Nacido para ser eléctrico. Antes de arrasar con cuanto premio de diseño (Best of the Best, de Red Dot) y percepción de producto (Coche del Año en Europa 2022) dentro y fuera de la industria automotriz (Product Carbon Footprint en Reino Unido), EV6, en síntesis, sin renders ni fotos espía, era el primer cero emisiones que Kia fabricó desde cero.
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Es la materialización de la idea, es decir, a diferencia de algunos de los eléctricos que recientemente han ingresado al mercado, EV6 no comparte estructura ni plataforma con otro carro que use diésel o gasolina como combustible. De hecho, poco se asemeja a los vehículos que Kia vende en Colombia; claro, es un pionero en su casa y expone un lenguaje que pronto adoptarán los lanzamientos de la marca.
Antes de entrar en detalle, una aclaración es necesaria: Kia no vende el modelo EV6 en Colombia. A decir verdad, tampoco ha iniciado una preventa. Sin embargo, una unidad ya rueda en el país. Su propósito es, afirman los directivos de la compañía a escala local, “estudiar la reacción del público y la prensa, y definir una posible versión a comercializar, así como demostrar a la casa matriz el potencial” de un país que en los primeros cuatro meses de 2022 registró 1.304 eléctricos nuevos.
Lo cierto es que, al dar un paso al costado de las cifras, las estadísticas y los —cuadriculados y posiblemente ambiguos— estudios de mercado, el EV6 es todo lo que se espera de un carro moderno. Es un crisol de sensaciones positivas, que se fundamentan en valores subjetivos, de los que dan fe las percepciones ópticas, el tacto y, por supuesto, aquello indefinible a lo que muchos conocen como experiencia al volante.
Músculo mudo
Kia usó una balanza para definir la estética de su primer eléctrico. Caminó seguro, otorgándole la tan demandada silueta tipo SUV. Sin miedo a parecer pretencioso, dio a la parte trasera esa caída tipo fast back —tan común en los crossovers alemanes prémium—. Y, a riesgo de producir un vehículo ajeno a sus conceptos, maduró la parrilla frontal, de “nariz de tigre” a la “cara de tigre digital” (digital tiger face).
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Son evidentes las pronunciadas líneas del capó, que aprovecha cada uno de sus 1.890 mm de ancho. Toman protagonismo al toparse con una, aparentemente baja, altura de 1.550 mm y los 4.695 mm de largo, justos para estacionamientos de ciudades como Bogotá y Medellín.
Visualmente, expresa la rudeza de un muscle car convencional —de frente, pues no tiene la cajuela tipo sedán—, pero no. Se trata de un eléctrico amable y sumiso. Decorado con luces LED en cada uno de sus extremos. Silencioso, en operación y al repeler los ruidos exteriores (sobresaliente insonorización). Tan mesurado como el piloto le indique, pero, en ocasiones, rebelde, brioso y, sobre todo, deportivo.
En movimiento
Quizá su mejor cara. Sí, es arriesgado decirlo, pues sobran los calificativos, positivos en su mayoría, para describir la estética interior y exterior del vehículo. Ahora bien, si resalta en la onda eléctrica que se ha tomado el mercado local es por su fácil interacción en diferentes condiciones.
A grandes rasgos, basta decir que se acopla con facilidad a la congestión de, por ejemplo, Bogotá. No hay una aceleración brusca, incómoda ni arriesgada en el trancón. También armoniza el tráfico suave, ese que no alcanza los 60 km/h, de la mano, por supuesto, de una dirección siempre firme y confiable. En la carretera, la ruta, se complementan sus bondades.
Basta seleccionar el modo Sport (tiene otras dos: Eco y Normal), para hacer de aquel ameno city car de moderadas dimensiones un deportivo de segmentos superiores. En este punto se proyectan los 320 caballos de poder y 605 Nm de torque, que sintetizan sus cuatro ruedas (tracción AWD).
Allí, todo es aerodinámica. En ese momento, las líneas —arriesgadas para unos, vanguardistas para otros— toman sentido, dando la sensación de que el vehículo fluye y atraviesa el viento con una facilidad superlativa. Esa resistencia, traducida en silbidos y ruidos a altas velocidades, parece inerte en EV6.
Como ocurre con cualquier tipo de vehículo, a mayor exigencia habrá un mayor consumo y menor autonomía. La opción GT Line, a la que pertenece el modelo que rueda en el país, anuncia hasta 514 km de recorrido. Para el caso de esta prueba, rodó unos 300, conservando el 20 % de carga.
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La suspensión es precisa en ciudad. Poco golpea o transmite imperfecciones y desniveles en la cabina. En curvas y a velocidades considerables aún es firme, como respuesta, además, a un bajo centro de gravedad. Finalmente, una conducción muy deportiva evidenciará algún sobreviraje a velocidades poco comunes en geografías como la colombiana.
Primer nivel
Sobra tinta para describir al primer automóvil que Kia concibió de cero como eléctrico. Aún así, es imposible no mencionar la adecuada disposición interior, fiel a la tarjeta de propiedad, con la capacidad de albergar hasta cinco pasajeros.
Resalta el sistema de infoentretenimiento. Lo hace tanto por la calidad de sonido y sus pantallas (de unos 12,3”), como por la ausencia de una conexión Car Play o Android Auto inalámbricas. El sonido demuestra la prolijidad en la interacción de sus catorce parlantes y, aunque parece ajeno a este rubro, hay quienes extrañarán el limpiabrisas trasero.
En seguridad, además de los tradicionales sistemas ABS, control de estabilidad y tracción, entre otros, el EV6 suma siete bolsas de aire, un 75 % de aceros de alta resistencia y 23 asistencias a la conducción, con mantenimiento de carril, alerta de punto ciego, etc.
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Los galardones no mienten. El EV6 es un hito en la historia del fabricante coreano en el mundo y su incorporación al portafolio local lo ubicaría como, por lo menos, el más vanguardista de un segmento que lleva este nombre como bandera. Un acierto que llegaría, posiblemente, a un precio no menor a los $300’000.000.