San Bernardo es uno de los barrios más antiguos de Bogotá, localizado en una zona estratégica, que hoy está en disputa entre dos bandas criminales. Localizado entre la carrera 10 y la avenida Caracas, y entre calle primera y 6, está a pocas cuadras del núcleo institucional del país (Congreso, Palacio de Nariño y Palacio de Justicia), hoy es el epicentro de un ambicioso proyecto de renovación urbana, que todavía no se concreta.
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En los primeros planos de Bogotá esta zona hacía parte de Las Cruces. En medio de una expansión urbana se consolidó como un barrio de personas acomodadas, que prefirieron asentarse en las afueras de la capital. Su transformación habría comenzado con el Bogotazo, ya que después de esta fecha, el centro se convirtió en una zona insegura, de la que pronto migraron sus habitantes.
Con los años, San Bernardo se vio permeada por “El Cartucho”, que se consideró la olla de microtráfico más grande del país. Con su intervención y la construcción del parque Tercer Milenio, parte de su población se quedaron en el “Sanber”. Allí, a la par, se dio un proceso de transformación por cuenta de la construcción de troncales de Transmilenio, que llevaron a la desaparición del icónico mercado de muebles sobre la carrera décima.
Estas obras viales tuvieron otro efecto: se convirtieron en barreras urbanas, que les impidieron a los habitantes de la zona relacionarse con barrios vecinos. Fue así como se propició la proliferación de habitantes de calle, pagadiarios, prostitución y venta de droga. La crisis se agudizó en 2016, tras la intervención del antiguo Bronx.
Actualmente, según encuestas del Sisben, alrededor de 3.341 personas vulnerables viven en San Bernardo, de las cuales 1.794 son residentes habituales. Allí, según la Secretaría de Integración Social, habitan 700 víctimas del conflicto armado; población embera; migrantes; niñas, niños y adolescentes en riesgo, y 540 habitantes de calle, la concentración más grande de la ciudad (5%), en apenas dos cuadras.
Con los recientes hechos de inseguridad y una disputa territorial en marcha, hoy cuatro de cada 10 habitantes dicen temer por su vida, sentimiento que viene creciendo después de los cuatro atentados.
Cuatro atentados, cuatro víctimas, 29 heridos
San Bernardo, sitiada por el crimen y los intereses de las bandas que se disputan las rentas de las diversas actividades delictivas, vuelve a ser este año en el escenario de una guerra sin cuartel. Las bandas de ‘Los Costeños’, y ‘Los Venecos’ comenzaron a lanzar ataques con explosivos, con el fin de sembrar el miedo y eliminar a los miembros de la organización enemiga. Sin embargo, en los cuatro ataques que se registraron en marzo, las víctimas han sido, en su mayoría, habitantes de calle y civiles que tuvieron la mala fortuna de caminar por las zonas que fueron blanco de los ataques.
El primero ocurrió el 18 de febrero, a las 10:30 de la noche, cuando una persona lanzó un artefacto explosivo contra un grupo de habitantes de calle, que se encontraba en la carrera 10 con calle 5. En su momento, llegaron las autoridades y se encontraron una persona sin vida y ocho heridas a causa de la explosión. Los históricos antecedentes de violencia encendieron las alarmas.
Días después, el domingo 23 de febrero, ocurrió el segundo ataque, que dejó dos personas lesionadas por aturdimiento. Por fortuna, nadie falleció. Según informaron las autoridades, capturaron a una persona y el móvil del caso se atribuiría a “ajuste de cuentas entre estructuras criminales”.
La tercera explosión ocurrió en la tarde del miércoles 12 de marzo. Según las autoridades, el hecho dejó tres muertos y nueve heridos. Nuevamente, explicaron que el motivo fue la lucha entre grupos delincuenciales. En esta oportunidad, capturaron a dos individuos quienes, presuntamente, serían los responsables de lanzar el explosivo. Gracias a la vigilancia en la zona, se evitó esa misma semana otro ataque.
El cuarto explosivo, que puso sobre la mesa una posible militarización en la zona, ocurrió en la noche del 25 de marzo, el cual dejó tres personas heridas. Dos individuos, que se movilizaban en una motocicleta, arrojaron una granada de fragmentación contra un grupo de personas, que se encontraba reunido en una de las calles de este sector.
El evento se da en medio de una crisis de seguridad en el sector y horas después de que el alcalde, Carlos Fernando Galán, anunciara los resultados de un operativo en las calles del barrio, en los que incluso se rescató a una menor de edad de un pagadiario.
Sobre el origen de las granadas y el armamento hallado en San Bernardo, el general Giovanni Cristancho, comandante de la Policía de Bogotá, dijo: “Hemos hecho una trazabilidad. Unos vienen del Meta, de Norte de Santander o de Nariño. No hay un solo punto. Tenemos identificados grupos criminales y muchos grupos armados organizados, que proveen estos elementos. Eso hace parte del enfrentamiento con estos grupos armados organizados en Colombia”.
¿Cómo llegó el San Bernardo a ser el nuevo ‘Bronx’?
En la década de los noventa el barrio se enfrentó a un proceso de erosión social, debido a diversas variables territoriales. En primer lugar, su cercanía con la antigua calle del Cartucho, que en su momento fungió como el centro de expendio de drogas más grande de la ciudad y del país. También por tratarse de un barrio popular, en donde las oportunidades laborales, académicas y de oferta a servicios institucionales es escasa.
En 1998, con la transformación del Parque Tercer Milenio, comenzó una avanzada de la ciudad para cambiarle la cara al sector. Básicamente, con la construcción del parque en los vestigios del antiguo ‘Cartucho’, se buscaba poner la primera piedra de un plan de renovación más ambicioso, que consistía en la construcción de un centro comercial, 700 viviendas de interés social, y otro tipo de infraestructuras con oferta a servicios sociales.
Esto sucedió y el parque se inauguró en 2004 y el complejo de apartamentos conocido como Victoria, sobre toda la avenida Caracas, fue puesto al servicio en 2012. Sin embargo, piezas como el centro comercial, un centro de la felicidad del estilo de los ya existentes en el Tunal y Chapinero, y 4.000 unidades de vivienda, siguen en veremos por líos prediales para concretar el plan parcial que les precede.
En medio de este limbo, San Bernardo se convirtió en un epicentro atractivo para las bandas delincuenciales de la ciudad. Gran parte de la dinámica de venta de estupefacientes del antiguo Cartucho, e incluso el antiguo Bronx (desmantelado en 2016) se trasladó a las calles de San Bernardo, que llegó a convertirse, incluso, en una gran “olla” barrial, en donde los vecinos más antiguos quedaron a merced del delito.
A alojar bandas delincuenciales de diversa índole, pero sobre todo las dedicadas al hurto, la extorsión y el tráfico de estupefacientes, varios fenómenos de violencia asociados, como los asesinatos y las retaliaciones entre bandas, se convirtieron en el pan de cada día. No en vano, cuando a una persona le roban su celular, es probable que el GPS lo ubique en inmediaciones de este barrio.
Precisamente, siguiendo la pista de su celular, Linda Michelle, una joven de tan solo 17 años, fue asesinada y torturada en las calles del San Bernardo cuando intentó recuperar su teléfono recién hurtado. Ella, al igual que muchas menores de edad, también han sido víctimas de la delincuencia y de delitos que podrían estar asociados a la explotación sexual. De ahí, que varias menores, hayan sido rescatadas en diversos operativos adelantados por el distrito.
Atención social, otro frente
Si bien las autoridades continúan realizando operativos a diario, inspeccionando pagadiarios, la acción policial siempre será insuficiente sin un componente social. El mismo comandante de la Policía Metropolitana lo reconoció que a los habitantes de calle, “debemos verlos diferente”.
La atención de la población vulnerable, desde otras dimensiones, más allá de la policiva, es fundamental. Para la profesora María José Álvarez, socióloga y docente de la U. Andes, especialista en intervenciones urbanas y desigualdad, esta administración distrital tiene la oportunidad de variar el enfoque y priorizar lo social. “Si solo haces una intervención policial, no resuelves el problema de fondo. Ya nos equivocamos dos veces. Las causas del consumo, la pobreza, la migración, la falta de trabajo o de vivienda digna están interconectados y debemos tener una intervención que provea una atención integral tanto a las personas que están en el problema, como a sus vecinos”.
En esto coincide Felipe Mariño, director del programa Bogotá Cómo Vamos, quien recordó la estrategia ‘Territorios de Alta Complejidad’, que combinaba atención integral a poblaciones vulnerables; coordinación interinstitucional, y recuperación del orden social. “Esto no es nuevo. Cuando pasan este tipo de cosas es que ponemos la mirada. Hay protocolos que merecen ser revisados. Lo primero que hay que hacer es curar esa hemorragia de la violencia. Y segundo, una intervención social, que trascienda el asistencialismo. Está perfecto que esto sea una urgencia, pero no veo claro que sean intervenciones a largo plazo”, agregó.
En 2025, el sector social anunció recursos por $48.000 millones para la estrategia de lo que denominaron la “Recuperación del Sanber” desde una mirada social. “Hemos llamado a esto un polo de inclusión. No podemos hablar solo de dos bandas criminales enfrentadas. Generar un orden alrededor de los ejes sociales del barrio también elevará las condiciones de vida, permitiéndonos incluir a esta población y quitársela a la instrumentalización de las bandas. La seguridad y lo social o se van para el barranco o salen adelante juntos”, explicó el secretario de Integración Social, Roberto Angulo.
Son cuatro componentes que tendrá la articulación de 14 entidades distritales: 1.050 atenciones diarias para habitantes de calle en servicios de autocuidado y 350 cupos de hogares de paso en una zona cercana a San Bernardo; intervención del entorno escolar donde funciona un colegio distrital y uno privado, más la recuperación del parque para el libre tránsito de los residentes e información de oferta social; la construcción de un Ecopunto para el manejo de residuos sólidos; y un convenio con Transmilenio para que aquellos habitantes de calle que se rehabiliten, puedan trabajar en las troncales, viajen en el sistema y sean capacitados para el cuidado del sistema de transporte.
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