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“No se habla tanto del riesgo financiero vinculado a la pérdida de biodiversidad”

Esta semana se lleva cabo la conferencia Innovate4Climate del Banco Mundial en Bilbao. Alicia Montalvo, gerente de Cambio Climático y Biodiversidad Positiva del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), habla en entrevista para El Espectador de cómo avanza la acción climática en la región.

María Paula Lizarazo

25 de mayo de 2023 - 06:00 p. m.
Alicia Montalvo es gerente de Cambio Climático y Biodiversidad Positiva del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Foto: María Paula Lizarazo
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“Sí, se habla del riesgo financiero asociado al tema climático, pero no se habla tanto del riesgo financiero vinculado a la pérdida de biodiversidad. ¿Qué ocurre si la biodiversidad se deteriora y resulta que el sector agrícola se ve afectado?”, es una de las preguntas que se hace Alicia Montalvo, gerente de Cambio Climático y Biodiversidad Positiva del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), en la conferencia Innovate4Climate (I4C), del Banco Mundial. (Puede leer: Las ballenas australes también sufren los efectos del cambio climático)

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Montalvo, quien fue directora ejecutiva del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y ha trabajado con los ministerios de Economía y Medio Ambiente de España, es una de las participantes de este encuentro anual en el que expertos se reúnen a discutir sobre financiación climática, bonos de carbono y otros temas de inversión.

Desde una de las salas del Centro de Exhibiciones de Bilbao, habla en entrevista para El Espectador de cómo ve la acción climática en América Latina y los puntos claves para una transición energética “justa” en la región.

Hace un rato habló del concepto “beyond carbon” (más allá del carbono). ¿En qué consiste esto en una región como América Latina, que tiene un enclave climático como el Amazonas?

Precisamente en dar un valor al Amazonas, que va más allá de su capacidad de absorción de las emisiones. Yo creo que es ahora mismo la fuente más importante de absorción del mundo. Además, la Amazonia juega un papel fundamental en la regulación del clima, a través de la humedad que se emite, o todo el papel que cumple también en los temas hídricos del substrato.

Todas esas cuestiones muchas veces no se valoran cuando se habla de la deforestación evitada para comercializar reducciones de carbono. Entonces, beyond carbon, para nosotros, es poder dar a los bosques el valor que tienen más allá de ser sumideros de carbono, ya que tienen muchísimos servicios ambientales y también servicios vinculados a la subsistencia de la población. (También puede leer: La clave para evitar la extinción de un ave que solo habita en Colombia)

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Creemos que si se está promoviendo financiación hacia la Amazonia por la reducción de emisiones, tendríamos que ir un paso más allá y es que si hay un comportamiento de las empresas hacia los temas ambientales y sociales, pues que también se incorporen estos temas, que sea posible que una empresa pueda considerarse no solo “net zero”, sino también frente a la reducción de la biodiversidad.

Hay que incorporar todos estos temas en la discusión. Yo creo que hay una separación un poco artificial entre cambio climático y biodiversidad, que nosotros en América Latina tenemos que intentar romper, porque es que al final no son conceptos disociables.

Ojalá alguna vez vengamos a una reunión de estas y sea de valorización de la naturaleza, no solo por el fin de comercializar o hacer mercado con ello, porque al final lo del mercado a veces tiene una cierta connotación negativa. Que no se vea la inversión en biodiversidad como un gasto, sino que se vea como algo que produce beneficios y rentabilidad a largo plazo y eso requiere un trabajo de valorización de todos los servicios ecosistémicos que ofrece la Amazonia.

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Se ha hablado de la necesidad de crear más fondos para mitigación y adaptación en América Latina, especialmente desde el covid-19 y teniendo en cuenta los eventos climáticos extremos. ¿Cómo se puede progresar para incrementar esos fondos?

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América Latina tiene una enorme ventaja y es que son países de renta media y en una situación de desarrollo que desafortunadamente no es la situación de muchos países africanos, pero es verdad que eso a veces los deja fuera de muchas fuentes de financiación. (Le puede interesar: Descubren más de 5.000 especies de animales, pero estarían en peligro)

Pienso que ahí hay que hacer unas alianzas muy importantes entre las fuentes de financiación internacional con las fuentes de financiación local. Es necesario que también estos países, por ejemplo, Colombia, que está en un nivel de desarrollo y de madurez importante y de un reconocimiento de los temas ambientales, se movilicen recursos internamente también hacia estos temas y eso puede catalizar financiación internacional.

Por ejemplo, CAF trabaja mucho con los fondos climáticos, que son el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, el Fondo Verde del Clima, el Fondo de Adaptación, pero en muchos casos estos fondos piden primero cofinanciación de CAF —ahí estamos—, y también piden cofinanciación del país. Eso es algo que se tiene que trabajar mucho más, porque es lo que va a potenciar atraer recursos hacia América Latina. Luego, también es muy importante trabajar con una perspectiva regional. (Puede interesarle: Desechos plásticos harían que millones de personas estén en riesgo de inundaciones)

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También creo que a veces eso no se ha hecho así porque las fuentes de financiación están muy centradas en cada país. Nosotros estamos intentando mover proyectos regionales porque cuando hablas de biodiversidad y de ecosistemas no puedes decir: este trocito acaba en Colombia, este acaba en Brasil. Tienes que hacerlo de manera conjunta y eso realmente no es fácil. Hace falta un esfuerzo de colaboración entre los países para proteger los ecosistemas multipaís.

Sobre ese tema que menciona de ver América Latina de forma regional pensando en los ecosistemas, hay un proyecto en el que participan el Banco Mundial, el GEF, entre otros, de crear una suerte de protección conjunta de la cuenca del río Putumayo en los cuatro países que atraviesa. Ese proyecto busca trabajar también con las comunidades indígenas que viven alrededor de esta cuenca. ¿Por qué es importante incluir a los pueblos indígenas en los temas de cambio climático?

Porque la mayor parte de los bosques, sobre todo los bosques primarios, que son los que tienen mayor capacidad de absorción, están en territorios de las comunidades indígenas. Además, las prácticas que se han utilizado de manera ancestral para protegerlos han funcionado porque ahí siguen los bosques. El problema es que ahora se unen muchos factores que hacen que a veces ni siquiera estas comunidades puedan conservarlos. Entonces, me parece imprescindible hablar y hacer el empoderamiento de la comunidad indígena, o la comunidad campesina, para que puedan realmente decidir cuál es el uso de los bosques y trabajar de manera integrada.

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¿Qué tan clave es la ratificación del Acuerdo de Escazú en los países de América Latina para llevar a cabo la agenda climática?

Es fundamental porque es cierto que todavía no hay demasiada transparencia informativa ni tampoco demasiada participación de la sociedad civil, que al final es el objetivo del Acuerdo de Escazú.

Nosotros como institución estamos apoyando para que haya una mayor participación de los jóvenes. En los temas informativos creemos que hace falta reforzar los datos que se generan, porque a veces no es que haya un afán de no compartir los datos, sino que no hay datos.

Yo pienso que hay una apropiación importante del Acuerdo de Escazú, precisamente porque viene de la región, pero todavía estamos en las primeras fases, y eso es un esfuerzo que en muchos países de otras regiones no ha avanzado tanto, todavía tomará tiempo, pero hay una conciencia cada vez mayor y eso es muy importante, sobre todo en las generaciones más jóvenes que hacen procesos participativos, constructivos, muy interesantes.

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Además Escazú les puede dar herramientas a ustedes para incorporar en los proyectos que financian

Totalmente. De hecho, estamos ahora lanzando algunas convocatorias para innovaciones vinculadas al cambio climático con los jóvenes. Ahí hay un trabajo todavía por hacer muy importante.

En la región se ha discutido la posibilidad del canje de deuda para cambio climático, de hecho es algo de lo que habla bastante el presidente Petro. ¿Qué posibilidades ve o qué otros mecanismos podría haber en la región?

Yo veo margen. Lo que pasa es que hay que ver los riesgos de que una operación mal diseñada de canje de deuda puede llevarte a que no consigas nueva financiación, por eso hay que ser muy cuidadosos. Pero ahora, por ejemplo, lo que se está planteando también es refinanciación de deuda, es decir, cambiar una deuda sin color, por una deuda verde, que yo creo que eso está bien.

A mí me parece que al final no es plantear operaciones donde usted me condona la deuda y yo hago un fondo para algo, sino que hay que refinanciarlo y asegurar que haya un flujo de recursos financieros que efectivamente van a ir a saldar esa deuda. O sea, cambiar un tipo de deuda por otro tipo de deuda. Yo creo que ese tipo de operaciones tienen futuro, y eso está muy vinculado con otra fuente de financiación, que es el tema de los bonos verdes y los bonos azules. Nosotros estamos trabajando pequeños pilotos con algunos países, por ejemplo Ecuador, porque pensamos que los flujos financieros que pueden venir de los servicios ecosistémicos, de proyectos vinculados al turismo sostenible, por ejemplo, pueden servir para emitir bonos. (Le puede interesar: Este es el estado del volcán Nevado del Ruiz el jueves 25 de mayo)

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Y yo ahí también quiero hacer una petición al mundo financiero, porque ahora mismo los bonos verdes están muy vinculados a mitigación. Si también diseñamos estándares claros de proyectos de adaptación con unos objetivos e indicadores de resultados muy rigurosos, porque es verdad que en adaptación a veces es difícil distinguir lo que es un tema puramente de desarrollo de un tema de adaptación, pero hay que hacerlo.

Hay otras connotaciones un poco más complejas que tienen que ver con la credibilidad de los países como deudores, y eso a veces es muy sensible porque la credibilidad cuesta mucho ganarla y muy poco perderla, entonces, sin embargo, la emisión de bonos, que es algo parecido, es financiarse con proyectos verdes, y en eso creo que hay más espacios.

Hace un par de años el CAF presentó un plan para llegar al 40 % de su financiamiento relacionado con el clima y definirse como el Banco Verde de América Latina. ¿Qué significa esto?

Estamos en ese camino. En 2026 el 40 % de las aprobaciones tiene que ser verde. Lo que estamos haciendo es reforzar toda la parte de transversalización de los componentes de cambio climático y biodiversidad en toda nuestra cartera, desarrollando una taxonomía bastante rigurosa, acorde con los estándares internacionales.

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Transversalizar todo el tema de cambio climático en la cartera, en temas de agua, movilidad, infraestructuras, pero también desarrollando una cartera de proyectos verdes, y trabajando en proyectos vinculados a los ecosistemas estratégicos de la región, con áreas protegidas, ver cómo podemos reforzar los temas de restauración, de valorización de servicios ecosistémicos. Por ejemplo, el ecoturismo, también la pesca artesanal, es decir, un enfoque muy basado en la economía vinculada a estos ecosistemas estratégicos y, sobre todo, a las comunidades que viven de ellos, para que sea mucho más rentable cuidarlos.

También hemos comprometido 1.250 millones de dólares de 2022 al 2026 para dedicar a proyectos de economía azul, que tienen mucho que ver con todas las barreras de corales, manglares, ecosistemas marinos y costeros, también pesca artesanal.

Entonces, para ser el Banco Verde, lo que queremos es financiar proyectos verdes y eso es un tema de oferta por nuestra parte, pero también de demanda. Al final los accionistas son los que nos lo pidieron. Tenemos que dar herramientas de conocimiento, instrumentos financieros, también contamos con algunas facilidades de asistencia técnica para que se hagan buenos proyectos en estos sectores. (Puede leer: El reciclaje podría estar liberando grandes cantidades de microplásticos)

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Y queremos ser un Banco Verde en la forma en la que opera, es decir, sostenibilidad de nuestros consumos: intentar menos viajes en avión, aunque eso es complicado, porque sobre todo somos una organización que está muy dispersa, pero ahí lo estamos intentando. También, fondearnos en verde, es decir, emitir bonos verdes y azules, y eso requiere tener una cartera de proyectos verdes y azules, o sea, que es un proceso que se retroalimenta.

Estamos en eso, no es fácil, porque es verdad que la región tiene unas prioridades que no siempre están vinculadas a priorizar lo verde. Y hay algo muy importante, que es cómo trabajar la transición energética en América Latina. Hay un problema de necesidad de abastecimiento para garantizar la energía para las personas y para los sectores económicos.

¿Por qué el CAF mantiene las inversiones en gas y cómo piensa apoyar la transición a energías renovables?

Nosotros hemos hecho el compromiso de que el 40 % de la financiación sea verde, pero nosotros también respondemos a los accionistas. Y los accionistas piden que sigamos financiando proyectos de gas, entendiéndose que son proyectos de transición energética. ¿Hasta cuándo? Realmente es muy difícil todavía establecer una fecha porque las necesidades en la región son muchas y lo que buscamos siempre es que todos estos proyectos sean sustitución de energías más contaminantes o de energías que producen más CO₂. Eso es lo que buscamos, o sea, no financiar gas porque sí.

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¿En qué medida consideramos eso verde? En la medida en que se está sustituyendo combustible. Es un debate complejo a veces, porque es verdad que otras instituciones multilaterales no lo hacen, pero nosotros lo consideramos necesario.

Por encima de todo, somos un banco de reactivación económica y creemos que hay un espacio todavía importante para asegurar el abastecimiento a precios accesibles. Además, el problema no es solo el uso del gas, sino también el petróleo, el carbón, en muchos países es una fuente de financiación, por lo que también hay que buscar unos recursos sustitutivos si se van eliminando estos combustibles. Entonces, la transición la entendemos, y además así lo prevé el Acuerdo de París, como la transición justa, y es que cada país o cada región tiene que tener el pico de emisiones asociadas a combustibles fósiles de acuerdo con su capacidad tecnológica. (Le puede interesar: Las gaviotas eligen qué comer observando lo que comen los humanos)

Si se atraen tecnologías hacia América Latina y esto se hace competitivo, perfecto. El problema es que todavía no estamos en ese momento, no solo es un problema de generación de energía renovable, sino también de las redes de distribución y transmisión. Aunque se genere, no se puede distribuir, no se puede llevar al hogar, al pequeño agricultor, y hay que pensar también en esto, en términos de equidad. Por eso la transición energética la vemos necesaria, pero también entendemos que la transición justa en América Latina seguramente requiere un plazo de tiempo un poco más largo de lo que puede suceder en otros países.

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Este artículo es publicado gracias a una beca otorgada por el Banco Mundial para asistir a la Innovate4Climate.

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