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En el avance constante de la tecnología aplicada a la movilidad eléctrica, uno de los grandes retos es mantener el equilibrio entre confort térmico y gestión eficiente de la energía. En este contexto, la bomba de calor se ha posicionado como una solución innovadora que permite mejorar el rendimiento general del sistema sin comprometer la autonomía del vehículo, especialmente en escenarios climáticos exigentes.
Aunque ampliamente utilizada en sistemas de climatización convencionales, su incorporación en los vehículos eléctricos ha cobrado protagonismo gracias a su capacidad para reutilizar el calor del entorno en lugar de generarlo desde cero. Este principio termodinámico permite cubrir necesidades de calefacción y refrigeración con una demanda energética considerablemente menor frente a los sistemas resistivos tradicionales.
En los vehículos eléctricos, la bomba de calor no solo climatiza el habitáculo, sino que también contribuye a mantener la batería dentro de su rango térmico ideal. Esto favorece tanto la eficiencia operativa como el proceso de recarga. De acuerdo con JD Power, firma especializada en el análisis de la opinión de los usuarios, las baterías logran su mejor rendimiento de carga entre 15 °C y 35 °C, y la bomba de calor ayuda a alcanzar estas temperaturas incluso bajo condiciones ambientales adversas.
¿Cómo funciona la bomba de calor?
Este sistema opera mediante un ciclo térmico de cuatro etapas:
- Evaporación: el refrigerante absorbe calor del aire exterior.
- Compresión: el refrigerante se comprime, elevando su temperatura.
- Condensación: el calor se transfiere al interior del vehículo o a la batería.
- Expansión: el refrigerante se enfría y el ciclo se repite.
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Ventajas de incorporar una bomba de calor
Las bajas temperaturas representan un desafío importante para los vehículos eléctricos, ya que las funciones de climatización pueden consumir una parte significativa de la energía almacenada. Soluciones como el frenado regenerativo han permitido reutilizar energía de forma eficiente, y la bomba de calor sigue esa misma lógica al aprovechar fuentes térmicas disponibles para minimizar el gasto energético adicional.
Además, muchas bombas de calor modernas pueden invertir su funcionamiento para actuar como sistemas de refrigeración en épocas cálidas, lo que las convierte en una solución integral para el control térmico durante todo el año.
De acuerdo con JD Power, entre los beneficios más relevantes de este sistema se encuentran:
- Preservación de la autonomía: al reducir el consumo energético para calefacción, se destina un mayor porcentaje de carga exclusivamente a la propulsión. Según el medio especializado Move Electric, los vehículos con sistemas resistivos pierden hasta un 33,6 % de autonomía en temperaturas bajas, frente a un 25,4 % en aquellos equipados con bomba de calor.
- Preacondicionamiento del habitáculo: permite calentar el interior del vehículo antes de la conducción, mejorando el confort desde el inicio, especialmente durante los climas fríos.
- Optimización térmica de la batería: contribuye a mantener condiciones óptimas para la recarga y el funcionamiento del sistema de propulsión, incluso cuando las temperaturas externas son desfavorables.
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