En lo profundo del Urabá antioqueño, donde el Caribe se encuentra con el Pacífico y los Andes, existe un lugar que condensa en pocos kilómetros la biodiversidad y la historia de todo un país. Ese lugar es Surikí, una reserva natural que no solo una fauna única, sino también la memoria de una comunidad que decidió transformar el dolor del conflicto en un proyecto de vida y esperanza.
Y es que Surikí es mucho más que una reserva natural: es un testimonio vivo de cómo el perdón y la reconciliación pueden transformar el dolor en esperanza. Tras más de dos décadas de desplazamiento forzado, una familia decidió regresar a sus tierras en Urabá, no solo para recuperar lo perdido, sino para sanar, regenerar y convertirlo en un espacio de protección. Lo que alguna vez fue escenario de violencia en el marco del conflicto armado en Colombia, hoy se erige como un santuario que resguarda la vida en todas sus formas, demostrando que es posible reconciliarse con la tierra y con la historia.
En más de 400 hectáreas ubicadas en el estratégico corredor Darién-Urabá, este proyecto familiar protege especies amenazadas como el jaguar y el manatí, junto con más de veinte especies en peligro de extinción. La reserva es hoy un refugio esencial para la biodiversidad de una de las regiones más ricas del planeta. Sin embargo, su alcance va más allá de la conservación: los visitantes no solo descubren la abundancia natural del lugar, también se sumergen en relatos de resiliencia que inspiran y transforman, recordando el poder sanador de reconectarse con la naturaleza. Así, Surikí propone un turismo regenerativo que entrelaza la contemplación de la biodiversidad con narrativas de paz, perdón y esperanza.
¿Qué puede encontrar en este emprendimiento?
Surikí ofrece una experiencia transformadora de turismo regenerativo que comienza con un fascinante viaje fluvial desde Nueva Colonia, justo donde se construyó Puerto Antioquia, atravesando la culata del Golfo de Urabá, la parte menos conocida de esta importante región. Los visitantes se embarcan en una travesía que los adentra en el Delta del Río Surikí y el Río León, navegando por ecosistemas de manglares y ríos donde pueden avistar monos aulladores, monos araña, monos titís y una extraordinaria diversidad de aves.
“Este viaje fluvial es en sí mismo una gran experiencia de avistamiento de fauna e interpretación del territorio, permitiendo a los huéspedes comprender dónde se encuentran cuando hablamos del Golfo de Urabá y su importancia estratégica como punto de conectividad entre el Caribe, el Pacífico y los Andes, revelando una riqueza territorial que va mucho más allá de lo agroindustrial y que generalmente permanece invisible para la mayoría”, dijo Enilda Jiménez, directora de la Reserva Natural Surikí.
Explica que una vez en la reserva, los visitantes reciben una cálida bienvenida y participan en el sistema comunitario de monitoreo de fauna, una experiencia que hoy se conoce como turismo científico. Los huéspedes visitan estaciones de monitoreo especialmente enfocadas en el jaguar, caminando por los senderos donde estos felinos transitan regularmente. Durante estos recorridos pueden encontrarse con huellas frescas, aprender a crear moldes en yeso para llevarse a casa la pisada real de un jaguar, pero sobre todo comprenden por qué este animal se encuentra en la cúspide de la pirámide ecosistémica.
“El jaguar no es solo una especie más; es la especie sombrilla de toda Mesoamérica, el gran ordenador del ecosistema que permite que el bosque pueda regenerarse solo. Como explican los guías locales, el jaguar contiene en su existencia todo el funcionamiento del bosque, manteniendo en equilibrio todas las especies que componen el ecosistema. Si una especie de roedor o una especie de víbora se desarrollara demasiado, podría tener un impacto negativo sobre la cobertura vegetal, pero el jaguar sabe exactamente qué debe hacer para mantener las dimensiones de las especies en equilibrio, permitiendo que todo ese engranaje funcione y que la selva se mantenga viva, produciendo agua y oxígeno a pesar de la intervención humana”, afirmó la directora.
Los recorridos incluyen tanto experiencias terrestres como acuáticas, con senderos donde se pueden avistar monos araña y tití cabeciblanco, ambos primates en riesgo crítico de extinción, así como navegación en pequeños kayaks y botes por tramos de bosque que solo son accesibles por agua, descubriendo jardines flotantes y espejos de agua.
“Estas experiencias pueden adaptarse a diferentes duraciones, desde planes de un día para conocer una parte de la riqueza del territorio, hasta estancias de dos o tres días que permiten una inmersión más profunda en los ecosistemas y las actividades de conservación. Los visitantes también pueden participar en jornadas de reforestación con especies nativas, aprendiendo sobre la importancia de los diferentes ecosistemas que componen la región y contribuyendo activamente a los esfuerzos de restauración”, contó Jiménez.
Lo que hace verdaderamente única la experiencia de aquí es su profundo componente de sanación y transformación personal que va mucho más allá del simple avistamiento de fauna. Los visitantes participan en un viaje centrado no solo en apreciar la naturaleza, sino en comprender cómo están conectados con ella a través de relatos inspiradores y sanadores. La comunidad comparte generosamente sus testimonios sobre cómo vivieron los momentos más duros del conflicto armado, pero también cómo lograron sanar, perdonar y transformarse, transitando de víctimas a empresarios de la conservación.
Según Jiménez, estas historias revelan el significado profundo del perdón para la transformación personal y comunitaria, mostrando cómo se puede dejar atrás el pasado doloroso a través de la sanación, la verdad y los esfuerzos imperfectos pero importantes que el país ha hecho para construir paz.
“Es lo que se denomina turismo de legado, una experiencia donde el viajero no solo conoce un territorio sino que, mientras viaja, deja su huella positiva apoyando iniciativas locales centradas en la restauración tanto del tejido social como de los ecosistemas del lugar, llevándose consigo el legado transformador de una comunidad que eligió sanar y proteger la vida”, puntualizó.
La reserva desarrolla programas especializados que incluyen salidas académicas para universidades y colegios, donde los bosques y comunidades se convierten en escenarios llenos de conocimientos, historias y realidades que se transforman en oportunidades para poner en práctica procesos de aprendizaje de programas universitarios y académicos de todos los niveles. También ofrece retiros empresariales enfocados en el bienestar y crecimiento del talento humano, conectando el desarrollo de nuevas habilidades con el cuidado del planeta a través del contacto directo con la naturaleza. Los planes incluyen experiencias especializadas a medida como investigación científica, herping, birding, pesca artesanal, campamentos y programas de bienestar, cada uno diseñado desde la perspectiva del turismo regenerativo para generar impactos positivos tanto en los visitantes como en los ecosistemas que protegen.
“Vale la pena visitar Surikí que no solo es un lugar de inmensa biodiversidad y riqueza natural, donde se habita el mundo del jaguar y todo lo que lo rodea, sino también un territorio lleno de historias y relatos capaces de transformar a quienes lo recorren. Ir a Surikí es una experiencia que cambia la forma en que se percibe la vida: uno llega de una manera y nunca se va siendo la misma persona, pues cada encuentro con la naturaleza y con su gente se convierte en un viaje de profunda transformación“, afirmó la directora.
¿Cómo llegar al lugar?
“Para llegar a Suriki puede tomar un vuelo directo desde Bogotá o Medellín hasta Apartadó. Hay vuelos casi todos los días, y desde el aeropuerto yo mismo puedo esperarlo, o si lo prefiere puede desplazarse por su cuenta hasta Nueva Colonia, que está a solo 30 minutos. Hacia allí salen busetas cada 15 o 30 minutos. Una vez en Nueva Colonia, nuestro bote lo estará esperando para llevarlo hasta la reserva”, explicó la directora.
Otra opción es viajar por tierra. Desde Medellín el trayecto dura entre cinco y seis horas en bus, mientras que desde Montería son aproximadamente cuatro horas. También puede ir en su propio vehículo: si sale desde el centro del país debe pasar por Medellín y luego dirigirse a Apartadó; si viene desde el norte, puede hacerlo por Montería y continuar por la Costa Caribe.
“En cualquier caso, Suriki está bien conectado tanto por la Troncal del Caribe como por la vía al mar desde Medellín”, dijo Jiménez.
Si el emprendimiento fuera un animal o un sabor...
“Si nuestro emprendimiento fuera un ser vivo, sería el micelio: esa red de hongos que crece bajo el suelo, conecta el bosque y permite que los árboles y las plantas se comuniquen entre sí”, dice Jiménez.
Explica que el micelio es capaz de extenderse por kilómetros, sostener la vida, compartir nutrientes y hasta devolver al ecosistema la energía de lo que muere.
“Nos inspira porque refleja lo que queremos transmitir con Surikí: la posibilidad de convivir, de apoyarnos unos a otros y de entender que, como en la selva, todo está interconectado y puede transformarse en vida”, dijo Jiménez.
Un dato curioso de la región
Segun Jiménez un dato curioso sobre Surikí es que se encuentra en un territorio único de Colombia donde convergen tres de las cinco ecorregiones del país: el Caribe, el Pacífico y los Andes. Este encuentro ocurre en Urabá, en ese fragmento del Darién donde el Golfo de Urabá recibe las aguas del río Atrato y es abrazado por las cordilleras de la vida. Esa confluencia genera un intercambio biológico extraordinario que convierte a la región en una de las zonas con mayor número de especies endémicas, es decir, formas de vida que solo pueden encontrarse allí gracias a ese constante cruce genético y natural.
“Otro hecho fascinante es que el Golfo de Urabá tiene un lugar especial en la historia de América. Tras llegar a lo que hoy es Haití y República Dominicana, las expediciones españolas avanzaron hasta el continente y el primer territorio firme que pisaron fue precisamente este golfo, en San Sebastián de Necoclí. Por eso se dice que el concepto mismo de América nació en este lugar, lo que hace de Urabá y de Surikí no solo un refugio de biodiversidad, sino también un punto clave en la memoria histórica del continente”, finalizó
Datos de contacto
- Números: 3115158703-3116173737
- Redes sociales: suriki nature_reserve
- Página Web: https://surikinature.com/
👀🌎📄 ¿Ya está enterado de las últimas noticias del turismo en Colombia y en el mundo? Lo invitamos a verlas en El Espectador.