La COP30, la cumbre climática más importante del planeta, comenzó el pasado lunes en Belém, en el corazón de la Amazonía brasileña, una de las regiones más afectadas por la deforestación y el cambio climático. Aunque es apenas el inicio, ya comienzan a conocerse los primeros reportes que insisten en la urgencia de acelerar la transición energética global y cumplir los compromisos para limitar el calentamiento a 1,5 °C. La Agencia Internacional de la Energía (AIE), un organismo que reúne a varios países para analizar, coordinar y promover políticas energéticas seguras, sostenibles y accesibles, presentó su informe más importante: “Perspectivas de la Energía Mundial (WEO)”, considerado una de las evaluaciones más completas sobre el futuro energético del planeta.
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Se trata de un documento que analiza las tendencias actuales y futuras del sistema energético global. El reporte se publica, además, en un momento de profundos cambios en las políticas y los mercados energéticos internacionales, impulsados por los compromisos de los países para alcanzar la neutralidad de carbono, la expansión de las energías renovables y las tensiones geopolíticas que afectan el suministro de petróleo y gas.
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El informe propone entonces varios escenarios para entender cómo podría cambiar el sistema energético del planeta en los próximos años. El primero de ellos, llamado Escenario de Políticas Actuales (CPS), muestra qué pasaría si el mundo continúa con las leyes y medidas energéticas que ya existen, sin adoptar nuevas acciones. Es como una fotografía del presente que proyecta un futuro de cambios lentos, donde la transición hacia energías más limpias avanza con mucha cautela. El segundo, el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS), amplía la mirada e incluye las promesas o planes que los países ya han anunciado, aunque todavía no estén completamente implementados.
Es una visión más optimista, pero todavía algo limitada, pues parte de la base de que no todas las metas anunciadas se cumplirán a tiempo o en su totalidad.
Además de estos dos escenarios, que se califican como “exploratorios” y no “predictivos”, el informe presenta otros de tipo “normativo”, es decir, que no describen lo que ocurrirá, sino lo que debería ocurrir para alcanzar objetivos globales. Uno de ellos es el Escenario de Emisiones Netas Cero para 2050 (NZE), que traza la ruta para reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO₂) relacionadas con la energía hasta llegar a cero neto en 2050, con el propósito de mantener el calentamiento global por debajo de los 1,5 °C.
Otro es el llamado Escenario ACCESS, que plantea cómo lograr que todas las personas del mundo tengan acceso a la electricidad y a cocinas limpias.
Las conclusiones del informe son bastante inquietantes, más aún si se analizan en medio de la COP30 que ya comenzó esta semana en Belém, una ciudad amazónica de Brasil. En los dos primeros escenarios (CPS y STEPS), la demanda de energía global seguiría creciendo hasta el año 2050, impulsada sobre todo por los países emergentes y en desarrollo, especialmente por la India y el Sudeste Asiático. En el escenario CPS, la demanda de petróleo y gas natural aumenta hasta mediados de siglo, aunque el uso del carbón empieza a caer antes de 2030. En cambio, en el escenario STEPS, el consumo de carbón llega a su punto máximo antes y la demanda de petróleo se estabiliza hacia el final de la década.
Las consecuencias climáticas de cada escenario también son muy distintas. En el CPS, las emisiones de CO₂ conducirían a un calentamiento global cercano a los 3 °C para 2100. En el Escenario de Políticas Declaradas (STEPS), ese aumento se modera, pero solo hasta unos 2,5 °C, lo que aún supera el límite de 1,5 °C establecido en el Acuerdo de París, adoptado durante la COP21 en 2015. Solo en el escenario de Cero Emisiones Netas (NZE) se lograría mantener el calentamiento alrededor de 1,65 °C hacia 2050, con una disminución gradual después, gracias a tecnologías que eliminan CO₂ de la atmósfera.
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La electricidad, sin embargo, es el eje común de todos los escenarios. Su papel crece cada vez más en el suministro de energía del mundo, gracias a la expansión de las fuentes renovables como la solar y la eólica. Según el escenario STEPS, la demanda máxima de electricidad aumentará cerca de 40 % para 2035, principalmente por el uso creciente de sistemas de refrigeración. Los centros de datos y la inteligencia artificial (IA) explican menos del 10 % de ese crecimiento, aunque su impacto es mucho mayor en Estados Unidos, donde se concentra gran parte de la infraestructura digital mundial.
Aún así, agrega el informe, la desigualdad energética sigue siendo un problema. Hoy, cerca de 730 millones de personas viven sin electricidad y casi 2 mil millones todavía cocinan con métodos contaminantes. Si el mundo sigue por el camino actual, no alcanzará el acceso universal a la energía moderna, concluye el reporte. Sin embargo, la AIE sí identifica ejemplos de países que han logrado avances rápidos y propone una nueva hoja de ruta: alcanzar la electricidad universal para 2035 y la cocción limpia para 2040.
“Una vía para mitigar los riesgos más graves del cambio climático sigue siendo factible y existe un fuerte impulso en torno a tecnologías clave, pero, diez años después de la firma del Acuerdo de París, algunos compromisos formales a nivel nacional se han debilitado”, advierte el reporte. El documento recuerda que Estados Unidos se ha retirado del Acuerdo de París y que la nueva ronda de Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés), anunciadas hasta ahora para 2025, no muestran avances significativos frente a lo que ya se proyectaba en el escenario STEPS.
Estas contribuciones, conocidas también como compromisos climáticos nacionales, son los planes que cada país presenta ante la ONU para reducir sus emisiones y adaptarse al cambio climático, y constituyen la base del Acuerdo de París.
Según el informe, las emisiones energéticas totales de los países que han presentado nuevas NDC rondaban los 20 gigatoneladas (Gt) en 2024. Si estas metas se cumplieran plenamente, podrían descender a entre 15 y 17 Gt para 2035, lo que equivaldría a una reducción del 11 % al 25 %, cifras muy similares a las del escenario STEPS. Sin embargo, la AIE advierte que algunos países —en especial China, asegura— están presentando compromisos poco ambiciosos, diseñados de tal forma que resulta fácil superarlos sin cambios reales de fondo. Como contamos en este artículo, de acuerdo con dos informes (uno de WRI y otro de la Secretaría de la Convención) solo 64 países, que representan el 31 % de las emisiones contaminantes, han presentado la actualización de sus planes NDC.
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Además de eso, en la antesala de la COP30 en Belém (Brasil), el presidente Luiz Inácio Lula da Silva propuso establecer dos hojas de ruta globales: una para poner fin a la dependencia de los combustibles fósiles y otra para triplicar la capacidad de energías renovables hacia 2030, compromisos asumidos por los países durante la COP28 en Dubái. Aunque entonces no se acordó eliminar progresivamente el petróleo, gas y carbón, sí se reconoció por primera vez la necesidad de alejarse de ellos. A estas dos metas se suma una tercera hoja de ruta, centrada en el financiamiento climático: definir con claridad cómo se usarán los fondos pactados en la COP29 de Bakú —300.000 millones de dólares anuales— para apoyar la transición energética y cumplir con los compromisos nacionales (NDC). Sin embargo, aún persisten dudas sobre quién recibirá los recursos y bajo qué criterios.
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