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Bloqueo de la vía al Llano: un eterno dolor de cabeza

En el sector de cuatro carriles, municipio de Chipaque, un deslizamiento bloqueó la vía Bogotá-Villavicencio. La comunidad alertó la emergencia que no solo afecta a conductores, sino la economía nacional.

María Angélica García Puerto y María Camila Ramírez Cañón

09 de septiembre de 2025 - 07:00 p. m.
Isabel Hurtado camina por una carretera afectada que levantó la tierra. Al fondo, una de las tres casas evacuadas al 9 de septiembre de 2025.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada
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Sandra Hurtado estaba el sábado trabajando y recibió una llamada de su mamá, Isabel, quien angustiada le dijo que la montaña, en la vereda Caraza, municipio de Chipaque (Cundinamarca), se había venido abajo, a tan solo 200 metros de su casa. “Nosotros escuchamos como si cayeran piedras de a poco. Nos alcanzamos a asustar. Afortunadamente se calmaron las lluvias, pero esto nunca había pasado. Estamos pensando evacuar voluntariamente”, dijo en entrevista para este diario.

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Fue un deslizamiento de casi 100.000 metros cúbicos de material vegetal y rocas que, una vez más, tiene bloqueada la vía al Llano, en ambos sentidos y que no tiene fecha estimada de apertura. En el punto, decenas de volquetas y excavadoras trabajan removiendo la tierra. Hasta este martes apenas llevaban 6,7% (6.749 m3) de todo el material que quedó sobre la carretera. La dificultad, según las autoridades, es a causa de que el terreno sigue inestable y hay amenaza de nuevos deslizamientos a medida que van limpiando.

De acuerdo con el cabo Leonardo Castro, comandante del Cuerpo de Bomberos Voluntarios de Chipaque, es una situación compleja “debido a la acumulación y saturación de agua del terreno, producto de las lluvias que se registraron la semana pasada, lo que terminó por generar más peso en el talud”. Por esta razón, seis familias serán evacuadas y tres ya lo hicieron.

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Entre ellas la de Édgar Moreno, de 52 años, quien está en silla de ruedas y vive con su papá, de 90 años. En su casa se pudo apreciar como el patio estaba agrietado y la vía de asfalto, que conectaba la vereda, se encuentra totalmente levantada como si hubiera acabado de ocurrir un terremoto. “El domingo nos pidieron evacuar. Nos llevamos las camas y una ropa. Ese derrumbe ya se había metido a nuestro terreno y teníamos que salvar la vida, pero acabó con todo lo que teníamos. Ahora estamos viendo como tratamos de rescatar las cosas personales y de la casa que nos quedó”, dijo.

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Dentro de los afectados también están los 3.100 transportadores, que tenía que recorrer esta ruta, según Fedetranscarga. Uno de los conductores, quien prefirió no dar su nombre, está varado en la zona de la emergencia desde el sábado. “Vengo cargado de maíz desde Granada, Meta y voy a Chiquinquirá. No me he bañado y estamos cansados. No dan paso en la vía alterna para salir de acá”.

3.100 transportadores afectados según Fedetransacarga.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Por su parte, Heriberto Corredor, transportador de Nafta y quien está en el sector de El Uval (Usme), pide a las autoridades de tránsito que, al menos, los dejen pasar hasta Chipaque, “donde al menos hay parqueaderos para descansar y no estar a la deriva hasta tanto solucionen”.

El gobernador de Cundinamarca, Jorge Rey, señaló que se están adelantando reuniones con alcaldes de los municipios aledaños, para coordinar un plan de manejo de tráfico, pues ya han surgido inconvenientes por el paso de vehículos pesados por cascos urbanos, especialmente en municipios como Ubaque y Choachi. “Es improbable darles en este momento paso a los transportadores, para llegar a Chipaque, porque no sabemos cuánto tiempo tomará remover el material y las maniobras de devolverse son bastante complejas”.

Ya estaba advertido

La comunidad de Caraza ya había alertado sobre la necesidad de ejecutar obras hidráulicas y muros de contención, lo que hubviera reducido el impacto de este deslizamiento. Sandra Hurtado detalló que, a través de un derechos de petición, pidieron en julio a la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI), canalizar las aguas que vienen de la quebrada Munar, pues “de lo contrario, el agua se filtra en la tierra y sucede esto. Hay que atacar la parte alta de la montaña”.

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Édgar Moreno es más concreto en su alerta: “si esa agua sigue corriendo, la tragedia va a ser grande y puede haber muchas más familias en riesgo”. En diálogo con El Espectador, el gobernador Rey indicó que en el corredor Bogotá-Villavicencio, la ANI tiene identificados 96 puntos críticos, a causa de una degradación progresiva, de los cuales se iban a priorizar 16 para intervención.

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No obstante, a la fecha, la ANI e INVÍAS tan solo han hecho convenios por $40.000 millones para atender cuatro puntos, dentro de los cuales no estaba Chipaque. “La ANI se comprometió a hacer esas obras de canalización de aguas que, en la corona de la montaña, no han tenido un adecuado manejo y eso ha venido degradando la estabilidad de la montaña”, agregó Rey.

Ante esta situación, desde la ANI respondieron que las obras hidráulicas señaladas por la comunidad “en los predios privados de la vereda Caraza, no hacen parte de las obligaciones del concesionario ni de la ANI, dentro del del contrato de Concesión”.

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No obstante, agregó que en la visita técnica que realizaron el 8 de septiembre, “se evidenció que entre las posibles causas están nacederos de agua y prácticas de siembra, factores que requieren un manejo integral de las aguas. Así como la existencia de obras hidráulicas construidas, en su momento por el concesionario Coviandes, destinadas a mitigar la saturación de los suelos y proteger la vía”.

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Impactos en alimentos

Ya van cuatro días sin poder usar la vía y el abastecimiento de las centrales mayoristas también han empezado a sentir el golpe, ya que hay muchos productos que llegan a Bogotá y de ahí se dirigen a otras zonas, según explicó Jorge Bedoya, presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC).

Entre más se prolongue el bloqueo, existe el riesgo de que aumenten las pérdidas de los productores y, de paso, repunte la inflación alimentaria localizada en Bogotá y la Sabana, lo que afectaría a los hogares de menores ingresos, por ser los que gastan un porcentaje mayor de su dinero en comida. De hecho, ya se evidencian algunos incrementos en los precios que reporta la Coordinación Departamental del Meta del Plan Nacional de Fomento Hortofrutícola: el aguacate procedente del Meta, reportó un incrementos en su precio, que oscila entre 17 % y 40 %. De otro lado, las hortalizas podrían aumentar su precio en departamentos como el Meta y Vichada. La maracuyá subió en promedio 35 % para venta en el mercado de la capital. Y el plátano aumentó su precio en $2.000 por bolsa, para el producto proveniente de esta región del país.

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Sin embargo, desde la Corporación de Abastos de Bogotá (Corabastos) informaron que, pese al cierre, la central mayorista continúa recibiendo productos fundamentales para la canasta familiar como como plátano, yuca, maracuyá y más, que abastecen de manera significativa a Bogotá y otras zonas del país.

“Gracias al esfuerzo de los transportadores y al uso de rutas alternas por el Sisga – Guateque – Cumaral – Restrepo, se ha logrado garantizar el flujo de alimentos hacia Corabastos. Asimismo, los horarios flexibles de llegada de los vehículos permiten mitigar el impacto de la contingencia y mantener un nivel adecuado de abastecimiento en las bodegas”.

¿Qué se mueve por la vía?

Se estima que a diario se movilizan 1.800 toneladas de productos del Meta a Bogotá (plátano, yuca, cítricos, carne, lácteos, frutales) y 1.300 toneladas en sentido contrario (insumos agrícolas, manufacturas). Debido a la contingencia, dichos productos deberán transportarse por la vía alterna, lo que, no solo genera sobrecostos y demoras, sino un reto logístico, porque el corredor alterno tiene restricciones de peso.

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En condiciones normales, el recorrido por la vía al Llano tarda casi tres horas, mientras que por la vía alterna más corta son más de siete (Bogotá - Sisga - Guateque - San Luis - El Secreto - Algarrobo - Villanueva - Barranca - Paratebueno - Cumaral - Restrepo – Villavicencio). Los más afectados son los productos perecederos de origen agropecuario, que no toleran retrasos ni desvíos largos. El plátano y la yuca, provenientes del Meta, son básicos en la dieta bogotana y, además, son altamente perecederos, pues se maduran o se pudren rápido, según Carlos Duarte, miembro del Instituto de Estudios Interculturales (IEI) de la Universidad Javeriana de Cali.

De igual modo, las carnes y lácteos requieren cadenas de frío, que pueden romperse en los largos trayectos. Duarte añade que las frutas y hortalizas frescas son muy sensibles a golpes, temperatura y tiempo en tránsito. Su deterioro rápido genera pérdidas y encarece el producto final.

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Por último, el arroz también enfrenta dificultades por el sobrecosto, en pleno cierre de cosecha. “Hay más de un millón de toneladas almacenadas en los molinos y salen unas 3.000 toneladas diarias. Se encarece el precio de los fletes”, relata Rafael Hernández, gerente de Fedearroz, quien agrega que los más afectados son los molinos que trillan y sacan el grano blanco para comercializar.

En medio del panorama actual, ni los productores ni los transportadores o pequeños comerciantes tienen la capacidad para absorber los costos adicionales de rutas largas o transporte aéreo, pero alguien debe asumir el gasto adicional que representa el cierre de la vía.

¿Cómo romper el ciclo?

Que la vía no se pueda transitar es un hecho que ocurre, como mínimo, una vez al año. Por eso, Bedoya sostiene que “siempre es un dolor de cabeza”, por lo que afirma que las vías alternas deberían ser casi vías principales, que permitan el tránsito de camiones.

“Pero los productores y consumidores están sujetos a lo que ocurra. Hay que tener alternativas, porque siempre pasa factura”, agrega el presidente de la SAC.

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Hay al menos 23 volquetas y 4 excavadoras realizando labores de limpieza.
Foto: Mauricio Alvarado Lozada

Para evitar el alto impacto en la cadena de suministros y en los precios, Duarte apunta a que se debe reducir la dependencia de Bogotá como único gran mercado y fortalecer cadenas regionales, así como explorar combinaciones en tipos de transporte como fluvial por el río Meta; férreo, en tramos posibles, y aéreo subsidiado, para productos críticos en emergencias. “El cierre de la vía al Llano no es un evento aislado, sino un síntoma de un sistema frágil, centralizado y vulnerable”, finaliza el experto de la Universidad Javeriana de Cali.

Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por María Angélica García Puerto

Cubre temas de seguridad, primera infancia, educación, movilidad, derechos humanos y género.@_amariag
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