Los hechos violentos recientes en Arauca—el atentado contra el gobernador Renson Martínez, el secuestro de cinco militares e incluso el ataque por segunda vez a una base militar en Puerto Jordán el pasado 5 de octubre— son parte de esa ofensiva insurgente orientada a garantizar la estabilidad del corredor que no solo sostiene la conexión político-militar entre Arauca y el vecino país, sino que pareciera ser parte de un plan para moverse en caso de un eventual ataque de Estados Unidos a Venezuela.
Consultados por este diario, los investigadores Jorge Mantilla y Carlos Velandia coinciden en que lo que ocurre en el departamento no puede leerse únicamente como un reacomodo interno del conflicto colombiano. Es, sobre todo, la antesala de un posible escenario regional en el que el ELN desempeña un papel estratégico para el régimen de Nicolás Maduro.
Mantilla, experto en temas de crimen, seguridad y conflicto, sostiene que si se produjera una acción militar estadounidense —no una invasión, sino ataques selectivos contra infraestructura o altos mandos— la respuesta venezolana sería inmediata: la activación de un nuevo Escudo Bolivariano, los ejercicios militares donde, según él, “integran al ELN” como parte de la estructura de defensa conjunta.
El investigador afirma que cada vez que el chavismo ha activado ese mecanismo —2020 y 2022— el impacto sobre Arauca, Norte de Santander y Apure ha sido directo con un aumento de operaciones del ELN, desplazamientos y choques con disidencias.
Mantilla llama a esto una doctrina de “guerra insurreccional” y la explica como una estrategia que no busca confrontar directamente a Estados Unidos, sino trasladar los costos de la escalada a territorio colombiano, generando caos, presión migratoria y un escenario humanitario que obligue a la región a movilizarse diplomáticamente.
Velandia, un exguerrillero del ELN, investigador y promotor de paz, lo dice sin matices. “El ELN está en acuartelamiento de primer grado. Es una fase de alistamiento absoluto frente a una potencial ofensiva bélica por parte de Estados Unidos (…) el ELN está actuando como una primera línea”, explica.
Con cerca del 70 % de su estructura asentada en territorio venezolano, el ELN opera hoy como una fuerza transfronteriza que combina presencia social, logística militar, y capacidad para generar presión humanitaria a ambos lados de la línea limítrofe.
Pero Velandia introduce un matiz adicional que complejiza la ecuación. Por su presencia histórica a ambos lados de la frontera, el ELN no solo actuaría como escudo para el régimen chavista. “También sería la primera línea en la defensa de la soberanía y del territorio colombiano (…) el ELN está a ambos lados de la frontera, es una fuerza colombiana que se ha transfronterizado”, sentencia.
Ese doble papel convierte al ELN en un actor singular porque es, simultáneamente, la primera barrera del régimen de Nicolás Maduro ante una eventual intervención extranjera y una estructura con capacidad de generar, desde Colombia, efectos humanitarios y de seguridad que podrían forzar a Bogotá a intervenir diplomáticamente.
Senadores de EE. UU. planean forzar la votación para prohibir un ataque terrestre en Venezuela, mientras aumenta la tensión entre Donald Trump y Gustavo Petro por las acciones en el Caribe.
La operación Lanza del Sur
A finales de esta semana Washington, Pete Hegseth, secretario de Guerra de EE. UU., anunció la operación militar “Lanza del Sur”, con la que "expulsar a los narcoterroristas de nuestro hemisferio" y proteger a la población del uso de drogas. El ejército estadounidense ya desplegó el portaaviones con mayor capacidad del mundo, el Gerald Ford, junto a su flotilla de apoyo.
“Las capacidades que Estados Unidos está desplegando allí no se habían visto en décadas. No había habido un despliegue de fuerzas navales y aéreas de esta magnitud en el Caribe desde 1989, y en el mundo desde 1991, durante la primera guerra del Golfo, cuando se logró la liberación de Kuwait tras la invasión iraquí”, explicó a El Espectador Víctor Mijares, profesor de la Universidad de los Andes y analista de riesgo geopolítico.
Sin embargo, Venezuela no es el principal país que exporta drogas hacia EE. UU. Según el Informe Mundial sobre las Drogas 2025, de las Naciones Unidas, el 90 % de la cocaína que llega allí proviene de Colombia.
La ofensiva, que ha incluido el bombardeo a lanchas en el Caribe y que han dejado al menos 70 personas muertas ha sido condenada por la ONU y varios países. Volker Türk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señaló que existen “fuertes indicios” de ejecuciones “extrajudiciales” en estas operaciones.
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