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Ratones con Alzhéimer pueden memorizar

Científicos españoles logran eliminar las manifestaciones tempranas de la enfermedad con una terapia elaborada con ratones.

Redacción Vivir
27 de abril de 2014 - 05:48 p. m.
Ratones con Alzhéimer pueden memorizar

La enfermedad del olvido es una de las patologías neurológicas más frecuentes y más dolorosas. Frecuentes, porque según la Asociación de Alzheimer 'Hechos y Cifras de la enfermedad de Alzheimer, 2014', se estima que el riesgo de una mujer en desarrollar la enfermedad a los 65 años es de 1 en 6, en comparación a 1 en 11 entre los hombres. Dolorosa, porque aunque no lastime físicamente, duele en el alma. Es como vivir lo no vivido porque se anulan los recuerdos. Es como estar, sin haber estado nunca.

Las primeras etapas de la enfermedad de alzhéimer se manifiestan en la incapacidad de aprender y de memorizar. No recordar el lugar de trabajo, el barrio donde se vive, el colegio del que se graduó o el nombre de la ciudad de origen son síntomas comunes.

El diario El País de España asegura que "científicos españoles han logrado revertir, en ratones de laboratorio, esa pérdida de memoria en la fase inicial de la enfermedad de manera que, con su terapia génica, los animales recuperan la capacidad de recordar".

Sin embargo, no saben aún si su estrategia será efectiva cuando la enfermedad se agrave y pase a escenarios avanzados. Lo que sí han tenido en cuenta es que, tal vez, se pueda desarrollar algún fármaco que active el gen que deja de funcionar correctamente. Este es el que disminuye la capacidad cognitiva de los afectados.

Carlos Saura y sus colegas del Instituto de Neurociencias de la Universidad Autónoma de Barcelona, realizaron un estudio con ratones que fueron modificados genéticamente. El experimento elevaba los niveles de la proteína beta-amiloide que se acumula en el cerebro de los pacientes de alzhéimer en forma de placas.

Los investigadores descubrieron que el gen Crtc1 era un activador de cientos de otros genes implicados en las conexiones neuronales y alteraba los estadios iniciales de la enfermedad, en los ratones y en muestras cerebrales humanas. Aplicaron, también, una nueva terapia génica directamente en el hipocampo, "la región del cerebro donde se procesa y almacena ese tipo de memoria de situaciones, tiempo, lugares", dice Saura.

El experimento se llevó a cabo en una piscina de un metro cuadrado en donde había una plataforma sumergida en la que sobresalía un pequeño pico. En las paredes había referencias que les recordaba a los ratones la ubicación del islote. En pocos días de aprendizaje, los ratones sanos aprendieron a encontrarlo sin dificultad. No obstante, los que tenían alzhéimer pudieron dar con la plataforma un día, pero al siguiente eliminaron su proceso mental, no recordaron la ruta y volvieron a buscarla. "Con la terapia génica que les aplicamos, inyectándoles el gen no defectuoso en el hipocampo, los ratones con alzhéimer recuperaron la capacidad de aprender y memorizar como los sanos", afirmó el investigador.

La terapia, entonces, consistió en inyectar, mediante cirugía, el gen Crtc1 directamente en el hipocampo. De esta forma, las neuronas que no funcionaban se restauraron. Así, con la nueva proteína que produce el gen sano, se rehabilitaron los genes implicados en las conexiones neuronales y el ratón recuperaba la memoria a largo plazo. Ahora el animal era capaz de dirigirse directamente a la plataforma de la piscina, en vez de comenzar su travesía de prueba y error todos los días.

El problema surge cuando se traslada el mismo experimento a los humanos. Comenta Saura que sería complicado traducir esta forma de terapia génica con inyección en el hipocampo. "La idea es aplicar estos conocimientos para diseñar fármacos que activen el gen defectuoso en el paciente, de manera que recupere la capacidad de aprender y memorizar", explica. De modo que se trata de alteraciones patológicas iniciales que podrían prevenir la pérdida cognitiva.

El siguiente paso para estos neurocientíficos es hacer el seguimiento a más largo plazo con la misma terapia en ratones para ver si se frena el desarrollo de la enfermedad a más largo plazo. Por otro lado, buscarán indagar en los efectos que tiene este procedimiento en fases más avanzadas.

Lo anterior da cuenta de un avance en los primeros escalones de una enfermedad que no tenía cura. Aún hacen falta aplicar los estudios a los humanos y mirar, en detalle, sus efectos en situaciones más graves. Por lo menos, es una apuesta por recuperar lo vivido.

Por Redacción Vivir

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