¿Quién no conoce Tetris? Es de esos videojuegos que nos hace a todos, de una u otra forma, gamers, pues así sea al menos una vez todos hemos jugado con estas piezas. Es tan grande su popularidad hasta hoy, más de 40 años después de su primera versión, que sigue siendo el juego más vendido en la historia de esta industria con 520 millones de copias.
Y lejos de los grandes epicentros del Gaming en el mundo, Japón y Estados Unidos, este famoso juego de lógica fue creado al lado oriental de la popular cortina de hierro. Como Winston Churchill bautizó la frontera imaginaria entre el bloque capitalista y el bloque comunista durante la Guerra Fría, la cual enfrentó a Estados Unidos y la Unión Soviética.
Fue precisamente de esta última nación de donde salió el primer formato jugable de Tetris, creado por Alekséi Pázhitnov en una Electronika 60; computadora gubernamental en la actual Rusia. En ese entonces era apenas un prototipo a blanco y negro carente de los icónicos sonidos y colores que en occidente conocemos y es emblema de la cultura pop.
Aun así, era una versión lo suficientemente buena para poder venderse primero en Europa, luego en Japón y finalmente en Estados Unidos en donde llegó a la fama gracias a la Nintendo Game Boy. Consola y videojuego se hicieron inseparables hasta convertirse en uno de los éxitos más importantes del mercado que marcó un antes y un después en el mundo.
¿Qué es el efecto Tetris?
Sin embargo, la pregunta del principio sigue siendo la misma ¿Qué es el efecto Tetris? En palabras concretas es un fenómeno cognitivo que experimenta una persona al estar expuesta mucho tiempo a una misma tarea que realiza en repetidas ocasiones en un corto periodo de tiempo.
Pero ¿Todo esto qué relación tiene con el afamado juego ruso? Algunas personas que juegan o han jugado el título han dicho que terminan pensando cómo acomodar en su mente objetos de la vida real, edificios o baldosas, de la misma forma que lo hacen en la entrega.
Incluso, al cerrar los ojos, estos individuos pueden seguir imaginando piezas cayendo sobre sus cabezas. Un patrón visual que puede ser considerado como una alucinación que puede alterar la percepción del mundo real y la forma en la que interactúan con él y lo que lo compone.
¿Qué otras consecuencias tiene el efecto Tetris?
Comenzando por las positivas, un estudio de Lynn Okagaki y Peter Frensch en 1994 concluyó que las rotaciones espaciales, la percepción espacial y la visualización espacial resultaron ser habilidades beneficiadas por el efecto Tetris. Eso sí, solo para aquellos que jugaron durante un periodo de tiempo prolongado.
Incluso, otro estudio de Oxford en 2009 declaró que jugar videojuegos del estilo de Tetris -de lógica y estrategia- previene el desarrollo de recuerdos traumáticos. Aquellos eventos en la vida de una persona que de manera repentina aparecen en la mente y provocan estrés, ansiedad o depresión.
Sin embargo, una investigación de estudios académicos acerca del “Game Transfer Phenomena” (GTP) también señaló que no todos los videojuegos producen el efecto Tetris de la misma manera y mucho menos en todas las personas. Luego de muchas horas jugando, algunos individuos pueden escuchar o ver elementos del juego en la vida real.
El efecto Tetris lo sumerge en un videojuego
Es como sentirse dentro de un juego, lo que puede provocar disociación y acciones automáticas o involuntarias frente a objetos cotidianos. Lo que, hasta ahora, no ha podido ser determinado como una consecuencia negativa o positiva en la vida de las personas.
Pues el efecto Tetris no se limita al Gaming, es tan solo el fenómeno que se produce en la cabeza luego de repetir durante más de seis horas continuas la misma acción. Desde lavar platos, apretar un botón, coser de la misma forma o hasta escribir la misma palabra una y otra vez.
En conclusión, el efecto Tetris crea hábitos y es capaz de modificar cognitivamente a una persona. No obstante, es una situación transitoria que desaparece luego de un descanso y no repetir esa misma actividad, sea acomodar piezas en una pantalla o cualquier otra. En ese sentido, tiene el potencial de convertirse en una acción terapéutica y reparadora.