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Las explosiones de rayos gamma (GRB, por sus siglas en inglés), que se producen tras la destrucción catastrófica de estrellas, son, solo después del Big Bang, las explosiones más potentes del universo.
Hace unos meses, como contamos en esta nota, un grupo de científicos detectó una de las explosiones de rayos gamma más potente hasta ahora registrada. Para hacerse una idea, la mayoría de estos estallidos se desvanecen (vistos desde la Tierra) en segundos o minutos.
Sin embargo, la explosión de GRB 250702B, como se denominó el evento, duró más de siete horas. Es el estallido de rayos gamma más largo que los seres humanos hayamos presenciado.
La intensidad de la explosión llamó la atención de cientos de astrónomos alrededor del mundo. Una de las primeras pistas, obtenidas solo semanas después de haber sido detectada, apuntaron a que la fuente de GRB 250702B estaba en una galaxia fuera de la nuestra, aunque no se brindaron más detalles.
Ahora, un estudio adelantado por astrónomos de distintas universidades y centros de investigación, revela nuevos detalles de esta poderosa explosión. Sus resultados fueron publicados en la revista académica The Astrophysical Journal Letters.
Los astrónomos utilizaron tres de los telescopios terrestres más potentes del mundo para observar la explosión desde aproximadamente 15 horas después de la primera detección, hasta unos 18 días después.
Lo primero que identificaron, es que el GRB 250702B no podía verse en luz visible, en parte por el polvo interestelar de nuestra galaxia, la Vía Láctea, pero también por el polvo de la galaxia anfitriona de la explosión de rayos gamma.
Tras cruzar las observaciones realizadas, con modelos teóricos, el equipo de investigadores determinó que la señal inicial de rayos provenía, probablemente, de “un chorro estrecho y de alta velocidad de material que chocaba contra el material circundante, conocido como chorro relativista”.
Aunque los científicos todavía no se aventuran a estimar el origen puntual de esta explosión, sí descubrieron que hay una gran cantidad de polvo alrededor de la ubicación de esta y que la galaxia anfitriona “es extremadamente masiva en comparación con la mayoría de las galaxias anfitrionas de GRB”.
“Este trabajo presenta un fascinante problema de arqueología cósmica en el que estamos reconstruyendo los detalles de un evento que ocurrió a miles de millones de años luz de distancia”, dijo Jonathan Carney, investigador de la Universidad de Carolina del Norte (Estados Unidos) y uno de los autores del reciente estudio.
“El descubrimiento de estos misterios cósmicos demuestra lo mucho que aún nos queda por aprender sobre los eventos más extremos del universo y nos recuerda que debemos seguir imaginando lo que podría estar sucediendo ahí fuera”, concluyó Carney.
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