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Científicos del Reino Unido y los Países Bajos descubrieron por qué la percepción del tiempo cambia durante el ejercicio.
Como ya se ha dicho en varias ocasiones, durante el esfuerzo físico intenso las personas tienden a sentir que el tiempo transcurre más lentamente. Para comprobar las implicaciones de este cambio de percepción, un equipo de investigadores investigó cómo 33 participantes percibían el paso del tiempo mientras realizaban una prueba de ciclismo estacionario. En distintos momentos del ejercicio, se les pidió que contaran mentalmente 30 segundos con la mayor precisión posible.
Los resultados, publicados en la revista Brain and Behavior, mostraron que, efectivamente, a medida que el esfuerzo físico de los participantes aumentaba, también lo hacía su capacidad para medir correctamente el tiempo. Es decir, cuando creían que habían pasado 30 segundos, en realidad el cronómetro apenas marcaba 27. Esta variación, según le contó Andrew Edwards, autor principal del artículo, al portal IFL Science, es una desviación que puede llegar a ser del 25 % cuando el ejercicio es especialmente exigente.
El estudio incluyó tres condiciones: una contrarreloj individual, una carrera junto a un avatar y una tercera en la que debían superar al avatar. Esta última fue la que generó la mayor distorsión temporal.
“Durante el ejercicio parece probable que el estímulo de la actividad física cree un estado asociativo intensificado de conciencia de los impulsos y provoque una percepción de ralentización del tiempo”, explicó Edwards. En sus palabras, la mente se enfoca tanto en la incomodidad física, que esa sensación se dilata y hace que el tiempo parezca más largo.
Los científicos, además, compararon este fenómeno con lo que ocurre en el cerebro humano ante situaciones de amenaza o peligro. Por ejemplo, cuando estamos en riesgo, el cerebro activa mecanismos de alerta que nos hacen sentir que el tiempo se ralentiza. Lo mismo parecería pasar en un entrenamiento intenso, donde el cuerpo está en estado de alta activación física y sensorial.
Edwards también afirmó que los resultado de su investigación podría otorgar información valiosa para que las personas tengan en cuenta a la hora de elegir sus rutinas de actividad física e, incluso, optimizar las mismas.
En el artículo también se hace la aclaración de que el estudio fue realizado con un número reducido de personas que, además, estaban en buena forma física. Sin embargo, los resultados abren nuevas preguntas sobre cómo usamos y experimentamos el tiempo en relación con el cuerpo y el esfuerzo. También, según Edwards, puede ayudar a entender por qué ciertas personas encuentran el ejercicio desagradable: no solo duele, sino que parece eterno. Explorar formas de contrarrestar esa percepción podría ser clave para promover una actividad física más placentera y sostenible.
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