La Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR) Canoas es, sin duda, la piedra angular para cumplir la orden del Consejo de Estado de descontaminar el río Bogotá. Y lo es, porque allí se tratará el 70 % de las aguas negras que produce la capital y el 100 % de Soacha. Pero a pesar de su importancia, el proyecto cumplió casi 10 años estancado: la falta de un aval de la nación a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (EAAB), para tramitar un crédito con la Banca Multilateral para hacer su aporte al proyecto, fue el último escollo que retrasó tres años la selección del constructor y el inicio de las obras.
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Sin embargo, luego de superar múltiples tropiezos y negociaciones, en las que la EAAB disminuyó sus pretenciones de contratar un crédito por USD 600 millones a uno de USD 100 millones, finalmente obtuvo el concepto favorable del Ministerio de Hacienda, con lo que el camino se empieza a despejar. “Era uno de los últimos pasos para la ejecución del proyecto. Estábamos listos para empezar sin garantía soberana, pero tenerla mejora las condiciones del crédito que la empresa puede conseguir”, explicó la gerente del Acueducto, Natasha Avendaño. Entonces, ¿qué hace falta para comenzar las obras?
¿Qué viene ahora?
Antes de seguir es preciso recordar que los USD 100 millones son solo una porción de lo que realmente le toca poner al Acueducto para financiar la billonaria construcción. En general, la obra cuesta casi USD 1.500 millones (COP 6 billones), que los aportarán la CAR, con un 46,59 % (recursos de la sobretasa ambiental que se paga con el impuesto predial), la Alcaldía de Bogotá (31,99 %), el Acueducto (19,67 %) y la Gobernación de Cundinamarca (1,75 %). Ante esto, Avendaño agregó que los recursos que faltan “se conseguirán a través de créditos bajo otro tipo de condiciones”, que no exijan garantía de la nación.
De momento, la Empresa de Acueducto se encargará de estructurar y firmar el contrato de empréstito por los USD $100 millones con el Banco Mundial. En paralelo, de acuerdo con el cronograma, se continuará con la licitación para elegir al consorcio, empresa o unión temporal que se encargará de edificar la planta. Para este momento ya hay cuatro consorcios precalificados para continuar en la pelea por quedarse con el contrato: APCA Aguas Canoas, integrado por tres firmas chinas; Promotora del Desarrollo de América Latina S.A. de C.V., filial mexicana; Unión PTAR de la Sabana, conformada por dos firmas españolas, y APCA PTAR Canoas, consorcio que lo encabeza una filial de la multinacional francesa Veolia Environnement. Si quiere conocer a más detalle su trayectoria, lo contamos también en otra nota.
Para el primer semestre de 2026 el Acueducto proyecta evaluar estas ofertas y adjudicar la construcción y operación del proyecto. Una vez se surta este proceso continúa la etapa de preconstrucción, durante la cual el consorcio, por cerca de un año y medio, tendrá que prepararse con insumos, personal y recursos financieros para desarrollar los trabajos, ya que en este contrato no se pagarán anticipos.
De esta manera, en 2027 iniciaría la construcción de la planta de tratamiento que, si todo sale al pie de la letra, duraría cinco años y podría por fin entrar en operación en 2032, casi 28 años después de que el Tribunal de Cundinamarca diera la orden de descontaminar el río Bogotá.
Mientras la construcción avanza, la gerente de la EAAB, Natasha Avendaño, detalló un plan inmediato para tratar de empezar con el saneamiento del río: poner en funcionamiento el sistema de intercolectores de Canoas. Esto significa que, una vez entre en operación la estación elevadora a finales de 2025, las aguas residuales ya no se verterán directamente en los afluentes del río Bogotá. En su lugar viajarán a través del sistema de interceptores y colectores, llegando a la zona donde quedará en el futuro la planta de tratamiento para iniciar el proceso de descontaminación.
Así es el megaproyecto
Para hacerse una idea de la enorme tarea que representa descontaminar el río Bogotá, hay que saber que diariamente se vierten al alcantarillado cerca de 600 toneladas de material orgánico y de residuos sólidos domésticos e industriales, que llegan directamente al caudal, convirtiéndolo en un referente de suciedad y contaminación a nivel mundial.
Es en este contexto que la PTAR Canoas se convierte en la solución. La planta está diseñada para recibir las aguas residuales de más de siete millones de habitantes —cubriendo la zona centro y sur de Bogotá, además del casco urbano de Soacha—. Con esta megaobra se logrará el saneamiento de las cuencas críticas (Fucha, Tunjuelo y El Tintal) y se impactará positivamente la calidad de vida de cerca de 12 millones de personas, en 47 municipios de Cundinamarca de la cuenca media y baja del río, extendiendo el beneficio hasta las localidades de Engativá, Fontibón, Suba, Bosa y Kennedy.
A futuro, la gerente del Acueducto proyecta que las aguas residuales tratadas en la PTAR Canoas sirvan para reutilizarla en actividades industriales (al no ser potable). Teoría que ya se viene estudiando en la PTAR Salitre, y que está a la espera del concepto técnico de la CAR.
Una ciudad que le dé la cara al río Bogotá y no la espalda es la deuda que desde hace 20 años las alcaldías han tenido con sus habitantes. Ahora todo parece estar listo.
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El Acueducto tiene la responsabilidad de acelerar y garantizar un proceso de licitación transparente para que en siete años, como lo promete esta administración, se recupere no solo medioambientalmente el afluente, sino que se transforme la calidad de vida de las generaciones que han convivido por décadas con el río contaminado.
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