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“Los gobiernos son el reflejo de sus pueblos”. Es una frase comúnmente utilizada en el argot popular, especialmente en el latinoamericano, con una connotación no siempre positiva para hacer hincapié en que los gobiernos reproducen los males y las pésimas prácticas culturales de sus propias sociedades. Algo así como: “el pueblo tiene el gobierno que se merece”.
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En ese negativismo o pesimismo que muchas veces en nuestra sociedad está tan arraigado, particularmente frente al funcionamiento del Estado, no caemos en cuenta que justamente lo que necesitamos es que los gobiernos se parezcan a sus pueblos, que entiendan sus necesidades de primera mano, que quienes formulan las soluciones conozcan –más allá de la teoría– sus problemas, incluso mucho mejor, si los han vivido. Eso haría que los gobiernos fueran cercanos a la gente, empáticos y que justamente sean el reflejo de una sociedad que de verdad es maravillosa, talentosa, solidaria e innovadora.
Esa fue la fórmula implementada por la Secretaría de Gobierno de Bogotá durante estos cuatro años. Quisimos trabajar con las comunidades, con los jóvenes, con las personas con discapacidad, con los migrantes y con las mujeres, para que fuera de su mano que pudiéramos encontrar las respuestas correctas a sus necesidades y lograr un elemento fundamental en la gobernabilidad: confianza.
Es así como, por ejemplo, una gran parte del tiempo y de la misionalidad de la Secretaría se invierte atendiendo las protestas, movilizaciones, manifestaciones y concentraciones que ocurren a diario en la ciudad. En los últimos años acompañamos más de 4.300 de ellas, con un equipo maravilloso y variopinto de gestores de diálogo y de derechos humanos, que han hecho de Bogotá una ciudad más democrática.
La inmensa mayoría de las manifestaciones hoy se resuelven por la vía del diálogo, el consenso y los acuerdos. Esto, gracias a hombres y mujeres que identificados con sus chaquetas blancas han logrado el reconocimiento de día a día trabajar por la gente, con humildad, empatía, entendiendo las causas ciudadanas y buscando dar una solución.
Por otra parte, de la mano de distintas entidades distritales, el Consejo Distrital de Juventud y de cientos de jóvenes de la ciudad, que se encontraban en momentos muy difíciles, construimos el programa que ha permitido que 28.000 jóvenes pudieran contar no solo con una transferencia monetaria durante 6 meses sino que les brindó oportunidades de acceso a la educación superior o técnica, a ofertas laborales y a herramientas y capacitación para el desarrollo de sus emprendimientos, permitiéndoles construir un proyecto de vida a mediano y largo plazo.
Así mismo, el trabajo realizado a través del programa Goles en Paz 2.0 para la generación de confianza con las barras de los equipos de fútbol, no sólo los capitalinos sino con todos aquellos que tienen hinchada en la ciudad, logró que se jugaran más de 470 partidos en total paz.
El proceso con los chicos y las chicas pertenecientes a las barras futboleras, permitió reducir conflicitivades no sólo en el estadio y sus alrededores, sino también en los barrios, entendiendo que trabajando juntos se vivía una verdadera fiesta con el fútbol.
También recuperamos la confianza de miles de empresarios de la economía popular a quienes la pandemia y el estallido social les hicieron pasar serias dificultades. Desde Gobierno y las alcaldías locales, entendimos que era indispensable que justamente fueran éstas, las que más cercanas están a los ciudadanos, quienes acudieran al llamado de ayuda de la economía local.
Esas peluquerías, restaurantes, papelerías y pequeños negocios de los bogotanos que muchas veces se producen en las propias casas necesitaban capital y formación para poderse recuperar. Logramos llegar a más de 19.000 de ellos, creando o manteniendo 54.000 empleos. Todo esto sin mencionar, los enormes resultados de los programas de la Secretaría de Desarrollo Económico.
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El proyecto para la reactivación económica: Bogotá Local, no hubiese sido posible sin los propios ciudadanos que, a través de presupuestos participativos, propusieron y votaron por las iniciativas para sacar adelante sus negocios. El hecho de preguntarle a los bogotanos y bogotanas en qué querían invertir los recursos locales permitió advertir necesidades, que antes estaban ocultas o no representaban prioridad en los planes de gobierno, se incluyeran en la agenda pública y contaran con recursos concretos para atenderlas.
Es así como, ya no sólo se invierte en infraestructura sino también en protección ambiental, animal, promoción de la cultura, el deporte, los jóvenes y las mujeres. Este ha sido un proceso lleno de aprendizajes, pero nos vamos con la satisfacción de saber que sólo en 2023, más de 318.000 ciudadanos votaron para definir sobre la inversión de los recursos de sus localidades, demostrando un grado de confianza enorme en la forma como se adelantó todo el proceso.
Quiero, además, destacar y hacer una mención especial de agradecimiento a las comunidades indígenas, muisca, afro, negras, palenqueras, raizales y Rrom, con quienes trabajamos muy fuertemente desde el primer día del gobierno para avanzar en muchas de las reivindicaciones históricas de estos pueblos en Bogotá. Junto con ellos logramos sacar adelante decenas de acciones afirmativas y conseguimos una reformulación histórica de sus respectivas políticas públicas.
Así, Bogotá tendrá un norte claro, con acciones y recursos concretos, que sumados entre todos, alcanzarán una inversión cercana a 1.2 billones de pesos en los próximos 12 años. En esta misma dirección le cumplimos a las personas con discapacidad y a la población migrante, quienes son acogidos como nuevos bogotanos y bogotanas, con la expedición de sus políticas para la garantía de todos sus derechos.
Por último, es importante mencionar al Concejo de Bogotá con quien construimos una relación durante estos cuatro años, en medio las diferencias democráticas, logrando llegar a acuerdos fundamentales para el crecimiento de la ciudad. Entendiendo que en el momento más difícil de la pandemia y de la quiebra, necesitábamos estar unidos para sacar adelante los proyectos que permitieran la recuperación económica fue determinante en los resultados de esta administración. Los acuerdos y la concertación entre diferentes visiones y posiciones son indispensables en las democracias.
Fueron cuatro años complejos, retadores, pero llenos de satisfacción, en los que en la Secretaría de Gobierno siempre buscamos consensos con empatía y humildad para honrar una sociedad bogotana que es simplemente maravillosa y merece que siempre le demos lo mejor.
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Por José David Riveros
