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Es probable que en algún momento haya escuchado decir que el desayuno es la comida más importante del día, pero ¿sabe las razones detrás de esa afirmación? O, ¿qué pasa en nuestro cuerpo cuando nos saltamos esta comida? La lista de efectos negativos es amplía, y van desde dificultades para concentrarse hasta mayor riesgo de obesidad y problemas cardiovasculares.
El desayuno se considera una comida clave debido a su papel para regular los procesos metabólicos, los mismos que convierten los alimentos en energía. Al recibir el primer alimento del día, se rompe un ayuno que normalmente es de ocho horas —el tiempo que dormimos durante la noche—, aunque en algunas personas puede ser de menos tiempo y en otras un poco más.
En otras palabras, al desayunar “el cuerpo recibe el combustible para reactivar el metabolismo y tener suficiente energía para empezar las actividades del día”, explica el nutricionista y dietista Alberto Ángel Martín, director de la Escuela de Nutrición de la Universidad Industrial de Santander (UIS).
Aunque lo más común es hablar sobre los beneficios de una buena alimentación, las consecuencias por saltarse el desayuno han sido poco estudiadas. Así lo afirma un estudio publicado recientemente en la revista Nutrition Research que evaluó qué relación tiene no desayunar con enfermedades como la obesidad, la diabetes, las enfermedades neurodegenerativas, el rendimiento deportivo, los trastornos psiquiátricos y la salud cognitiva.
Para esto, las investigadoras de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP), en Brasil, hicieron una revisión sistemática, es decir, evaluaron la mejor evidencia científica disponible sobre ese tema. Analizaron 66 estudios publicados entre 2010 y 2025. A 22 los clasificaron como “alta evidencia”, que incluían metaanálisis y ensayos clínicos, y los 44 restantes los clasificaron como de evidencia moderada. Los estudios incluían personas de diferentes grupos de edad, tanto sanas como con enfermedades preexistentes.
Lo que encontraron es que hay una asociación entre omitir el desayuno y el aumento del apetito, la resistencia a la insulina, el riesgo cardiovascular, el riesgo de tener obesidad y la disbiosis (un desequilibrio en los microorganismos) del microbioma intestinal, lo cual puede contribuir a un mayor riesgo de enfermedades crónicas. Las autoras también encontraron que hay una asociación con el deterioro cognitivo, trastornos del estado de ánimo y un menor rendimiento deportivo.
Según escriben las investigadoras Tatiana Palotta Minari y Luciana Pellegrini Pisani, contrario a lo que muchos pueden pensar, omitir el desayuno está asociado con la obesidad y el aumento de peso debido a la alteración de las respuestas hormonales que influyen en el hambre y el equilibrio energético.
En palabras más sencillas, “cuando se hace ayuno en la mañana, se tiende a comer mucho más en el almuerzo, porque han pasado más de ocho horas de ayuno. Saltarse un tiempo de comida va a generar que se aumente el deseo de hambre y la persona termine comiendo más”, menciona Ángel Martín, de la UIS, y quien no participó en el estudio.
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En los casos de las personas que suelen hacer ejercicio sin desayunar, Ángel Martín asegura otro posible efecto adverso: la hipoglucemia, que ocurre cuando hay bajos niveles de glucosa (azúcar) en la sangre. “Esto también aumenta el riesgo de lesiones porque el cuerpo no tiene suficientes nutrientes ni energía para estar concentrados en el deporte, para recuperar los tejidos frente alguna lesión y el sobreesfuerzo físico”, agrega.
A nivel óseo, el estudio destaca que saltarse el desayuno también se ha relacionado con una menor densidad mineral ósea, deficiencia de vitamina D y un aumento de la disfunción renal (que ocurre cuando los riñones dejan de funcionar correctamente), lo que sugiere implicaciones más amplias para el riesgo de enfermedades crónicas más allá de la salud metabólica.
Sobre las afectaciones a nivel cognitivo, las investigadoras brasileñas mencionan que “el cerebro depende de un suministro constante de glucosa para su óptimo funcionamiento, y las interrupciones en la ingesta energética matutina pueden comprometer la memoria, la atención y la velocidad de procesamiento”. El director de la Escuela de Nutrición de la UIS coincide con esto, y explica que sin desayuno no hay nutrientes ni energía para rendir en el trabajo o en la escuela.
A estos efectos, el estudio señala que, tras evaluar la evidencia disponible, hallaron otra asociación con la ansiedad y la depresión: son trastornos, se lee en el artículo, que pueden verse exacerbados por patrones de alimentación irregulares, lo que influye en la regulación de los neurotransmisores, los cuales facilitan la comunicación rápida entre las neuronas.
Según mencionan las investigadoras, los estudios analizados sugieren que saltarse el desayuno se correlaciona con tasas más altas de trastornos psiquiátricos, posiblemente debido a “la desregulación del cortisol”, conocida como la hormona del estrés, “y a desequilibrios en las vías de la serotonina y la dopamina”, dos neurotransmisores que controlan el estado de ánimo.
No cualquier comida es un buen desayuno
Ahora, desayunar simplemente por comer algo no es suficiente. La primera comida debería estar compuesta por todos los grupos de alimentos para que el cuerpo pueda recibir los nutrientes que necesita. El docente de la UIS explica que un buen desayuno debe incluir: un lácteo; un alimento proteico, preferiblemente huevo que es un alimento con una buena cantidad de proteína; una porción de fruta, que es fuente de micronutrientes y de fibra, y un cereal o carbohidrato integral, como una tostada integral o un pan integral.
Un desayuno balanceado sirve para activar el metabolismo, y ayuda a crear un hábito intestinal saludable, que implica tener una disposición regularmente sin esfuerzo. Sin embargo, para que esto suceda también es necesario tener una cena planificada, pues estos alimentos están conectados entre sí. “Muchas personas tienen cenas con muy poca fibra y además se acuestan tarde. Esto provoca estreñimiento”, explica el nutricionista Ángel Martín.
Sin embargo, que todas las personas tengan un desayuno balanceado depende de varios factores. Hay uno fundamental: las brechas socioeconómicas. El estudio de las investigadoras brasileñas menciona que “la omisión del desayuno es más frecuente en comunidades de bajos ingresos y con inseguridad alimentaria. No siempre es una elección, sino una consecuencia de las desigualdades”.
Aunque en Colombia no hay datos sobre cuántas personas desayunan, hay algunos que ayudan a dimensionar cuál es la tendencia. El DANE, por ejemplo, en 2022 publicó los datos de la Inseguridad Alimentaria en el país. Allí menciona que 28 de cada 100 hogares tuvieron dificultades para acceder a los alimentos en ese año, debido a falta de dinero y otros recursos. La prevalencia de inseguridad alimentaria grave fue de 4,9%, lo que significa que en 5 de cada 100 hogares al menos una persona tuvo hambre y no comió durante todo un día por falta de dinero u otros recursos. A nivel individual, en 2022, 15 millones 560 mil personas estaban en situación de inseguridad alimentaria moderada o grave en todo el territorio nacional.
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