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Cada ocho días, el regreso del capitán y su crucero a Cartagena

Para el capitán Díaz, regresar a Cartagena como comandante del crucero Serenade of the Seas representa el cierre de un ciclo. “Aquí viví parte de mi infancia, aquí comenzó mi vocación. Y ahora regreso con una tripulación que representa al mundo entero, en un barco que conecta culturas, economías y destinos”. Oficialmente, Cartagena regresa al escenario internacional como puerto de inicio de cruceros. Cada domingo, los pasajeros podrán zarpar desde la Terminal de Cruceros de Cartagena a bordo de uno de los barcos dispuestos por Royal Caribbean. Una operación que se extenderá hasta abril de 2027 y que incluye 75 embarques, zarpando desde la Terminal de Cruceros de Cartagena, en el barrio Manga.

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Pedro Mendoza
20 de octubre de 2025 - 07:12 p. m.
Capitán Carlos Díaz.
Capitán Carlos Díaz.
Foto: Pedro Mendoza
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Los domingos de octubre en Cartagena a veces son lluviosos, y en la tarde el calor es muy fuerte. Durante casi 500 años, la bahía de la ciudad, con murallas, piratas y galeones, fue la entrada comercial de América. Su ubicación estratégica y sus privilegiadas condiciones naturales hicieron que los marinos españoles, desde la época colonial, vieran en ella el lugar perfecto para establecer su puerto principal.

En esa misma bahía, en la Terminal de Cruceros del Grupo Puerto de Cartagena, está listo para zarpar el Serenade of the Seas. Forma parte de la clase Radiance de la naviera Royal Caribbean, con capacidad para 2.148 pasajeros y 859 tripulantes.

Es considerado, por su tiempo navegando, como el crucero más largo del mundo: un viaje de 274 noches que recorrió los siete continentes, más de 150 destinos en 65 países y 11 maravillas del mundo moderno, en una aventura que se conoció como el Ultimate World Cruise. Zarpó desde Miami el 10 de diciembre de 2023 y concluyó en septiembre de 2024.

Ahora, aquí en Cartagena, de domingo a domingo, los cruceristas tendrán la misma experiencia de lujo, exploración cultural y atención personalizada mientras navegan por el ancho mar.

En medio de maniobras técnicas y saludos protocolarios, el capitán del crucero, Carlos Díaz, conversó con El Espectador sobre su trayectoria profesional, la vida en alta mar, el vínculo con su familia y el significado de regresar a una ciudad que considera parte de su historia.

Panameño de nacimiento, también lleva en la piel la marca del mar de Cartagena, que conoció desde muy pequeño. Aquí estudió, conoció a sus amigos y, en bicicleta, iba a su colegio en el barrio de Crespo. Mientras caminábamos por un pasillo de su buque, me recuerda que la historia de los cruceros es joven si se compara con la del viejo mar.

Un documento de la Universidad Tecnológica de Bolívar sostiene que hacia el año 1821 el rey Carlos XIV de Suecia inauguró el primer barco de crucero para su servicio.

Según algunos expertos, en 1835 un anuncio ficticio de un vapor transatlántico publicado en el periódico inglés Shetland Journal presentaba un crucero por Escocia, Islandia y las Islas Feroe. La propuesta, ideada por Arthur Anderson, nunca se realizó, pero el interés que generó impulsó la creación de una compañía naviera.

En esta historia del mar aparece P&O Cruises, fundada en 1837, lo que la convierte en la línea de cruceros más antigua del mundo. Un corredor marítimo londinense llamado Brodhie McGhie Wilcox y un marinero escocés, Arthur Anderson, iniciaron esta travesía marinera.

Sin embargo, fue solo hasta 1844 que la línea transportó a sus primeros pasajeros a Atenas, Gibraltar y Malta. Estos primeros viajes se reconocen hoy como los orígenes de lo que actualmente consideramos un crucero; eran tiempos en los que los buques servían más como medio de transporte que como viajes de lujo y placer.

Caminamos con el capitán por un pasillo donde hay objetos marineros en el decorado: una timonera, la silueta de un velero a escala, un cabo amarrado y una campana que acompañan los espacios comunes, donde se combinan el acero naval y las maderas nobles.

Es una de las 12 cubiertas, con espacios amplios y varios caminos. Recordamos cómo el mar de Cartagena ha sido testigo de la llegada del turismo por sus aguas.

Una publicación de la Universidad de Cartagena sostiene: “En la ciudad, con su insípido puerto, el desarrollo del turismo marítimo tenía su origen en 1909, cuando los vapores internacionales empezaron a zarpar tímidamente”. Afirma que entre 1935 y 1940 se recibieron 89.433 turistas en 641 vapores.

“Según se nos informa, tocará a nuestro puerto el vapor Avon de la Royal Mail, con cerca de 300 turistas; situación que también se registra el 9 de marzo de 1911 y en febrero de 1912, con el arribo del vapor Laurentic de la compañía White Star Line, con 425 turistas”, sostiene el documento universitario citando al periódico El Porvenir de Cartagena.

De la historia de los cruceros a los tiempos modernos

El capitán Díaz recibe a un oficial que le informa que ya todo está preparado. En una sala se encuentran las autoridades, periodistas y marinos del Serenade of the Seas. Este buque cuenta con 293 metros de eslora —término marinero que señala la longitud—, 39 metros de manga —ancho—, junto con 13 cubiertas y 1.073 camarotes.

Luego de las palabras de saludo, se hizo el anuncio importante para la ciudad y para el mercado de cruceros de la región del Caribe.

Oficialmente, Cartagena regresa al escenario internacional como puerto de inicio de cruceros. Cada domingo, los pasajeros podrán zarpar desde la Terminal de Cruceros de Cartagena a bordo de uno de los barcos dispuestos por Royal Caribbean. Una operación que se extenderá hasta abril de 2027 y que incluye 75 embarques, zarpando desde la Terminal de Cruceros de Cartagena, en el barrio Manga.

Terminan las palabras y, en ese ambiente marinero, se produce el intercambio de placas: una tradición náutica milenaria en la que se deja constancia de agradecimiento tanto de quien llega por el mar como de quien recibe la visita.

Para la coordinadora de la Terminal de Cruceros de Cartagena, María Emilia Bonilla, “iniciar un crucero desde nuestra ciudad es generar nuevas oportunidades para todos. Este paso fortalece nuestra conectividad con el Caribe y acerca los cruceros a los latinoamericanos, quienes podrán iniciar la travesía desde su propia región”.

Le dice a este diario que se trata de un gran reto y una oportunidad que se refuerza con la alianza de todas las autoridades que participan en esta operación de embarque. “Esto significa que ven en el puerto de Cartagena una infraestructura y una capacidad competitiva. Respondemos con los más altos estándares de calidad”.

En cifras, Cartagena es el puerto líder en Colombia en materia de cruceros: recibe más del 95 % de los barcos de este tipo que llegan al país. En la temporada 2025-2026, que comenzó el 29 de septiembre de 2025 y se extiende hasta el 28 de junio de 2026, se esperan 180 recaladas. Un total de 36 líneas navieras visitarán la ciudad.

Terminados los anuncios y el protocolo, con el capitán Díaz nos dirigimos a uno de los comedores, preparado para atender a sus invitados. Es amable; su crucero está perfectamente acondicionado y hasta el mínimo detalle controlado.Un hombre al que el mar busca cuando está en tierra.

Se formó como marino en la Escuela Náutica de Panamá, donde inició sus estudios en 1996. En 2001 comenzó a navegar en buques de carga, muchos de los cuales recalaban en Cartagena.“Curiosamente, veníamos a Cartagena con contenedores. Era una ruta frecuente”, recuerda. En 2005 se unió a la flota de Royal Caribbean, donde ha desempeñado distintos cargos hasta llegar a capitán. Su experiencia incluye haber sido segundo al mando en el crucero más largo registrado en el mundo: 278 noches, 60 países, una travesía que define como “inolvidable”.

El mar ha sido su espacio de vida; ha moldeado su carácter. “Despertarse cada día en un puerto diferente es parte de la rutina. Pero estar en esta región, cerca de mi gente, con mi familia en Panamá y Cartagena, me llena de orgullo. El mar me llama, es paz. Aunque en tierra estoy feliz, llega ese momento en que el mar me busca”.

Para Díaz, navegar no es solo una ruta: es un entorno que exige respeto, disciplina y atención constante.

Reconoce que la familia es el eje que sostiene la vida de quienes trabajan en altamar. “La familia es lo que hace que el marino vuelva a casa. Aquí tenemos la ventaja de que pueden venir a bordo, y ahora que estamos cerca, aún más. Forma parte de las alegrías”.

El crucero Serenade of the Seas tiene, bajo su liderazgo, una tripulación diversa: a bordo conviven 62 nacionalidades. “Tenemos colombianos, panameños, peruanos, uruguayos, argentinos… culturas y religiones distintas, pero vivimos en armonía. Somos una ciudad flotante de más de 3.000 personas. Si la tripulación está feliz, el huésped también lo estará”.

La gestión de esta diversidad es parte del trabajo diario del capitán: debe garantizar que las operaciones se desarrollen con eficiencia y respeto intercultural. “Y qué mejor que iniciar nuestra operación cada semana en Cartagena”.

La operación de Royal Caribbean en Cartagena ha sido respaldada por entidades como ProColombia, Corpoturismo y la Secretaría de Turismo de Cartagena. Ser un puerto de embarque significa más visitantes: muchos comienzan y terminan su travesía en la ciudad.

Liliana Rodríguez Hurtado, presidenta ejecutiva de Corpoturismo, destaca a Cartagena como puerto de embarque hacia el Caribe y como una ciudad que se consolida como destino líder de cruceros en Colombia.

“Durante la temporada de cruceros 2024–2025, Cartagena recibió más de 412 mil visitantes, entre pasajeros y tripulantes, en el transcurso de 136 días de operación. Cada crucerista gastó en promedio 122 dólares, y cada tripulante, 71 dólares, generando más de 44 millones de dólares en ingresos directos para la ciudad”.

Puntualiza que este año, la temporada 2025–2026 inició con un panorama alentador. “En solo cuatro días, la ciudad ha recibido más de 5.000 visitantes, lo que representa 539 mil dólares en ganancias”.

En la Terminal de Cruceros del Puerto de Cartagena, los pasajeros hacen fila para embarcar. El equipaje ya no se lleva en la mano: ha sido entregado en un área recientemente acondicionada por la terminal.

Todo está rigurosamente preparado. En los parlantes, se anuncian en inglés y español las indicaciones previas al zarpe.

Al finalizar la entrevista, le pregunto al capitán Díaz sobre una de las tradiciones más emblemáticas de los cruceros —la cena de gala con todos los pasajeros vestidos de etiqueta—. El capitán comenta que, debido a la pandemia, esa costumbre, lamentablemente, ya no se realiza.

“Muchas cosas cambiaron. Pero lo más valioso de esta carrera son las amistades que uno hace. Tengo números de teléfono en todo el mundo. Donde quiera que vaya, hay alguien que me espera”, dice.

Me acompaña hasta la salida. Se ve la fila de ingreso y me comenta que, cada ocho días, cuando regresa a Cartagena, vuelve a sus raíces. “Aquí viví parte de mi infancia, aquí comenzó mi vocación. Y ahora regreso con una tripulación que representa al mundo entero, en un barco que conecta culturas, economías y destinos”.

Comienza a caer la tarde. El crucero zarpa por el canal marítimo que conecta la bahía con el mar abierto. Desde el puente de mando, el capitán da las órdenes: tiene el mando de una historia de retorno que cada semana se repite, con nuevos rostros que se embarcan.

Una tripulación los espera: marinos del Serenade of the Seas, unidos por una conexión entre el mar y la tierra del Caribe que solo ellos pueden sentir.

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Por Pedro Mendoza

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