El alcalde encargado de Bogotá, Luis Ernesto Gómez, anunció que las localidades de Suba, Engativá y Usaquén entrarán en una cuarentena estricta que irá del 5 al 18 de enero. Esto a raíz de la segunda ola de la pandemia por la que atraviesa la capital, la cual ha significado que, a hoy, la ocupación de camas UCI destinadas a pacientes COVID-19 se encuentre en 77,7 %.
El anuncio despertó opiniones encontradas, entre ellas las que se oponen a este tipo de confinamientos estrictos, pues aseguran que frenan la economía. Tal es la posición de Fenalco Bogotá Cundinamarca. El director regional de esta federación, Juan Esteban Orrego, calificó esta medida como “funesta”, pues fomenta el cierre de las empresas (las cuales, al dejar de recibir ingresos, no pueden responder con sus obligaciones financieras como pago de proveedores, arriendos, salarios, servicios públicos e impuestos), y por ende el crecimiento de la tasa de desempleo.
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A mediados del año pasado, cuando la ciudad ya había atravesado por una cuarentena estricta, implementaba la cuarentena por localidades y avanzaba en la reactivación de los diversos renglones de su economía, el balance de Fenalco es que más del 30 % de los comercios había tenido que cerrar de forma definitiva.
El impacto en el desempleo de esta situación se vio reflejado en la tasa del 25,1 % que se consolidó en el trimestre mayo - julio. La ciudad llegó a tener más de 1′100.000 desempleados.
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Por si fuera poco, el Producto Interno Bruto (PIB) de la capital alcanzó una caída histórica del 15,2 %. Para la tranquilidad de los bogotanos, todas estas cifras han mejorado de manera paulatina con el paso de los meses, gracias a la reactivación económica.
En contraste, la ciudad alcanzó un manejo de la pandemia contra todo pronóstico, pues las medidas adoptadas ayudaron a que su capacidad hospitalaria no colapsara y llegara al punto, como lo dijo en su momento Claudia López, de que a ningún bogotano se le negara el acceso a una cama UCI.
La administración de López también ha informado que las medidas de confinamiento más estrictas se han adoptado en los momentos en los que la capacidad de ocupación de UCI se aproximan al colapso, razón por la cual la capital se permitió reactivar su economía solo cuando llegaron las nuevas camas que ampliaron su cupo epidemiológico. Es así como la ciudad pasó de tener 967 UCI en marzo, a consolidar 2.215 en diciembre.
Sin embargo, Orrego mantiene su posición en que estas medidas no mitigan significativamente la propagación del virus, argumentando que el desempleo generado termina volcando a la gente a la informalidad, es decir, personas que se ven obligadas a salir a la calle para conseguir el sustento.
“Las medidas que se están tomando no obtienen los beneficios que se esperan, desafortunadamente vemos cómo cuando esto se da el comercio informal se dispara, es decir que las afectaciones por contagios continúan vigentes, mientras que el comercio formal y los empleados formales se ven cada vez más afectados”, manifestó Orrego.
A este directivo le preocupa que se repita la tendencia de cierres definitivos de establecimientos comerciales, y que la ciudad termine cayendo en una crisis humanitaria. Hay que recordar que para mitigar esto, el distrito ha dispuesto de programas como Bogotá Solidaria en Casa, el cual brinda ayudas económicas y en especie a los más vulnerables, y facilidades crediticias que inyectan recursos a la caja de los micro, pequeños y medianos empresarios para que se mantengan a flote.
Para Orrego, la respuesta no está en el encierro, sino en hacer cumplir las medidas que ya se tienen (pico y cédula, pico y placa, distanciamiento social y uso obligatorio del tapabocas, entre otras). “Esto lo tenemos que hacer todos para salir adelante, de lo contrario afectaremos más la formalidad, y a todos, porque este es el sector que paga los impuestos y genera los empleos de la ciudad y del país”, concluyó.