Katherine Trujillo se contagió de COVID-19 con siete semanas de gestación. Los síntomas comunes del embarazo –náuseas y vómito– los confundió con las señales de alerta del virus SARS-CoV-2. Bajó de peso, se deshidrató e incluso estuvo una noche hospitalizada. Y aunque tenía el temor de desarrollar otros síntomas y poner su vida y la de Gabriel, su bebé, en peligro, pudo superar el virus sin otras complicaciones. Hoy, casi 11 meses después de superarlo y en estado de lactancia, aún no está convencida de vacunarse contra el COVID-19. ¿La razón? La falta de datos y la contradicción de los diferentes organismos de salud. (Lea: Esto es lo que debe saber para entender el mundo de las vacunas)
Como Katherine, muchas mujeres embarazadas o lactando buscan tener orientación sobre las vacunas, pero se enfrentan a la carencia de información disponible. A este vacío se suma la contradicción de los organismos de salud, como la Organización Mundial de la Salud (OMS) que, luego de reiterar en varias oportunidades que esta población no debería vacunarse, ahora en la actualización de su guía decidió sugerir su vacunación “si su embarazo no es de riesgo. Las de Pfizer y Moderna, que no se han probado en mujeres en gestación, no han mostrado efectos dañinos en estudios con animales”. Una postura que comparten los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), que explican que deberían entrar en el plan de vacunación si presentan comorbilidades o si su trabajo representa un alto nivel de contagio.
Para Angélica Toro, especialista en ginecoobstetricia de la Universidad Javeriana, este vacío en los datos disponibles se debe a que “las mujeres embarazadas o que son lactantes las hemos tenido como si fueran población vulnerable, y si fueran parte de ella se beneficiarían de la vacunación, que tiene como objetivo protegerlas y a los hijos no nacidos de esos tipos de virus que podrían afectarlos. No hay estudios porque siempre se han excluido, probablemente porque tienen cambios fisiológicos que podrían actuar de manera diferente ante cualquier tipo de medicación o vacunación”.
Aunque varios estudios, uno publicado el 5 de septiembre de 2020 en Journal of Travel Medicine, muestran evidencia de que el COVID-19 amenaza la salud materna y perinatal, aún no son prioridad en los planes de vacunación. De acuerdo con la investigación, las mujeres en gestación, principalmente en la segunda mitad del embarazo, tienen mayor riesgo de desarrollar complicaciones como neumonía grave, ingreso a la UCI, necesitar ventilación mecánica invasiva o incluso morir. Los CDC señalan que pueden sufrir resultados adversos, como el parto prematuro o tener preeclampsia, una condición caracterizada por una presión arterial alta.
Desde septiembre se estableció que su riesgo ante el coronavirus era mayor que cualquier daño que podría causar una vacuna. No obstante, no fueron incluidas en los primeros ensayos clínicos de empresas como Pfizer/BioNtech o Moderna. Según Jerica Pitts, vocera de Pfizer, “la farmacéutica no incluyó a mujeres embarazadas y/o que estuviesen lactando en sus ensayos clínicos iniciales porque obedeció a las políticas definidas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de primero realizar estudios de toxicidad en el desarrollo y la reproducción”. (Puede leer: Este sería el cronograma de la llegada de las vacunas de COVID-19 a Colombia)
La falta de pruebas llevó a que varios gobiernos, entre ellos el de Colombia, las excluyeran del plan de vacunación. Fernando Ruiz, ministro de Salud, explicó que “en tanto no se tengan estudios sobre la baja afectación, no estarán incluidas en el Plan Nacional de Vacunación”. Mientras se reúnen esos datos, según el documento final, “solo serán objeto del plan hasta que los fabricantes de las vacunas que se estén aplicando en el país hayan entregado al Invima la evidencia sobre seguridad y eficacia en estos grupos poblacionales y la entidad actualice la Autorización Sanitaria de Uso de Emergencia correspondiente”.
Por su parte, la OMS asegura que la tecnología que están empleando las vacunas contra el COVID-19 en el mundo es segura. Una teoría que también respaldan los CDC y argumentan que no generaría un riesgo para una mujer embarazada o en lactancia. “Las vacunas ARN mensajero no contienen el virus vivo que causa el COVID-19 y, por lo tanto, no pueden hacer que una persona se infecte. No interactúan con el ADN porque el ARNm no ingresa al núcleo de la célula. Las células rompen el ARNm rápidamente. Aunque los expertos creen que es poco probable que representen un riesgo específico para las personas embarazadas”.
La Federación Colombiana de Obstetricia y Ginecología (Fecolsog) resalta que algunas de las vacunas que estarán disponibles en Colombia son basadas en ARNm, en virus inactivos y en vectores (no contienen virus vivos), por lo que es probable que no ocasionen problemas en el feto ni en la madre. Pero, advierten, es una recomendación teniendo en cuenta la información de estudios que evidencian que el COVID-19 puede ser más grave en madres gestantes. “La decisión final de aceptar la vacuna debe ser de la gestante, basada en la información disponible, sus condiciones médicas y los riesgos y beneficios reportados”, añadieron.
Para Edith Ángel Muller, especialista en ginecología y obstetricia y profesora de la Universidad Nacional, las vacunas inducen respuestas inmunitarias protectoras en la madre, creando anticuerpos que se transmiten al bebé y sirven para protegerlos. “Por eso, tanto para las mujeres lactantes como para embarazadas considero que lo mejor es vacunarlas, de pronto no en el primer trimestre de la gestación. Priorizaría sobre todo a las mujeres gestantes que tienen otros riesgos como diabetes, hipertensión, asma o que ocupan un cargo que tenga un alto riesgo de contagio”, dijo. (Puede leer: Reinfecciones por COVID-19, ¿qué tanto se conoce?)
A la postura de Edith se adhiere Fecolsog, que señaló que luego de conocer los resultados de los estudios “sugerimos la vacunación en mujeres gestantes como grupo priorizado para disminuir estos eventos relacionados con COVID-19, particularmente en las mujeres con presencia de comorbilidades durante el embarazo que incrementan el riesgo de enfermedad severa”. Para Ángela, las mujeres gestantes que tengan alguno de estos dos requisitos también deberían estar en los grupos prioritarios. Pero resalta la importancia de tenerlas en cuenta en futuros ensayos clínicos.
“Hay una necesidad de que las incluyamos en los estudios, teniendo en cuenta los principios de la bioética, como la autonomía (voluntarias), la obligación moral (incluirlas), el de beneficencia (no discriminarlas), el de no maleficencia (extremar beneficios y minimizar riesgos) y el de justicia (acceso universal para las personas que se creen susceptibles)”, comentó Toro. En Europa hay más de 15 mil mujeres gestantes que quieren ser parte de los ensayos. Pfizer tiene programado comenzar un estudio en mujeres embarazadas en la primera mitad de 2021 y Moderna creó un registro para documentar los resultados en quienes reciben la vacuna.
En el caso de Colombia, “la experiencia hasta el momento con la administración de vacunas a pacientes embarazadas es amplia con respecto a la prevención de patologías como tosferina, tétanos, influenza”, destacó Fecolsog. Hasta el momento en el país, 6.245 mujeres embarazadas se han contagiado de coronavirus, de las cuales 5.800 han presentado algún síntoma, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Colombia (INS), y pese a que las organizaciones mundiales cambiaron su postura y alegan que esta tecnología es segura para las mujeres gestantes o en lactancia, en Colombia deberán esperar a que se recolecten más datos. (Le puede interesar: COVID positivo: ¿tiene sentido que también esperen una vacuna?)