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Tráfico de especies silvestres: otra cara del maltrato animal en Bogotá

Uno de los tipos de maltrato con cifras más alarmantes, que sirven como un llamado urgente a la acción, es el tráfico de especies. Bogotá se destaca como un punto clave en esta problemática.

Camilo Tovar Puentes y Sofía Isabel Alfonso

06 de marzo de 2025 - 01:01 p. m.
Tráfico de especies.
Foto: Alcaldía de Bogotá
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De acuerdo con la ONG Traffic, que expone la situación del tráfico de especies en el mundo, el tráfico de vida silvestre puede entenderse como “todas las actividades ilegales relacionadas con el comercio ilícito de la flora y fauna silvestre y cuyo objetivo es beneficiar a individuos, grupos o empresas”.

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Esta situación, señalan, “abarca la obtención, captura, caza furtiva, contrabando, importación, exportación, transformación, posesión, recolección y consumo de flora y fauna silvestre, acuática o terrestre, viva o muerta, incluidos sus derivados, partes y productos, que estén regulados por la legislación nacional y/o internacional. Pertenece a los llamados delitos verdes o medioambientales”.

Panorama capitalino

De acuerdo con la secretaría de Ambiente, para el 2024, 5.276 animales víctimas de tráfico, fueron recuperados, atendidos y liberados tras ser hallados en distintas circunstancias en la capital del país.

Así mismo, se recuperaron 165 animales muertos. Se decomisaron 1.563 artículos derivados como pieles, carteras y accesorios elaborados con partes de animales silvestres, y se decomisó casi media tonelada (451,5 kg) de carnes, huevos y conchas cuyo destino era el consumo humano.

En ese sentido, las especies incautadas por el Distrito se caracterizaron así:

Foto: Cortesía

“El tráfico de fauna silvestre es un delito ambiental que pone en riesgo la supervivencia de las especies y ocasiona un desequilibrio en los ecosistemas. Hacemos un llamado a la ciudadanía para que denuncien cualquier caso de tenencia o comercio ilegal de animales silvestres y contribuyan a la protección de la biodiversidad”, indicó la Secretaría de Ambiente, Adriana Soto.

Por otro lado, en el marco de los procesos de rehabilitación de estas especies, señala la autoridad ambiental de la ciudad, se liberaron más de 3.012 animales silvestres en ecosistemas aptos para su adaptación y supervivencia, distribuidos en puntos estratégicos de los departamentos de Bolívar, Meta, Cundinamarca (también en Bogotá), Nariño, Huila y Putumayo. Allí, la presencia de estas especies también contribuye a la recuperación ecosistémica y a la recuperación de la biodiversidad.

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Así se enfrenta el tráfico de especies en Bogotá

Además de los controles exhaustivos en el aeropuerto El Dorado, los operativos en terminales terrestres, mercados populares y plazas de mercado son fundamentales para detectar los casos internos de tráfico de fauna. Por ejemplo, a través de un operativo conjunto entre la Policía Aeroportuaria y Ambiental y la Secretaría de Ambiente, recientemente se logró la incautación de 80 huevos de tortuga terecay, que llegaron al aeropuerto El Dorado provenientes del departamento del Guainía.

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En 2024, señala la secretaría de Ambiente, se realizaron 474 acciones de control en diferentes puntos de la ciudad, con estas características. Se realizaron, además, 80 jornadas de capacitación y sensibilización dirigidas a estudiantes, comerciantes y comunidad aledaña a los puntos donde más decomisos se reportaron. “La Secretaría de Ambiente destaca la colaboración de los bogotanos, quienes a través de la línea de emergencias 123 reportaron casos que contribuyen a la atención oportuna de los animales”, señala la entidad, reconociendo la importancia de la denuncia ciudadana.

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Sin embargo, aunque la cifra, en Bogotá, de 5.276 especies recuperadas es un aliciente y da cuenta tanto de la magnitud del problema como del trabajo de las autoridades, la realidad es más cruel de lo que se piensa, pues de acuerdo con Traffic, las autoridades de control señalan que solo se decomisa cerca del 10% de las especies comercializadas ilegalmente.

¿A qué se debe este vacío? Entre otros factores, señalan debilidades institucionales que se manifiestan, entre otros indicadores, “en la falta de recursos, incluyendo los humanos, para controlar el extenso territorio colombiano y, aún más, los puntos fronterizos”. Además, de la falta de unificación de cifras relacionadas entre autoridades y organizaciones que se dedican a controlar y mitigar la problemática, hecho que es agravado por la corrupción presente en todos los eslabones de la cadena de tráfico de especies.

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Además, la incidencia de delito que facilitan los crímenes contra la naturaleza como el narcotráfico, la extorsión, la falsificación de documentos, la tala y la minería ilegal, debilita el accionar de las autoridades de control y termina facilitando el tránsito de especies en el territorio colombiano. Esto, además de la instrumentalización de comunidades indígenas y rurales que, por su vasto conocimiento del territorio y la falta de ingresos para sustentar la economía familiar, terminan siendo parte fundamental del proceso de tráfico. Situación similar sucede en sectores vulnerables de la capital del país.

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Por otro lado, es necesario que las autoridades pongan la lupa en el Centro de Atención, Valoración y Rehabilitación de Fauna Silvestre que, si bien este año recibió 990 animales rescatados, para que recibieran atención especializada antes de ser liberados, tienen denuncias por malos manejos administrativos y operativos.

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El compromiso y el respeto de la ciudadanía con los animales es fundamental

Como suele suceder en los casos de tráfico ilegal, ya sea de sustancias, de animales e incluso en los casos de trata de personas, la demanda es la que alimenta el negocio. Por ello, las campañas de sensibilización y de pedagogía son fundamentales.

Muestra de ello es el reciente caso ocurrido en Bogotá con Luna, una llama originaria de la región andina del continente que cayó desgonzada en las calles del centro histórico de Bogotá tras ser sometida a extensas jornadas de “trabajo” con el fin de atraer turistas para que posen en fotos junto al animal, el cual si bien puede que no sea parte del censo de tráfico especies silvestres, da cuenta del uso y explotación de animales con fines comerciales.

Tras la exposición que el caso tuvo en medios y redes sociales (en un principio se informó que el animal había muerto, pero luego se confirmó que seguía con vida) el Distrito anunció que la llama fue trasladada a un lugar idóneo tras identificar que las personas que la tenían en su poder no contaban con la documentación exigida ni le garantizaban lo mínimo como hidratación permanente o comida a voluntad.

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Además, anunciaron que empezarán una campaña para enfocada en erradicar las formas de turismo en la que los animales son usados como atracciones o gancho para atraer visitantes y generar dinero a costa de su explotación permanente.

Por tanto, además de los operativos, la conciencia ciudadana de no comprar objetos que provengan de animales silvestres, sean prendas de vestir, joyas, accesorios e incluso su carne para actividades gastronómicas, es fundamental. Esto, además de las denuncias y un cambio que endurezcan más las leyes, las multas y las penas relacionadas, son el camino que este año las autoridades ambientales y las organizaciones que trabajan por la mitigación de esta problemática esperan andar.

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Para conocer más noticias de la capital y Cundinamarca, visite la sección Bogotá de El Espectador.

Por Sofía Isabel Alfonso

Estudiante de último semestre de Comunicación Social y Periodismo. Interés en cubrir temas de política, derechos humanos, género y más.sperez@elespectador.com
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