Los océanos más fríos del planeta, conocidos técnicamente como océanos polares, estarían empezando a agitarse como nunca antes. Esta fue la conclusión de un grupo de científicos del Centro IBS de Física del Clima (ICCP) de la Universidad Nacional de Pusan, en Corea del Sur.
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En los resultados del estudio, publicados en la revista Nature Climate Change, los científicos aseguraron que la turbulencia y un proceso conocido como la “mezcla horizontal” podrían aumentar de forma drástica en los océanos Ártico y Antártico. La razón, agregaron, es el calentamiento global, que acelera el derretimiento del hielo marino y altera el equilibrio de sus aguas.
Para entender mejor este cambio, los científicos explican que las corrientes del océano no se mueven de forma uniforme. Por el contrario, se estiran, se curvan y se entrelazan, generando una agitación constante del agua. Así se forman las turbulencias que mezclan sus propiedades y, en este proceso, el viento y otras fuentes de energía impulsan el movimiento, que a veces ocurre a escalas enormes (de decenas o incluso cientos de kilómetros). Este recibe el nombre de agitación horizontal de mesoescala.
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Este fenómeno es fundamental, porque permite que el calor y los nutrientes viajen por el océano y que prospere la vida que flota en su superficie. También dispersa huevos, larvas de peces y, lamentablemente, transporta microplásticos y otros tipos de contaminantes por todo el mar.
Sin embargo, estudiar lo que ocurre en los océanos polares no es una tarea fácil. Su lejanía y las duras condiciones climáticas son algunos de los factores que hacen que las observaciones directas sean casi imposibles, lo que dificulta entender cómo el calentamiento global está alterando las corrientes marinas y los ecosistemas que dependen de ellas.
Por esta razón, en este estudio los investigadores recurrieron a una herramienta clave: los modelos climáticos por computador. Pero, como explican en sus resultados, estos programas también unas limitaciones. Los modelos disponibles en la actualidad no cuentan con la resolución suficiente para captar los movimientos más finos del agua, y, justamente, son esos detalles los que podrían revelar cómo se originan la turbulencia y la mezcla horizontal en estos océanos.
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Con el objetivo de superar esas barreras, los investigadores utilizaron a Aleph, una supercomputadora ubicada en el Instituto de Ciencias Básicas de Daejeon. Gracias a este equipo, pudieron realizar simulaciones de ultra alta resolución empleadas en un modelo climático avanzado llamado Sistema Terrestre Comunitario (CESM-UHR), que básicamente combina en un solo sistema la atmósfera, el hielo marino y los océanos. Así lograron representar de forma más realista cómo interactúan entre sí todos estos elementos.
En total, los investigadores llevaron a cabo tres simulaciones. La primera la hicieron con las condiciones actuales. En una segunda, duplicaron la concentración de dióxido de carbono (2xCO₂). Y, en la tecera, la cuadruplicaron (4xCO₂). El objetivo de estas simulaciones, anotaron los investigadores, era poder “observar cómo reacciona el sistema marino del planeta ante distintos escenarios de calentamiento global”.
Los resultados mostraron que, en el océano Ártico, el retroceso del hielo marino está cambiando el comportamiento de las aguas. Sin esa capa que antes actuaba como una barrera, comentaron los investigadores, el viento tiene ahora más libertad para agitar la superficie.
“Cuando sopla en sentido horario, puede reforzar las corrientes oceánicas y generar remolinos en la capa superior del mar. Todo esto provoca una circulación más intensa y una mayor turbulencia”, advirtieron en el documento.
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En el Antártico, por su parte, ocurre una situación distinta, pero igual de inquietante. Allí, la pérdida de hielo está reduciendo la salinidad del agua cerca de la costa, lo que crea una diferencia de densidad entre el norte y el sur. Ese contraste, agregaron, “impulsa corrientes más fuertes, como la Corriente de Talud Antártico, y aumenta la formación de remolinos y sistemas de alta salinidad”.
Estos cambios podrían alterar los ecosistemas marinos y modificar la forma en que se dispersan los contaminantes en el océano. Los investigadores recalcaron que, para comprender mejor las implicaciones ecológicas de estos hallazgos, es fundamental realizar nuevos experimentos de modelado del sistema terrestre con alta resolución espacial.
Axel Timmermann, coautor del estudio y director del ICCP, dijo que en la actualidad en el Centro de Física del Clima del IBS en Corea del Sur, están “desarrollando una nueva generación de modelos del sistema terrestre que integran mejor las interacciones entre el clima y la vida. Esto profundizará nuestra comprensión de cómo responden los ecosistemas polares al calentamiento global”.
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