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Una súplica de los médicos: no exagere con los suplementos

Los suplementos que se venden como naturales están un “boom”. Muchos pacientes los usan para tratar sus enfermedades. Pero quienes saben de medicina tienen una petición: dejen de consumirlos de manera excesiva y sin una guía.

Ashwin Rodrigues / The New York Times

10 de octubre de 2025 - 11:59 a. m.
Pastillas, suplementos en polvo, licuados... La gama es muy amplia. Los doctores solo le piden tener mucha prudencia.
Foto: NYT - ARD SU
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A principios de este año, un hombre de 49 años con dolor en el pecho visitó a Danielle Belardo, cardióloga. Durante algún tiempo, había estado tratando su colesterol alto no con la estatina sugerida por su médico, sino con suplementos de berberina y arroz de levadura roja. Había oído que eran más naturales.

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Los suplementos no habían controlado su enfermedad, ni mucho menos. Belardo descubrió que no solo seguía teniendo el colesterol alto, sino que también tenía las enzimas hepáticas elevadas y una enfermedad coronaria tan grave que necesitaba una operación a corazón abierto.

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Lo refirió para el procedimiento y empezó a darle dos medicamentos para bajar el colesterol, incluida una estatina. También le dijo que dejara los suplementos. Unas semanas después, los problemas hepáticos se resolvieron.

En un momento en que los estadounidenses compran y toman cantidades récord de suplementos —más de la mitad de los adultos consumen alguno—, algunos médicos y dietistas intentan convencer a los pacientes de que se lo tomen con calma.

En su consulta de Pasadena, California, Belardo suele adoptar una línea dura, y “desprescribe” suplementos con regularidad. El año pasado, convenció a una paciente para que dejara de tomar 132 de ellos, incluidos algunos para “desintoxicar” los riñones y el hígado. Marily Oppezzo, instructora de medicina en el Centro de Investigación Preventiva de Stanford y dietista diplomada, dijo que sigue el ejemplo de Marie Kondo al preguntar a sus pacientes cuáles les provocan una “alegría real y respaldada por pruebas”.

Una gran variedad de gomitas, píldoras y polvos se clasifican como suplementos, entre ellos vitaminas y minerales, compuestos como la creatina y productos a base de hierbas como la ashwagandha y la kava. Casi todos los médicos dicen que algunos de ellos tienen su lugar; las mujeres se benefician de tomar ácido fólico, por ejemplo, cuando intentan tener un bebé. Algunas personas tienen carencias de vitaminas o minerales que los suplementos pueden ayudar a solucionar.

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Pero los suplementos también pueden provocar efectos secundarios, de los que a veces los pacientes se “asombran” al enterarse, dice Mitra Rezvani, médica hospitalaria del Centro Médico Westchester de Nueva York. Muchos son simplemente incómodos, problemas estomacales, por ejemplo. Pero algunos son más graves. Un artículo publicado en The New England Journal of Medicine estimaba que los suplementos son responsables de 23.000 visitas a urgencias al año.

Las formas en que los médicos abordan la cuestión pueden variar. Rezvani ha hecho que los pacientes hagan una lista de todo lo que toman y expliquen por qué, lo que ayuda a iniciar una discusión sobre lo que deberían reconsiderar.

Y Jen Gunter, ginecóloga-obstetra de San Francisco, intenta no presionar demasiado. “Lo peor que puedes hacer es que un paciente sienta que no puede hablar contigo”, cree.

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Aun así, cuando ve a otra paciente que toma suplementos probióticos, “siempre le digo: bueno, si esos funcionaran, usted no vendría a verme”.

Náuseas y sarpullidos

La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) solo regula ligeramente los suplementos, ya que los controla con menos rigor que los medicamentos, sin aprobar su seguridad o eficacia antes de que lleguen al público. Se ha descubierto que los suplementos están mal etiquetados, tanto en lo que se refiere a los ingredientes como a su concentración. Y algunos se mezclan mal con ciertos medicamentos, o entre sí.

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Debido a lo que algunos han denominado la naturaleza “del salvaje oeste” del mercado, puede resultar difícil predecir los efectos secundarios adversos. Pieter Cohen, profesor adjunto de medicina de la Facultad de Medicina de Harvard que estudia los suplementos, tuvo una paciente de 45 años que desarrolló erupciones en las piernas y la espalda después de empezar a tomar un suplemento contra la migraña. Cohen le sugirió que dejara de tomar el suplemento, y las erupciones desaparecieron.

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Gunter se preocupa por los suplementos ayurvédicos, algunos de los cuales se ha descubierto que incluyen plomo, arsénico y mercurio. Otros médicos están atentos a los signos de daños hepáticos relacionados con los suplementos. El año pasado, investigadores de la Universidad de Míchigan calcularon que 15 millones de adultos estadounidenses toman un suplemento que podría causar toxicidad hepática, como la cúrcuma o el arroz de levadura roja.

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En una ocasión, Rezvani trató a una mujer de 70 años que había experimentado náuseas, ictericia y orina oscura tras empezar a tomar un suplemento de cúrcuma, así como semaglutida, el compuesto del medicamento Ozempic. Ella y su equipo determinaron que el suplemento probablemente había dañado el hígado y posiblemente interactuaba con la medicación.

La paciente dejó de tomar el suplemento. Poco después, su función hepática mejoró.

Pasar por alto problemas subyacentes

Belardo dice que entiende por qué sus pacientes recurren a los suplementos. Destacados médicos los venden y promocionan en internet. Las industrias farmacéutica y sanitaria han desilusionado a muchos estadounidenses. Y algunos pacientes se sienten ignorados en el médico, lo que les lleva a buscar tratamientos alternativos para su dolor.

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En algunos casos, la gente puede tomar un suplemento para controlar un síntoma no deseado, en lugar de someterse a pruebas médicas que revelarían la causa raíz del problema.

En 2021, una mujer de 44 años acudió a Belardo para una evaluación. Durante la visita, la paciente señaló que, por recomendación de un naturópata, había estado tomando un suplemento de hierro para tratar la anemia y la fatiga, pero seguía sintiéndose cansada.

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El suplemento de hierro en sí no preocupaba a Belardo. Lo que sí la inquietaba era que el naturópata no había sondeado el problema subyacente. Con la esperanza de averiguarlo, Belardo envió a la paciente a un gastroenterólogo, quien le realizó una colonoscopia. El diagnóstico: cáncer de colon en estadio IV.

Era una versión extrema del tipo de situación que más la frustra.

“Se habían perdido meses, si no años, de oportunidades para una detección y un tratamiento más tempranos”, lamenta Belardo, “porque su atención se reducía a la prescripción de suplementos”.

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Por Ashwin Rodrigues / The New York Times

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