
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Cuando un vehículo resulta involucrado en un accidente fuerte, sufre un robo, queda expuesto a un incendio o termina completamente inundado, la aseguradora entra a revisar el caso y determina qué hacer con él. Durante esa evaluación se calcula cuánto costaría devolverlo a su estado original, teniendo en cuenta los repuestos que habría que cambiar y la mano de obra necesaria.
En muchos casos, esa cotización supera por mucho el valor real del carro. Es ahí cuando la compañía decide declarar pérdida total o daños de gran magnitud, una situación que lleva directamente al concepto de salvamento. En este punto, se indemniza al propietario según lo estipulado en la póliza y la aseguradora queda con la custodia legal del vehículo.
Lo que sigue suele ser bastante claro: estos carros terminan destinados a despiece, venta de partes, o subastas públicas donde empresas o particulares los adquieren para darles una segunda oportunidad. Quien compra un carro de salvamento suele buscar repuestos usados o nuevos -idealmente de la misma marca- con la intención de dejar el vehículo lo más similar posible a su estado original y, en un futuro, venderlo nuevamente.
¿Qué tipos de salvamento existen?
Ya con el concepto claro, vale la pena revisar las clasificaciones más comunes dentro del mercado de salvamento. Este tema no es menor, porque cada tipo define el nivel de daño, el origen del siniestro y las condiciones en las que llega el carro al comprador. De acuerdo con Fasecolda, los salvamentos se dividen principalmente en tres categorías:
1. Salvamento por daños
Este es el caso más frecuente. Ocurre cuando, después de un siniestro, la reparación del vehículo supera aproximadamente el 75 % de su valor comercial. Para la aseguradora no tiene sentido invertir tanto dinero, así que declara pérdida total, indemniza al dueño y se queda con el carro. Por eso, muchos de estos vehículos terminan con golpes estructurales, bolsas de aire activadas o daños severos en carrocería y mecánica.
2. Salvamento por robo
Aquí la historia es distinta. El carro fue robado y la aseguradora pagó al propietario la indemnización correspondiente por pérdida total. Sin embargo, si meses después las autoridades recuperan el vehículo, este pasa automáticamente a ser propiedad de la aseguradora. Dependiendo de su estado, puede terminar en subasta o en venta directa como salvamento.
3. Otro tipo de salvamentos
Esta categoría agrupa situaciones menos comunes, pero que también ocurren. Aquí se encuentran los carros que, durante su proceso de reparación, presentan inconvenientes que impiden devolverlos al estado esperado. Puede tratarse de errores en la restauración, daños ocultos que aparecen a mitad del proceso o partes que simplemente no quedan bien alineadas. Ante ese escenario, la aseguradora opta por declarar pérdida total, pagar al asegurado y tomar posesión del vehículo.
Le puede interesar: Deepal presentó en Colombia la nueva G318, un SUV híbrido de rango extendido
Ventajas y desventajas de comprar un carro de salvamento
Como ocurre con cualquier decisión relacionada con vehículos usados, comprar un carro de salvamento tiene sus luces y sombras. Para algunos es una oportunidad interesante; para otros, un riesgo que no vale la pena asumir. Veamos ambos lados de la moneda.
- Ventajas
Precio atractivo: el argumento principal suele ser el bolsillo. Estos vehículos se subastan a valores mucho más bajos que los del mercado tradicional, lo que permite acceder a un carro mejor equipado o de gama superior sin vaciar la cuenta bancaria.
Oportunidad para entusiastas: quienes viven y respiran el mundo motor -sobre todo los aficionados a modelos de alta gama- suelen ver en los salvamentos un proyecto emocionante. Con las piezas adecuadas, tiempo y conocimientos, es posible devolverlos a buen estado y dejarlos listos para rodar nuevamente.
- Desventajas
No siempre quedan como nuevos: aunque se invierta en repuestos y mano de obra, nadie garantiza que el vehículo recupere un funcionamiento perfecto. Muchos arreglos se centran en “lo necesario para que ande”, dejando detalles estructurales o electrónicos sin resolver.
Riesgos para la seguridad: rodar en un carro de salvamento implica asumir un nivel de riesgo. Dependiendo del tipo de daño que tuvo, puede haber afectaciones invisibles que comprometan la integridad del conductor y sus ocupantes, especialmente en situaciones de emergencia.
Limitaciones en seguros: la mayoría de aseguradoras evita ofrecer pólizas todo riesgo para este tipo de vehículos. Aunque hay excepciones, el mercado es reducido y las condiciones suelen ser más rigurosas o costosas.
🚗🚗🚗 ¿Ya está enterado de las últimas noticias de Autos? Lo invitamos a visitar nuestra sección en El Espectador.