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La inteligencia artificial (IA) está revolucionando la planificación de viajes, ofreciendo rapidez y eficiencia en la búsqueda y personalización de opciones turísticas. Sin embargo, la atención humana sigue siendo insustituible para garantizar una experiencia realmente adaptada a las necesidades del viajero.
Con el auge de plataformas digitales que permiten comparar miles de ofertas en segundos y sugerir destinos en función de preferencias y presupuesto, la IA se ha convertido en una herramienta clave en la industria del turismo. “La IA aporta un ahorro de tiempo significativo al comparar miles de ofertas en segundos o al sugerir destinos según el perfil del cliente”, afirma Francisco José García-Ull, profesor de Análisis de Datos e Inteligencia Artificial en la Universidad Europea de Valencia. No obstante, enfatiza que “la empatía y la flexibilidad ante imprevistos son aspectos en los que la IA jamás podrá sustituir la labor de un profesional”.
María Sánchez de Mora, directora del Máster en Dirección Hotelera de la Universidad Europea de Valencia, coincide en que la IA puede ser una gran aliada si se integra en el modelo de negocio de las agencias de viajes. “La tecnología reduce tiempos y costes, mientras que la asesoría humana aporta empatía, conocimiento local y un asesoramiento personalizado”, señala. Además, destaca que “una empresa de agencias de viajes que forme a sus trabajadores en IA definitivamente tendrá una ventaja competitiva”, permitiéndoles adaptarse a los cambios en el sector y proponer soluciones innovadoras.
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El desafío, según los expertos, es encontrar un equilibrio entre la automatización y el toque humano. “La clave está en combinar la rapidez y capacidad de análisis de la IA con la cercanía y el conocimiento local del agente, ofreciendo una experiencia integral que satisfaga las necesidades del viajero moderno”, explica Sánchez de Mora. Al automatizar tareas como la búsqueda y comparación de vuelos, alojamientos y actividades, la IA libera tiempo para que los asesores se enfoquen en comprender las expectativas del cliente y ofrecer soluciones personalizadas.
Sin embargo, también existen riesgos al depender exclusivamente de la IA. García-Ull advierte sobre problemas como la privacidad de los datos y las recomendaciones sesgadas, que pueden estar influenciadas por algoritmos con acuerdos comerciales. “Los algoritmos tienden a priorizar opciones comerciales, pudiendo sesgar las sugerencias en función de acuerdos publicitarios o patrocinios, lo que evidencia la necesidad de un ojo humano que contraste y evalúe las recomendaciones antes de hacer la reserva”, señala.
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En definitiva, la IA representa una herramienta poderosa para optimizar la planificación de viajes, pero el factor humano sigue siendo indispensable. La industria turística se encamina hacia un modelo híbrido donde la eficiencia de los algoritmos se combine con la experiencia y empatía de los profesionales, asegurando un servicio ágil, seguro y verdaderamente adaptado a las necesidades del viajero.
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