De Betim, al oriente de Brasil, llegó a Colombia la actualización de uno de los SUV con mayor personalidad —visual, claro está— de Renault: Captur. El más urbano de los crossovers que los franceses comercializan en la región ratifica la ciudad como su hábitat, aunque su estructura se levante sobre la plataforma del 4x4 de mayor renombre de la casa: el siempre fiable Duster.
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Son los detalles exteriores, las asistencias en la cada vez más común y aparentemente necesaria conexión conductor-navegación y, sobre todo, las nuevas tecnologías que resguarda el capó y componen el tren motor lo que hace de este producto una novedad en su tipo. A grandes rasgos, una actualización necesaria.
Siempre Captur
Renault es predecible. Aunque la mayoría de sus productos encajan en aquel mercado al que algunos identifican como el de “volumen” —por los precios que desenlazan en más unidades vendidas—, una buena parte de sus carros disponen de un ADN visual único.
Son fáciles de identificar y Captur es, sin duda, uno de sus carros más llamativos y reconocibles. Con un valor claramente subjetivo, bien podría decirse que las líneas que moldean su estructura no buscan aquella deportividad en la que la mayoría de lanzamientos se inspiran. Son un homenaje al modelo que internacionalmente vio la luz en 2013 y manifiestan vanguardismo, dando un nuevo aire a la parrilla frontal, ahora rodeada de luces y faros LED.
En este punto aterriza su preferencia al asfalto, en particular, al de ciudades como Bogotá y Medellín, dónde puede aparecer —más en la primera que en la segunda— alguna imperfección vial pronunciada, que exija una altura y un ángulo de entrada (21,2 cm y 19°) superior para superar el camino sin averiar ni afectar la estructura inferior.
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Ahora bien, no hay que pasar por alto sus 4,4 metros de largo, 1,8 de ancho y 1,6 de alto, al parecer, la receta métrica indicada —y máxima— para estacionarse con aparente facilidad en los reducidos espacios de centros comerciales y urbanizaciones. Hay cámara de reversa con las prácticas líneas guía que interactúan con la señal de volante.
Siempre urbano
Bajo el siempre llamativo capó de Captur se encuentra la mayor novedad para el 2022. Renault deja a un lado el —ahora anticuado— motor F4R (143 hp y 198 Nm), naturalmente aspirado; por el turboalimentado TCE de 1,3 litros, con unos 154 caballos, cuando la aguja indica las 1.800 vueltas —según el constructor— y 250 Nm de torque.
El nuevo motor, protagonista en la más reciente actualización de Duster, es un punto a favor en la armonía en movimiento. Desde hoy —finales de marzo, para ser preciso— Captur rueda libre de esfuerzos mecánicos. No más vibraciones inadecuadas. Erradica el esfuerzo del tacómetro… también, pese al turbo, a la gasolina extra, afirma quienes lo fabrican.
Siempre halando desde su eje delantero —en cada una de las tres versiones comercializadas a escala local—, Captur acierta en la silueta de los asientos, con un agarre adecuado, la reactividad del sistema de infoentretenimiento (con pantalla de ocho pulgadas) y la valiosa y sencilla interacción conductor-volante, que se define en la practicidad de manejo.
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Con el tacto como guía, hoy parecen menos sensibles los materiales en el salpicadero y las puertas. Sin embargo, hay materiales tipo piano en áreas de recurrente tacto, otros blandos y huecos en la consola, que interactúan con otros suaves y menos sonoros.
Al volante
En movimiento, el nuevo motor TCE reincide en el propósito urbano del producto. Hay un evidente turbo lag al presionar el pedal derecho —que, al parecer, se desvanece a las 2.600 rpm— y la popular cifra que 0 a 100 km/h, en Bogotá, supera los diez segundos.
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El sobresaliente desempeño del sistema de sonido —sin la firma de alguna empresa especializada en bocinas, para el facelift— solo sucumbe con recurrencia ante los ruidos exteriores del tránsito, la lluvia y la fricción del viento con el metal.
Captur fluye en la ciudad. El concepto es sólido en vías y autopistas urbanas. En carretera, el viento y la rozadura de las llantas y su caucho con el pavimento y el mineral fácilmente se apropiarán del habitáculo. Un espacio en el que piloto y copiloto estarán a gusto, tal como los pasajeros de 1,75 cm o menos que se ubiquen en sus plazas anteriores. Como es costumbre, el espacio de la mitad en la segunda fila (hay dos puertos USB) estará bien para niños o personas de muy baja estatura.
La transmisión, aunque CVT (se testeó la versión Intens 1.3 CVT Xtronic), insinúa ocho cambios —pudo ser cualquier número, más o menos, debido a su tecnología— y la mayor parte del tiempo se acopla adecuadamente al propulsor. Hay una rigidez cuando trabaja la suspensión, pues casi cualquier imperfección se transmite a los ocupantes.
Teniendo en cuenta las innumerables variantes (geografía, altura, peso, clima, etc.), a una altura de 2.000 a 2.500 msnm el consumo en ciudad fue de unos 32-36 km/gal. En carretera, se estira a uno 55-60.
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Captur se actualizó visual y mecánicamente para competir en un mercado donde, de forma descendente, prima lo eléctrico, híbrido y turbo. Una alternativa que parte en los $84’000.000 (Zen, versión manual aspirada), da el salto a la turboalimentación en los $97’000.000 (Intens) y encuentra un límite a los $101’000.000 (Iconic).
