Guaviare es sinónimo de vida, de biodiversidad y de resistencia. Este departamento es el límite natural entre los Llanos Orientales y la Amazonia, y pisar su suelo significa entrar en un universo de riqueza natural y cultural.
Este departamento fue el escenario para que grupos violentos propagaran miedo y desesperanza por décadas, tiempo en el que los cultivos de coca se convirtieron en parte fundamental de la economía del territorio, a pesar de su ilegalidad.
Sin embargo, como lo cuenta Lizeth Yepes, periodista del Proyecto Negocios Verdes, de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Norte y Oriente Amazónico (CDA), las historias que hoy se cuentan son otras y los adjetivos con los que se asocian a Guaviare han ido cambiando. Sus habitantes han volcado todos sus esfuerzos en la nada fácil tarea de ser reconocidos como los ocupantes de un territorio tranquilo, resiliente y con riquezas naturales inimaginables. El departamento parece lentamente renacer, y con él la calidad de vida de quienes ahora dedican sus días a convertirlo en todo lo que por años no fue: uno de los destinos turísticos más apetecidos.
En los últimos años han nacido decenas de emprendimientos enfocados en el turismo sostenible y de naturaleza, mientras más viajeros nacionales y extranjeros visitaban la zona, sus habitantes se enorgullecían más de su territorio y lo protegían como parte de su familia. La Empresa Comunitaria para el Desarrollo Rural del Guaviare (Ecoguaviare) y la finca ecoturística Beraca Charco Indio son algunos de los ejemplos exitosos.
Ellas forman parte de Negocios Verdes, una iniciativa del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, liderada en este territorio por la corporación CDA, que apoya empresas locales que aportan al cuidado y uso sostenible del medioambiente.
Campesinos unidos por el turismo
Ecoguaviare está integrada por campesinos de la vereda El Retiro en el municipio de San José del Guaviare, que decidieron apostarle al turismo mediante el cuidado y la conservación de sus fincas ubicadas en la serranía de La Lindosa.
Este lugar tiene una gran importancia para el patrimonio arqueológico de la nación, porque es uno de los lugares con mayor concentración de arte rupestre en el mundo y por las evidencias arqueológicas de las interacciones prehispánicas entre diferentes pueblos de la Amazonia y la Orinoquia.
“Ecoguaviare nació en 2006 con el programa Guardabosques, buscando que los campesinos erradicaran sus cultivos ilícitos y que optaran por otras actividades económicas. Hay cuatro pilares de trabajo muy importantes: el turismo, el agro, la cultura y el medioambiente”, dice Ignacio Delgado, presidente de Ecoguaviare.
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Luego de la erradicación de los cultivos de coca y tras haber probado suerte con la ganadería, decidieron que aún había más por mostrar y mucho con qué dignificar sus ingresos monetarios: el turismo.
Ecoguaviare busca el bienestar ambiental, social, la producción, el mercadeo y el autoconsumo. De la finca no se desaprovecha nada: los cultivos agropecuarios, el potencial humano en torno al arte y las artesanías, así como la zona boscosa para avistamiento de flora y fauna, complementan una experiencia única en uno de los lugares más biodiversos de Colombia.
Tierra de bendición
La finca ecoturística Beraca Charco Indio, que significa Tierra de bendición, es otro Negocio Verde que ha ayudado a transformar y promover al departamento de Guaviare.
“Tengo 46 años, nací en el municipio El Retorno y soy orgullosamente campesino”, enfatiza Saúl Galeano, trabajador de la finca ecoturística. Sus padres, según cuenta, le enseñaron a trabajar el campo desde los ocho años, lo que le permitió ir a raspar coca y ganar su propio dinero para vestirse y comprar sus cuadernos.
“En 1987 terminé mis estudios primarios, recuerdo que en esa época se vivía única y exclusivamente de la coca. Para esa fecha ya tenía 14 años y contaba con mis propios cultivos. Pero ese trabajo es muy duro y el campesino no prospera, solo sobrevive. Quien gana dinero, y mucho, es quien la trafica a otros países o la distribuye en Colombia a través del menudeo”, recuerda Saúl Galeano.
En 1989, con sus propios esfuerzos, terminó su bachillerato, mientras seguía en su duro trabajo. Hasta que en uno de los incendios forestales de la época se le quemaron sus cultivos y abandonó por completo ese “trabajo para dedicarse a estudiar y trabajar. Hoy, luego de muchos esfuerzos, cuenta con un hogar estable y se dedica a laborar en un negocio de familia en la finca.
Este lugar está a 6 kilómetros de San José del Guaviare, en la serranía de La Lindosa, ubicación que no solo les permite a los viajeros acceder fácilmente al sendero Charco Indio Pozos Naturales, sino también a otros atractivos como Túneles Naturales, Ciudad de Piedra y las pinturas rupestres de las fincas La Esperanza y La Tolima.
“Dentro de los servicios que prestamos tenemos senderismo, espeleología, guianza, avistamiento de flora y fauna, gastronomía, alojamiento y servicio de camping. La producción de la finca está basada en procesos de agricultura orgánica, a base del compostaje de lombrices y otros derivados orgánicos que nos permiten producir frutas amazónicas, como arazá, copoazú y borojó, y cítricas, como mandarina, naranja, lima y limón Tahití”, asegura Saúl Galeano.
También cultivan otras frutas como guanábana, papaya, mango, guayaba, tamarindo y aguacate. Mientras que la huerta casera les proporciona las hortalizas. La idea es ofrecerles a los visitantes productos orgánicos de la propia finca.
“Cada persona que nos visita tiene la oportunidad de sembrar un árbol y bautizarlo. Hemos sembrado alrededor de 4.000, tendremos abundancia de flores en los próximos años”, comenta.
Y añade que se están preparando con apicultura, por ahora, con abejas angelitas. “Ya contamos con 10 colmenas, nos gustaría que el Gobierno nos apoyara en esta bonita labor, sin embargo, lo hacemos con mucho amor para contribuir a conservar la especie y a recuperar el medioambiente”, dice el orgulloso campesino.
Y esa puede ser la fórmula, orgullo y amor. Los habitantes del Guaviare, a pesar de las dificultades por la pandemia, se siguen preparando para cuando podamos volver a viajar recorramos este departamento lleno de vida y resistencia.
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