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Un “reloj genético” podría predecir la extinción de una especie, pero genera dudas

Científicos de todo el mundo están intentando implementar una nueva herramienta para intentar predecir (y prevenir) la extinción de algunas especies: el reloj epigenético.

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07 de octubre de 2025 - 11:15 p. m.
Imagen de referencia. En lugar de depender de señales tardías (como la caída de la natalidad o el colapso poblacional), los relojes epigenéticos pueden detectar cambios moleculares mucho antes de que una especie muestre signos visibles de declive.
Imagen de referencia. En lugar de depender de señales tardías (como la caída de la natalidad o el colapso poblacional), los relojes epigenéticos pueden detectar cambios moleculares mucho antes de que una especie muestre signos visibles de declive.
Foto: pixabay
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Durante las últimas décadas, algunas especies se han extinguido (como el pez espátula chino o la paloma de los bosques de Moorea), y otras están a punto de hacerlo (como el rinoceronte blanco del norte, del cual solo quedan dos ejemplares hembra). Esta realidad, que parece cada vez más inminente, ha preocupado a los científicos de todo el mundo, y aquellos que trabajan con genética están empezando a implementar una manera de predecir (e intentar prevenir) las extinciones: un reloj epigenético.

Según un reciente artículo publicado por la revista del Museo Smithsonian (en Estados Unidos) y la revista Knowable, esta no es la primera vez que científicos intentan predecir cuándo será la extinción de una especie. Durante décadas, se han dedicado a buscar marcadores clave que puedan darles indicios de peligro sin tener mucho éxito, pero, recientemente, varios grupos de biólogos de todo el mundo están comenzando a utilizar los relojes epigenéticos.

Estos funcionan analizando patrones de marcadores químicos (llamados “grupos metilo”), que se añaden o eliminan del ADN en sitios específicos del genoma a medida que los animales envejecen. Esto, en pocas palabras, permite que los investigadores conozcan no solo la edad real de un individuo, sino también el ritmo al que su organismo se está deteriorando por efecto del estrés, la enfermedad o la pérdida de hábitat.

Por eso, estos relojes se han convertido en una herramienta prometedora para los conservacionistas. En lugar de depender de señales tardías (como la caída de la natalidad o el colapso poblacional), pueden detectar cambios moleculares mucho antes de que una especie muestre signos visibles de declive. “Casi todo lo demás que tenemos es un indicador rezagado del declive de las especies”, dijo a Knowable Magazine el ecólogo evolutivo Colin Garroway, de la Universidad de Manitoba, Canadá. “Esto es, al menos potencialmente, una perspectiva de futuro”.

El propio Garroway y su equipo aplicaron la técnica a osos polares del Ártico canadiense y descubrieron que los nacidos en las últimas décadas envejecen más rápido que los de generaciones anteriores. En el estudio (publicado en bioRxiv), los científicos concluyeron que el aumento de los periodos sin hielo está forzando a los osos a pasar más tiempo en tierra, reduciendo el acceso a focas y agotando sus reservas de grasa. Esa carga energética se traduce en un envejecimiento biológico acelerado, medible en las marcas químicas del ADN.

“El cambio es demasiado rápido y significativo para ellos”, señaló el coautor Evan Richardson, ecólogo del organismo gubernamental Environment and Climate Change Canada. Los resultados, añadió, podrían ayudar a replantear las estrategias de manejo de la especie, hoy catalogada como vulnerable.

El concepto de los relojes epigenéticos no nació en la biología de la conservación. Fue el biogerontólogo Steve Horvath, de la Universidad de California en Los Ángeles, quien en la década de 2010 demostró que los cambios de metilación del ADN en humanos podían predecir la edad biológica y, por extensión, el riesgo de enfermedad o muerte prematura. Desde entonces, su modelo ha sido adaptado para estudiar mamíferos tan diversos como ballenas, leones, marmotas o murciélagos, según documenta el Smithsonian Magazine.

En el ámbito marino, la herramienta ya se usa con delfines de Lahille, una subespecie vulnerable del Atlántico sur de la que quedan menos de 600 individuos. Investigadores de la Fundación Nacional de Mamíferos Marinos, en colaboración con el biólogo brasileño Pedro Fruet, desarrollaron un reloj específico que permite estimar la edad y detectar signos de envejecimiento acelerado. En Brasil, donde algunos ejemplares tienen edades conocidas, los científicos encontraron evidencia de que la exposición a contaminantes industriales podría estar deteriorando su ADN más rápido de lo esperado.

Sin embargo, una de las barreras para la implementación de estas pruebas es su costo: en el artículo publicado por la revista Smithsonian, varios científicos, entre ellos el genetista canadiense Aaron Shafer, afirma que no puede permitirse implementarlos porque cada prueba le cuesta unos 200 dólares estadounidenses cuando, según él, muchos científicos ya trabajan con un presupuesto limitado.

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