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La verdad no me apego a lo actual y desde el primer día, 24 de febrero 2022, me fastidió el inmediato sesgo antirruso que demostraron todos los editorialistas colombianos y la cofradía de periodistas adiestrados. Confieso que, en el caso de la guerra en Ucrania, me dio duro lo decepcionante del oficio de los comunicadores y periodistas moldeados en el yunque del Establecimiento, toda vez que no disimularon la doble moral ante el fenómeno antinatural que es la guerra. Porque antes guardaron silencio ante la irrupción aleve de EEUU a Irán, a Afganistán, criminal entrampamiento a Gadafi y la consecuente ruina de Libia y etcétera de abusos imperiales.
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En cambio, aquí en Ucrania si ponen el grito en el cielo, haciéndole coro a la OTAN, que con berrinches de cocodrilo pide al mundo democrático, apoyo para la pobrecita Ucrania, cuya soberanía ha sido violada por la invasión del ejército del despiadado tirano Vladímir Putin.
La guerra en Ucrania. Fotografías del bombardeo en Kiev, ocupó las primeras planas de los periódicos y carátulas de revistas. Para los lectores jóvenes les informo que finalizada la segunda Guerra Mundial siguió un momento de tensiones. Rusia y EEUU fabricaban más y más competencia de posicionamiento feo político que denominaron “La Guerra Fría”. Estados Unidos, campeón en la fabricación de armamento y tecnología militar, inculcó en los países aliados el miedo a la URSS y de una reunión en el báltico, entre Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Estados Unidos los convenció de conformar entre todos un ejército para defenderse del comunismo.
Firmaron el tratado del Atlántico Norte y fundaron el ejercicio internacional: LA OTAN. Con vocación pacificadora, pero curiosamente pasa lo mismo que con el ESMAD colombiano, que en manifestación que interviene fijo cuando hay tropel, así también en donde participa la OTAN la guerra se enciende.
Cuando el primer ministro Mikhail Gorbachev, con el cambio constitucional llamado La Perestroika, disuelve la Unión Soviética y se independizan los países de la cortina de hierro, la OTAN vio en ello la oportunidad para montar bases militares, con tal ímpetu que el gobierno Ruso le exigió retirar y suspender la instalación de bases antiaéreas en países fronterizos. Lo que aceptaron menos en los casos donde los por países soberanos decidan integrarse a la OTAN.
Tal es el caso de lo que en el último lustro empezó a darse en Ucrania, un país de larga ascendencia rusa y de importancia estratégica porque es la comunicación de Rusia con el mar negro. Pero en el último lustro, movimientos independentistas alentados por Estados Unidos buscan integrarse a la OTAN y llevaron a la presidencia Volodímir Zelenski que desde el gobierno, desatendiendo propuestas y advertencias de Putin, dio pasos decididos para integrar a Ucrania con los enemigos de Rusia.
La reacción del Kremlin con la autorización del primer ministro fue violentar la soberanía ucraniana y con ataques por aire y tierra doblegar las defensas del país, tomarse la capital Kiev para derrocar y reemplazar al presidente. Pero el plan no se logró, porque Ucrania no estaba inerme, y la invasión despertó sentimientos nacionalistas en la población que se defendieron con fiereza, y paralelamente el presidente Biden decretó drásticas sanciones a las industrias y a la banca rusa. Total, lo que se pensó resolver en una semana ya va en cinco meses y sigue y toda guerra larga se pervierte.
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Pero como lo digo en el título, esta no será una mirada quejumbrosa de la guerra, lo que paso a referirles lo publica Newsweek la semana pasada: la noche del 4 de julio, en un club exclusivo en Maryland- Washington DF las dos más grandes empresas de industria aeroespacial, maquinaria y tecnología militar: Lockeed Martin y United Technologies, a la vez que conmemoran el aniversario de la independencia, celebran que en Wall Street por primera vez en la historia las acciones de estas dos compañías son las mejor cotizadas en el mercado de valores y un invitado especial a este festejo es el expresidente Donald Trump porque el fue pionero en tomar las decisiones para que en el mundo aumentara el gasto militar y se viva la actual bonanza. En el 2018 como presidente de USA les habló duro a los gobiernos europeos: “O cada país miembro de OTAN ponen el 2% del PIB, o USA se cruza de brazos”.
Ese batazo del monito Donald fue de hit, por eso el reconocimiento de las industrias multinacionales de armamento.
Ahí mismo en esa súper rumba, leen el informe del Instituto internacional de Estocolmo por la Paz mundial SIMPRI, mostrando que en 2022 el gasto militar mundial en 2021 aumentó 0.7 esto es 2 billones de dólares. Esa cifra no la digiere mi cerebro, debe tener como 12 ceros.
Dicen los que saben que todo lo que se hable en esa rumba es vinculante. Es como un superlobby de negocios que es en lo que más invierten los magnates del negocio de la guerra. Les doy un ejemplo de vainas que ese jet set decide y que explica la guerra en Ucrania sin la sensiblería de los quejumbrosos pacifistas: “El Pentágono aprueba ayuda militar a Ucrania y el comandante general de las fuerzas militares ucranianas se compromete en invertir en comprar armamento al complejo militar de EEUU”
Con esto el presidente Zelenski da un parte relativamente digno: su ejército ha perdido 1300 soldados y ha eliminado 26.630 rusos, gracias a que reforzó su capacidad bélica con: sistemas de misiles Havelin, sistemas de radares de corta batería, sistemas de lanzamisiles Gimas… en fin, muchos cacharros para la guerra. Seguro también alguito para hospitales. Del lado ruso no nos llega información, pero deben darse importantes negocios.
Cómo les dije aquí no hay datos lacrimógenos, espero que les haya servido para entender por qué la guerra en Ucrania se prolonga y muchos opinan que es más segura la solución militar que la diplomática.
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