Algunos les dicen glorietas. Otros “rompoi” o “romboi”, en una mala adaptación del inglés Round Point. Rotondas puede ser menos común pero más preciso. En todo caso, el problema con estos círculos en los que desembocan varias carreteras, va mucho más allá de los sustantivos y su pronunciación. El verdadero problema es el alto riesgo de accidente al entrar en ellas.
Un estudio divulgado recientemente por la organización Automovilistas Europeos Asociados (AEA) demostró que “en las intersecciones de carretera donde existe una rotonda giratoria se observa un incremento en la frecuencia de los accidentes”. El análisis capturó datos de carreteras europeas entre 2012 y 2016.
La conclusión es sin duda una alerta para los conductores: en zonas no urbanas el número de accidentes mortales en este tipo de intersecciones se duplicó mientras en zonas urbanas fue fue del 86,6%.
Al evaluar todo tipo de accidentes (no sólo los mortales), los autores del trabajo detectaron que en 2012 se produjeron en este tipo de cruces 27 de cada 100 accidentes (2.355 sobre un total de 8.477) y en 2016 el porcentaje aumentó hasta casi el 34% (3.374 frente a 9.701). En zonas urbanas también se aprecia un incremento, aunque menor: del 16% de 2012 al 18% de 2016.
La advertencia de Automovilistas Europeos Asociados a los conductores es que aprendan a entrar y salir de estas intersecciones con más cuidado porque después de todo las rotondas permiten una mayor eficacia en el control del tráfico.
La organización también realizó recomendaciones a los funcionarios encargados de su diseño para que evalúen mucho mejor caso por caso y determinen si lo más útil puede ser una miniglorietas, glorietas dobles, glorietas partidas, semaforizadas.