Qué partes del océano siguen libres de barcos (y por qué son clave para la conservación)

El transporte marítimo sostiene casi todo el comercio mundial, pero también pone en riesgo a ballenas, tortugas, aves y otros animales marinos. Un nuevo estudio revela dónde se cruzan la alta biodiversidad y el tráfico de barcos, identificando zonas críticas que necesitan mitigación urgente y otras casi intactas que podrían convertirse en refugios.

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27 de noviembre de 2025 - 01:17 p. m.
Los mapas muestran cómo se distribuyen la biodiversidad marina (amarillo) y el tráfico global de barcos (azul). Al combinar ambas capas (rojo y morado), se revelan las zonas donde una alta riqueza de especies coincide con una intensa actividad marítima, lo que indica áreas de mayor riesgo para la fauna.
Los mapas muestran cómo se distribuyen la biodiversidad marina (amarillo) y el tráfico global de barcos (azul). Al combinar ambas capas (rojo y morado), se revelan las zonas donde una alta riqueza de especies coincide con una intensa actividad marítima, lo que indica áreas de mayor riesgo para la fauna.
Foto: Cortesía
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El transporte marítimo es la piedra angular de la cadena de suministro global: facilita aproximadamente entre el 80% y el 90 % de todo el comercio mundial por volumen y es vital para la seguridad alimentaria mundial, la distribución de energía y el acceso a bienes esenciales. Pero también es un peligro para la biodiversidad marina, especialmente para animales grandes como ballenas, focas, tortugas marinas y aves marinas.

Son muchos los impactos: desde las colisiones con embarcaciones, la contaminación química, el ruido submarino que altera la comunicación y orientación entre los animales, hasta la luz artificial que modifica sus rutinas naturales. A medida que el tráfico de barcos crece sin detenerse, estos riesgos aumentan, y hoy se cuentan cientos o incluso miles de animales heridos o muertos cada año solo en regiones como Florida, sin mencionar los numerosos casos documentados de ballenas afectadas en todo el mundo. La amenaza es muy seria porque estos animales no son solo iconos de la biodiversidad marina; cumplen funciones ecológicas esenciales que mantienen el equilibrio de los océanos.

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Una nueva investigación publicada recientemente sugiere la urgencia de identificar zonas del océano con poco o ningún tráfico marítimo, verdaderas áreas de respiro donde las especies puedan vivir sin el riesgo de ser atropelladas o perturbadas por el ruido y la contaminación. Los autores proponen localizar regiones donde la alta biodiversidad coincida con bajo tráfico (lugares que podrían convertirse en nuevas Áreas Marinas Protegidas) y regiones donde la biodiversidad coincide con tráfico intenso, en las que sería necesario aplicar medidas como reducir la velocidad de los barcos o modificar rutas.

El análisis incluye tanto las aguas nacionales, dentro de las Zonas Económicas Exclusivas, como la alta mar, donde no existe una autoridad única que regule el tránsito. El estudio encontró que las áreas del océano donde casi no pasan barcos se concentran principalmente en las latitudes altas, es decir, cerca de las regiones polares. En los últimos años han aparecido más “vacíos” sin tráfico, pero no está claro si esto se debe a que hay más barcos navegando en otras zonas o simplemente a que ahora se rastrean más embarcaciones. Además de las regiones polares, se identificaron otras pocas áreas casi libres de barcos en lugares remotos del Pacífico, como Polinesia, Hawái y las Islas Marshall, así como en puntos aislados del Índico y algunas zonas puntuales del Atlántico.

Cuando los científicos superpusieron el mapa de estas zonas con poco tráfico con otro que muestra dónde está la mayor riqueza de especies marinas, encontraron coincidencias importantes. Las regiones con más especies (ballenas, tortugas, focas y aves marinas) incluyen muchas costas continentales, partes del Pacífico occidental, el Atlántico Norte cerca de las Azores y varios sectores del sur de los océanos Atlántico, Pacífico e Índico. Es decir, muchas áreas ricas en biodiversidad están expuestas al tráfico de barcos, mientras que otras (igual de valiosas) se encuentran en regiones casi sin actividad marítima.

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Al combinar ambos mapas (densidad de barcos y riqueza de especies), el estudio distingue dos tipos clave de zonas. Las primeras son las Áreas Prioritarias de Mitigación (PMA), donde la biodiversidad coincide con un alto tráfico marítimo. Allí el riesgo para las especies es mayor y se requieren acciones como reducir velocidades, cambiar rutas o imponer reglas más estrictas. Las segundas son las Áreas Prioritarias de Preservación (PPA): lugares de alta diversidad pero con muy poca presencia de barcos. Estas zonas representan una oportunidad ideal para ampliar Áreas Marinas Protegidas, porque aún están casi intactas.

Los mapas en la imagen que puede ver, muestran cómo se distribuyen la biodiversidad marina (amarillo) y el tráfico global de barcos (azul). Al combinar ambas capas (rojo y morado), se revelan las zonas donde una alta riqueza de especies coincide con una intensa actividad marítima, lo que indica áreas de mayor riesgo para la fauna. En contraste, las regiones en amarillo del hemisferio sur destacan como oportunidades clave para la conservación, pues albergan gran biodiversidad con mínima presencia de embarcaciones.

Sin embargo, el análisis revela que solo el 12 % de las áreas sin barcos está hoy protegido, lo que evidencia, según los autores, una brecha en conservación. Algunas Áreas Marinas Protegidas sí cubren bien zonas de gran valor ecológico con bajo tráfico, especialmente en el hemisferio sur, como las Tierras Australes Francesas. Pero otras AMP se superponen con zonas de mucho tráfico, lo que significa que incluso dentro de los territorios “protegidos” las especies están expuestas a los impactos del transporte marítimo.

A nivel de países, Nueva Zelanda resalta en la investigación por tener grandes áreas ricas en especies y con poco tráfico dentro de su Zona Económica Exclusiva, mientras que Sudáfrica muestra el caso contrario: alta biodiversidad pero también alto tránsito de barcos. En la alta mar, donde no hay un país responsable, el patrón se repite: el sur de los océanos concentra tanto áreas ideales para conservación como regiones donde sería urgente aplicar medidas de mitigación para reducir el riesgo a las especies.

Los resultados sugieren que, aunque aún quedan partes del océano relativamente intactas, muchas de las zonas con más vida marina están bajo presión, y que existe una oportunidad clara y urgente para fortalecer la protección de aquellas áreas donde la biodiversidad coincide con un bajo impacto humano. Estas son, justamente, las regiones que podrían convertirse en refugios esenciales para la vida marina en un océano cada vez más transitado. (Puede ver: La Perla Amazónica, una reserva que sobrevive tras 25 años).

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