Vecinos del Transmicable de Ciudad Bolívar ya lo quieren estrenar

Hoy se debe entregar la obra más esperada en Ciudad Bolívar. Los habitantes quieren comenzar a utilizarlo, pero siguen intranquilos por temas de movilidad, seguridad e infraestructura.

Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar
31 de agosto de 2018 - 11:00 a. m.
Las 163 cabinas del cable movilizarán a 3.600 pasajeros por hora. / Fotos: Gustavo Torrijos - El Espectador.
Las 163 cabinas del cable movilizarán a 3.600 pasajeros por hora. / Fotos: Gustavo Torrijos - El Espectador.

Por estos días, en los barrios más altos de Ciudad Bolívar, la ansiedad de los habitantes aumenta tanto como la intensidad de los últimos martillazos que pondrán punto final a la construcción del Transmicable. Mientras los trabajadores hacen retoques para entregar oficialmente la obra al Distrito, los residentes empiezan la cuenta regresiva para estrenar el tan esperado cable que, sin duda, cambiará sus dinámicas de transporte.

Sin embargo, pese a los años de espera, tendrán que tener un poco más de paciencia. Si bien hoy el Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) oficialmente le “entregará las llaves” del cable a Transmilenio, el sistema no se pondrá al servicio de inmediato. Falta que el nuevo operador equipe el sistema para ponerlo al servicio de la gente con torniquetes y taquillas, la señalética, wifi, cámaras de seguridad, el plan para discapacitados, entre otros. (LEA:  TransMiCable de Ciudad Bolívar funcionará en diciembre)

Por eso la noticia no cayó tan bien entre los líderes de la comunidad, quienes anunciaron que en la reunión que tendrán con el Distrito la próxima semana le “jalarán las orejas” por ponerlos a esperar más. “Nos han prorrogado mucho la entrega y no nos han explicado qué falta para ponerlo en servicio. A pesar de eso, lo único cierto es que estamos contentos y queremos que nos entreguen el sistema lo antes posible, porque acá es muy complicado el transporte”, comenta Alfonso Mateus, líder del barrio Manitas, donde queda la tercera estación del sistema.

El desespero es entendible, si se tiene en cuenta que actualmente los habitantes de esos barrios pasan al menos cinco horas diarias en un bus o vehículo para movilizarse entre sus hogares y sus sitios de estudio o trabajo. ¿La razón? Por la parte alta de la localidad sólo pasa una ruta del SITP que, dicen los usuarios, tarda hasta una hora en pasar. Y para completar, en los últimos meses las autoridades han intensificado las operaciones contra las pequeñas vans y camperos que a diario los acercan a sus casas por $1.000.

“Lo único que nos salva acá son los carros piratas, que trabajan de 4:00 a.m. a 11:00 p.m., y pasan cada cinco minutos. Seguramente las van a desmontar, así que pedimos que mantengan la ruta del SITP, sobre todo para las personas que no tienen tan cerca las estaciones del cable”, agrega el líder de Manitas.

En efecto, desde marzo la Secretaría de Movilidad aumentó el control al transporte informal en la zona, y desde entonces ha impuesto 26 comparendos en el sector. De acuerdo con la entidad, pese a las facilidades que dan estos carros, no tienen las condiciones para prestar un servicio público. “Esta Secretaría seguirá ejecutando acciones de control al transporte ilegal, procurando así romper los patrones de desacato a las normas de tránsito”, aclara Movilidad.

El reclamo de los ciudadanos no es porque respalden el transporte ilegal. Lo que pasa, según ellos, es que por años ha sido la única opción para llegar a tiempo a sus destinos, algo que seguramente cambiará con el nuevo sistema. Por esa razón, el desespero para que inauguren el cable o, al menos, refuercen la oferta de transporte público en la zona.

Lo que esperan

Más allá de que el Transmicable ofrecerá una solución en movilidad, la comunidad no sólo quiere esto. Ellos esperan que la obra, tal como lo ha prometido la administración, realmente sea un plan integral y represente toda una renovación urbana en la zona. “Estamos contentos, pero también esperamos que el entorno mejore, porque el aspecto es importante. Con este cable esperamos que el Distrito le ponga mucha más atención al sector en cuanto a seguridad y prestación de otros servicios”, cuenta un vecino del barrio Juan Pablo II, quien desde su terraza ahora ve cómo a diario pasan las 163 cabinas, que recorrerán los 3,34 kilómetros que tiene el cable de longitud. 

Por eso hacen peticiones muy puntuales. Señalan que los CAI de Policía más cercanos están a más de un kilómetro y en inmediaciones de la estructura hay zonas que ni siquiera pertenecen a algún cuadrante. Por esta razón, dicen, cuando hay una emergencia los policías nunca llegan o tardan demasiado. Así que luego del “jalón de orejas” que esperan darle al Distrito en la reunión de la próxima semana, también le pedirán que se construya un CAI, para mejorar la seguridad en la zona. 

Finalmente, y ante la demora de otras obras paralelas al cable, hacen un llamado para que el Distrito no incumpla su promesa de llevar otros servicios a la comunidad. “Además del cable, esperamos que se acelere la construcción del Supercade y de la Casa de la Cultura, porque tenemos muchos proyectos para niños y jóvenes, pero no tenemos espacios para convocarlos. Ojalá, como nos han dicho, inicien en octubre esas construcciones”.

Para tranquilizar a los vecinos, Transmilenio respondió a sus principales preocupaciones. De entrada, señala que por la parte alta de la localidad transitan 15 rutas; desmiente el rumor sobre la posible eliminación de este servicio, y aclara que, con la entrada en operación del cable, los únicos cambios que por ahora se prevén serán relacionados con las frecuencias de operación. Asimismo, anunció que Cable Móvil, operador del sistema, será el encargado de aumentar la seguridad, a través de un sistema de vigilancia privada en estaciones y pilonas.

Por ahora, en Ciudad Bolívar aumenta la emoción y las ganas de estrenar un cable que reducirá sus tiempos de viaje en casi una hora. Y aunque el Distrito asegura que el cronograma avanza según lo previsto y que empezará operación en diciembre, los habitantes claman por acortar ese tiempo, ya que saben que una vez entre en servicio el sistema su vida les cambiará.

Por Felipe García Altamar / fgarcia@elespectador.com / @FelipeAltamar

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