayoría de la ventaja en supervivencia de las mujeres sobre los hombres se da durante el primer año de vida, después del cual las diferencias entre sexos se atenúan. Los autores creen que esta superioridad tiene una explicación biológica. “El hecho de que entre bebés, cuando las diferencias de comportamiento son mínimas, las niñas sobrevivieran mucho más parece apuntar que la ventaja femenina tiene unas raíces biológicas bien asentadas”, opina Zarulli. “A riesgo de simplificar demasiado, podemos ver fácilmente cómo, para sobrevivir, una tribu imaginaria necesita solo unos cuántos hombres, pero muchas más mujeres. Un solo hombre puede tener muchos hijos, pero el número de bebés que puede criar una mujer es limitado”, explica Virgina Zarulli, investigadora del Centro Max Planck de Odense (Dinamarca), a El País de España.
Según El País, Las hormonas sexuales pueden ser parte de la explicación. Los estrógenos femeninos son antiinflamatorios y protegen el sistema circulatorio, mientras la testosterona está asociada a una mayor mortalidad por algunas enfermedades. Los estrógenos fortalecen el sistema inmune, mientras la testosterona y la progesterona parecen hacer lo contrario. La incidencia de infecciones es menor entre mujeres que hombres (la mayoría de las muertes en las poblaciones analizadas pueden achacarse a la disentería, la inanición y la diarrea). Junto a estos factores biológicos hay otros sociales que han venido ayudando al sexo femenino, como que ellas fuman, beben y se drogan menos, conducen de forma menos temeraria, cuidan más su alimentación y tienen menos comportamientos arriesgados.