Que ya no hay tiempo para nada, que los días no alcanzan, que todo va muy rápido… pues paremos, paremos para volver a empezar.
¿Hace cuánto tiempo no se toma unos días, o por lo menos unas horas, para pensar solo en usted? El afán diario, las responsabilidades, las redes sociales, el trabajo, los problemas y el querer estar agradando, cumpliendo y satisfaciendo a los demás muchas veces no nos dejan espacio para complacernos y agradecer.
Nos acostumbramos a vivir. Nadine Gordimer, escritora sudafricana ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1991, aseguraba que “la gente pierde la capacidad de sorprenderse porque diariamente presencia desastres que suceden en todos lados”. Estamos tan saturados de información que ya no nos asombramos, una capacidad que es muy beneficiosa para la salud mental, según el reconocido psicólogo Dacher Keltner.
Al respecto, el escritor y periodista experto en psicología Francesc Miralles toma ideas del libro Awe: The Transformative Power of Everyday Wonder (Asombro: el poder transformador de las maravillas cotidianas), de Dacher Keltner, para destacar que la capacidad de asombro es una experiencia que ayuda a eliminar los pensamientos negativos o de autocrítica, a la vez que nos reconecta con el misterio de la vida. Además, desde un punto de vista fisiológico, estimula el clúster de neuronas que reducen el ritmo cardiaco, aligeran la digestión y hacen la respiración más profunda.
La historia también sostiene que Albert Einstein dijo sobre el asombro: “Aquel a quien esta emoción resulta extraña, quien no puede hacer una pausa para maravillarse y quedarse cautivado en el asombro está más muerto que vivo, pues sus ojos están cerrados”, por eso, en un mundo con tantas distracciones y pantallas, muchas veces resulta necesario parar, para poder volver a vivir, y no esperar que un sacudón de la tierra, una emergencia, una llamada inesperada o un malestar nos recuerden que cada segundo de vida es un privilegio por el que vale la pena agradecer.
En este sentido, viajar es una de las mejores opciones no solo para desconectarse, sino también para asombrarse. Visitar esos lugares con los que soñó, volver a esos destinos que lo hicieron feliz o dejarse sorprender conociendo nuevos paisajes, comidas y personas son experiencias perfectas para consentirse. Muestra de ello es que, según un estudio de Booking.com, el 90 % de los viajeros colombianos afirman que el objetivo principal de los viajes es la relajación, la visita a lugares nuevos y la desconexión; el 87 % prefiere disfrutar en familia y probar diferentes ofertas gastronómicas, mientras que el 81 % planea sus viajes con el fin de salir de la rutina y darse un respiro.
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Para esto, y pensando en un destino internacional, República Dominicana puede ser una gran elección. Esta isla, que en el primer trimestre de 2023 rompió récord de llegada de turistas internacionales, con 2′076.171 viajeros que arribaron al país, es un lugar ideal para los colombianos que buscan playa, rica gastronomía, música, desconexión, gente alegre, cultura e historia. Además, en los últimos años, tanto Colombia como República Dominicana han ampliado sus frecuencias aéreas, consiguiendo precios asequibles y horarios flexibles.
Según le comparte a El Espectador el Ministerio de Turismo de República Dominicana, este país recibe más de 40.000 turistas colombianos mensualmente y 64 % de estos viajeros se alojan en Bávaro-Punta Cana cuando lo visitan.
Asimismo, las estadísticas del Ministerio indican que los turistas de alto gasto e ingresos tienen una estadía promedio de ocho días, el 92 % se aloja en hoteles, el 79 % viaja por ocio y el 7 % lo hace por negocios.
Pensando en esto, y reconociendo la amplia variedad de atractivos del segundo país más grande y diverso del Caribe, cada vez nuevos destinos están sobresaliendo y enamorando a los viajeros con naturaleza extraordinaria, fascinante historia y gran riqueza cultural.
Rodeada por el océano Atlántico al Norte y el mar Caribe por el sur, República Dominicana se enorgullece de contar con más de 1.600 kilómetros de costa y 400 kilómetros de algunas de las mejores playas del mundo, magníficos hoteles y resorts, e infinidad de opciones en deportes, entretenimiento y recreación.
En esta isla brindará con algunos de los rones más ricos, podrá bailar al ritmo contagioso del merengue, explorar antiguas ruinas, deleitarse con la rica y variada gastronomía dominicana o vivir aventuras ecoturísticas en sus parques naturales, cordilleras, ríos y playas.
“La República Dominicana es un destino que se destaca por su diversidad en la oferta turística, siendo el turismo de lujo un nicho de prioridad. Sinónimo de exclusividad y privacidad, tenemos resorts de lujo que cuentan con playas privadas, villas con piscinas infinitas y servicios personalizados, para aquellos que buscan una escapada inigualable en un entorno paradisíaco”, le dijo a El Espectador David Collado, ministro de Turismo de República Dominicana.
“Pero más allá de la oferta hotelera con infraestructura de clase mundial y servicios exclusivos que garantizan experiencias inolvidables, contamos con hermosas playas a lo largo y ancho de la isla, campos de golf de clase mundial, spas de primer nivel y una amplia oferta gastronómica servida con auténtica hospitalidad dominicana que eleva la experiencia a otro nivel. Así aseguramos que nuestros visitantes disfruten de lo mejor que la cultura local tiene para ofrecer”, agregó David Collado.
Tenga en cuenta que, según el Ministerio de Turismo de República Dominicana, 621.575 personas visitaron la isla en el mes de mayo, elevándose a 3′379.392 el número de llegadas en los primeros cinco meses del año, una cifra nunca vista en la historia del turismo dominicano. Los países mayores emisores de turistas en el quinto mes de 2023 fueron Estados Unidos con un 51.6 %, Canadá con 11.4 %, Colombia con 4.2 %, Argentina con 4.1 % y Puerto Rico 3.5 %.
Adicionalmente, el ministro de Turismo estima que al final de año República Dominicana recibirá, sólo por vía aérea, 7.9 millones de turistas, la mayor cifra de visitantes en la historia.
Santo Domingo, la metrópoli más moderna y dinámica del Caribe
Muchos se preguntan si vale la pena visitar Santo Domingo, la capital de República Dominicana, y ante este cuestionamiento solo hay una respuesta: sí.
Esta ciudad transmite el pulso de la cultura dominicana, donde lo antiguo y lo nuevo convergen a la perfección, desde la arquitectura y la historia de siglos de antigüedad hasta los grandes centros comerciales, galerías de arte, una activa vida nocturna y una irresistible escena gastronómica.
Visitar la Ciudad Colonial, el primer asentamiento europeo de las Américas y declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1990, es una experiencia recomendada para todos los viajeros gracias a toda la historia que guarda, sus coloridas calles, edificios coloniales, las tiendas de ron, mamajuana (licor autóctono del país), café y chocolate con las que se cruza y a las sonrisas de los dominicanos que hacen que usted se sienta cómodo y feliz. Este barrio histórico es un laberinto de calles estrechas llenas de maravillas arquitectónicas que van desde el siglo XVI hasta principios del XX.
Una buena opción para recorrer y conocer todo sobre esta zona histórica es subirse al tren Chu Chu Colonial y disfrutar de un tour de 45 minutos. Fuera de la zona, otra opción recomendada es visitar el Jardín Botánico Nacional, el más grande del Caribe, para respirar, relajarse y alejarse del ritmo acelerado de la ciudad; o caminar por el Malecón al atardecer para disfrutar de las vistas al mar Caribe, los puestos de comida y mirar a la gente pasar.
Otra opción es relajarse con un puro dominicano en una de las terrazas-bistros con vistas a la Plaza de España, o disfrutar de las azoteas de la avenida Gustavo Mejía Ricart. Y cuando esté listo para la playa, un paseo de 40 minutos lo llevará a las suaves y blancas arenas de Boca Chica frente al mar Caribe, donde lo esperan restaurantes de mariscos y entretenimiento.
La buena noticia, sobre todo para quienes quieren conocer otros lugares de República Dominicana, es que se puede llegar en bus a Santo Domingo de manera fácil y económica, por menos de US$10, desde varias partes del país, incluyendo Punta Cana, Samaná, La Romana y Puerto Plata, entre otros. También hay abundantes, cómodas y asequibles propuestas de excursiones de un día en la capital; la recomendación, sin embargo, es quedarse por lo menos una noche en Santo Domingo.
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Para esto, lo ideal es hospedarse en el JW Marriott Hotel Santo Domingo, una apuesta segura para los viajeros que buscan buena ubicación, lujo asequible, comodidad, cálida hospitalidad en todo momento y experiencias gastronómicas de primera. Una buena alternativa hasta para los viajeros más exigentes.
Otra de sus ventajas es que está conectado con la marca internacional Blue Mall, ofreciendo un equilibrio perfecto entre un ambiente de lujo, instalaciones de negocios, restaurantes para todos los gustos y espacios sociales que incluyen un salón de baile panorámico y la terraza urbana más moderna de la ciudad para disfrutar de un coctel de autor después de un día fuera y del vértigo que ofrece Vertygo 101 Bar, gracias a su piso de vidrio que se eleva a más de 30 metros.
Tenga en cuenta que el hotel también posee piscina infinita, parrilla, gimnasio, 150 habitaciones con maravillosas vistas panorámicas, conectividad de primer nivel y una amplia variedad de comodidades, entre otras ventajas.
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Un pedazo de paraíso
Y como para la mayoría de los viajeros República Dominicana es sinónimo de playa y placer, otro destino que no se puede perder es Puerto Plata, donde empezó el turismo en la isla.
Su extenso paisaje combina mar, montañas, verdes valles, ríos y muchísimas playas. Su suelo fértil da lugar a plantaciones de cacao y café, mientras que debajo de la tierra yace el ámbar más claro del mundo.
Cuentan los expertos en turismo del destino que Cristóbal Colón sabía que había mucho que descubrir en la costa Atlántica de la isla, donde eventualmente encontró yacimientos de oro, cuando la vio desde su barco en 1492. Atraído por las nubes brillando sobre la loma Isabel de Torres que iluminaban la costa azul, bautizó el área Puerto Plata, y se estableció en La Isabela con una comunidad mixta de españoles y taínos, los primeros habitantes de la isla. Allí construyó la primera iglesia y su primer hogar en las Américas. Por lo tanto, en este lugar podrá seguir el sendero de Colón y recorrer estas ruinas arqueológicas que ahora forman parte de un parque nacional.
En la Novia del Atlántico, como la llaman los lugareños, tampoco puede dejar de subirse en el teleférico de Puerto Plata, el único en el Caribe, que lo llevará a la cima de la loma Isabel de Torres con su jardín botánico, donde tendrá una vista panorámica de la costa Atlántica con sus más de 100 kilómetros de playa que adornan los múltiples pueblos costeros, comunidades agrícolas del interior repletas de ríos y cascadas, y hoteles de todas las formas y tamaños para todos los gustos.
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Además, Puerto Plata alberga vestigios coloniales, incluyendo la colección más grande del Caribe de casas victorianas del siglo XIX, los fósiles de ámbar más antiguos del mundo en el Museo del Ámbar, y una de las primeras fortalezas coloniales de la región: la Fortaleza San Felipe.
Y sin duda, los amantes de la aventura, el mar y el lujo encuentran en este destino todo lo que necesitan. A menos de media hora de la ciudad, por ejemplo, el pueblo de Sosúa ostenta hermosas playas y diversos puntos de buceo; mientras que Cabarete es un centro famoso a escala mundial de kitesurf, surf y windsurf.
Puerto Plata, además, es el centro del turismo comunitario. En sus pueblos podrá visitar plantaciones familiares de cacao o café, aprender a tocar y bailar merengue con una familia de músicos, o sumergirse en la pelota dominicana en el estadio y museo Bartolo Colón.
Y para complementar la experiencia, relajarse, deleitarse con deliciosa comida y disfrutar del lujo de la tranquilidad, una buena recomendación es The Ocean Club, A Luxury Collection Resort, un lugar donde cada detalle está inspirado en la belleza y el encanto del océano, y la amplia, fresca y deliciosa oferta gastronómica lo harán suspirar y agradecer una y otra vez.
Este pequeño pedacito de paraíso, ubicado en Sosúa, es el lugar perfecto para recargarse, dejarse consentir y disfrutar del talento de otras personas. Un plan imperdible es tomar alguno de los tratamientos del Ocean Club Spa by L’Occitane, un oasis de relajación para el bienestar, infundido por el poder curativo de la naturaleza y la tradición; todas las personas que trabajan en este lugar, perfectamente decorado para que usted sienta paz y calma desde el primer momento en el que entra, son asiáticos expertos en técnicas de masajes y relajación.
Otra experiencia que no se puede perder es una cena de degustación que el resort hace en Aguají, uno de sus restaurantes, en alianza con la renombrada Inés Páez, mejor conocida como chef Tita, catalogada como la “embajadora de la nueva cocina dominicana ante el mundo”. Esta cena, entonces, se convierte en una ruta gastronómica para descubrir los exquisitos sabores de la isla, con ingredientes locales y deliciosas combinaciones exóticas.
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