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Las habilidades para ejercer la ciudadanía de manera concreta y efectiva no son fáciles de adquirir. No nacemos con esas competencias, no son parte de nuestro ADN ni se instalan en nuestra mente y en nuestro comportamiento de manera espontánea, como si se llevara a cabo un proceso de ósmosis. No es así.
Formar ciudadanos y ciudadanas es una tarea muy ardua. Lo que hoy en día llaman valores ciudadanos, empieza en realidad por la formación de civilidad. La civilidad -que no es otra cosa que los sentimientos genuinos de fraternidad y de solidaridad hacia los demás-, hace posible el desarrollo de estos valores ciudadanos y de la vida en comunidad. Esto es vital pues la historia de la humanidad nos ha llevado a que la vida de millones y millones de personas a lo largo del mundo entero, tenga lugar en las ciudades, en los centros urbanos. La ciudad moderna es el ámbito de la civilidad, de ese conjunto de comportamientos y actitudes que se manifiestan cuando ejercemos de manera competente, certera y constructiva nuestra ciudadanía.
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Y tenemos que tener éxito. Si la civilidad no se impone a sus enemigos feroces, la violencia y el conflicto, el propio destino de la especie humana está en entredicho, pues la inmensa mayoría de los seres humanos viven en ciudades. No podemos fracasar en el intento de que esas ciudades sean capaces de albergarnos a todos y proporcionarnos una vida digna y plena. No podemos. Sería una especie de apocalipsis. ¡Tenemos que lograrlo!
Y una de las mayores dificultades para conseguir ejercer la ciudadanía de manera competente, es la información elemental de cómo funciona la ciudad. Es decir, de cómo funcionan la sociedad y sus instituciones. Desde mi bloque de apartamentos o mi conjunto residencial, pasando por mi junta de vecinos y mi localidad, hasta llegar al Alcalde mayor y todo el aparato de gobierno y administración.
Y esto no es fácil, como dijimos antes. Hay que enseñárselo a los niños y a las niñas desde el jardín infantil. Si no tienen información sobre su ciudad y la formación y la estructura mental para utilizar esa información, no van a poder ser nunca ciudadanos y ciudadanas reales. Entonces, el desafío es doble: tenemos que formar a los niños y niñas primero que todo, hacer de ellos unos buenos seres humanos, solidarios y fraternos, y luego tenemos que informarlos, dotarlos de conocimiento, darles herramientas de análisis e investigación para que entiendan cómo funciona su ciudad. De esta forma sí podrán incidir en su desarrollo y en las decisiones vitales, a todo nivel, que se toman día a día en el lugar en el viven.
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¿Ustedes han visto cómo luce de lejano e inalcanzable el aparato de gobierno de Bogotá? Parece una fortaleza derruida, entre la niebla, entre rocas y riscos, en un paraje hostil. Sí, es cierto, el gobierno de nuestra ciudad -y de muchísimas otras, a decir verdad-, es percibido frecuentemente como hostil. Es muy difícil llegar a él. En verdad, es muy difícil llegar a las puertas del gobierno de Bogotá y conseguir algo que beneficie a mi barrio o a mi comunidad, a mi sector, a mi localidad. Y la razón principal es que no sabemos cómo. La gente no sabe cómo. A los niños, niñas y adolescentes nunca les enseñamos cómo. Así, es inconcebible que esperemos que de adultos, sean ciudadanos y ciudadanas responsables, activos e incidentes.
La Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá está empeñada en transformar esto, en formar a los y las bogotanas para que dándoles información veraz, oportuna, cierta, contrastada, puedan actuar y ejercer realmente su ciudadanía. Primero, como lo hemos difundido en los medios de comunicación, creamos la plataforma virtual DATACIVILIDAD, de acceso gratuito, en la que está toda la información sobre Bogotá y su historia alrededor de tres ejes básicos: su territorio, su población y la construcción de bienestar para toda la población. La tarea es explicarles a los y las bogotanas cómo actúan estos tres elementos dentro de un marco legal y regulatorio, a todos los niveles.
Y segundo, y simultáneamente, a partir del programa Cátedra Bogotá que un grupo de universidades e instituciones creó hace más de 20 años, desarrollamos nuevas herramientas metodológicas para estudiar, para escudriñar a Bogotá y todas sus instituciones, cuerpos administrativos y componentes funcionales. Se trata de programas de formación que se adaptan, que son dúctiles y permiten capacitar a niños y a estudiantes de posgrado, a juntas de acción comunal y a colectivos sociales, a funcionarios de la Alcaldía y a profesores e investigadores. A todo el mundo. Y a todos los niveles, como ya se dijo, pues el funcionamiento del gobierno distrital es abstruso y complicado. Así lo hemos construido a lo largo de 200 años de vida republicana. Así lo hemos hecho, tal vez por no haber podido ser ciudadanos responsables y competentes.
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Y el propósito es solo uno: formar y capacitar a la ciudadanía. Si tenemos éxito en nuestro empeño y el de muchas otras instituciones cívicas y académicas, el resultado será uno solo también: la construcción de civilidad. Si yo puedo, verdaderamente, incidir en el destino del territorio en el que vivo, con respeto, con tolerancia, y con el trabajo colectivo, me voy a ligar hondamente a él.
Y eso es la civilidad. Pero hay construirla, hay que forjarla. La formación y la información, en ese orden, son el principio activo de la fórmula transformadora.
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Por Carlos Roberto Pombo Urdaneta
