Habla el jefe de disidencia de FARC señalada de asesinar a 11 militares en Ecuador

Desde la zona rural de Tumaco, Walter Mendoza, comandante de la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano (grupo que surgió tras la separación de la Segunda Marquetalia de Iván Márquez), habló del futuro de los diálogos de paz con el Gobierno y los señalamientos contra sus estructuras. Reveló que ha tenido acercamientos con Calarcá Córdoba. “Vamos a avanzar lo que más se pueda para un acuerdo en el gobierno de Petro”, aseguró. Entrevista.

Julián Ríos Monroy
26 de mayo de 2025 - 01:36 p. m.
Walter Mendoza ingresó a las antiguas FARC en 1978. Firmó el Acuerdo de 2016, pero volvió a las armas dos años más tarde.
Walter Mendoza ingresó a las antiguas FARC en 1978. Firmó el Acuerdo de 2016, pero volvió a las armas dos años más tarde.
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El pueblo aparece después de una hora y veinte minutos de recorrido desde el casco urbano de Tumaco. No muy lejos del océano Pacífico, de las plantaciones de palma y plátano, del Estado y sus instituciones, aparece el verde intenso de los cultivos de coca. Basta con desviarse cuatro kilómetros del pavimento de la carretera Panamericana para encontrar estas siembras, que son el principal sustento de la región desde hace al menos dos décadas.

Inda Sabaleta ya no es un caserío perdido en el tiempo. Por sus calles se ven camionetas lujosas último modelo, bares de tres o cuatro pisos, negocios de celulares, un polideportivo cubierto y casi tantos billares y prostíbulos como distribuidoras de gasolina, cal, soda cáustica y otros insumos claves para la producción de pasta base de cocaína.

Esa es la economía que mueve todo en este territorio. Pero eso podría cambiar en los próximos meses: esta es una de las zonas priorizadas para iniciar la sustitución de cultivos de coca, uno de los acuerdos centrales de la mesa de diálogos entre el Gobierno y la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano, la disidencia de las FARC que controla buena parte del Pacífico nariñense y el Putumayo, donde se concentra casi la mitad de la coca del país (115.000 hectáreas).

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Desde el jueves hasta el domingo, las delegaciones del grupo ilegal y el Ejecutivo se reunieron en el polideportivo del resguardo Inda Sabaleta para desarrollar el quinto ciclo de conversaciones.

Al cierre de la segunda jornada, Walter Mendoza, el comandante de esta estructura disidente, conversó con Colombia+20 sobre el futuro del proceso de paz, las posibilidades de entregar las armas y someterse a la justicia, y los recientes traspiés que ha tenido la negociación: la captura de Andrés Rojas (‘Araña’) en febrero, el operativo y retención de unifomados en la laguna de Chimbusa y, recientemente, el señalamiento a los Comandos de Frontera como responsables del asesinato de 11 militares en Ecuador.

¿Cuál es la responsabilidad de sus estructuras en esa masacre de uniformados en Ecuador?

Nosotros no tenemos ninguna responsabilidad en eso. Ecuador está peor que Colombia, con un gobierno de extrema derecha. Allí convergen muchas bandas y hay gente de todas partes. Allá hay gente que fue guerrillera, del ELN, de las FARC antiguas, y seguramente de ahora que desertaron.

Pero en el lugar de los hechos fue abatido un líder de los Comandos, conocido como ‘Compadre’…

Los camaradas que están en territorio fronterizo dicen que allá (en Ecuador) se licenció un tipo, ‘Compadre’, hace cuatro meses. El tipo resultó allá y lo matan con insignias de los Comandos de Frontera, pero él ya no hacía parte, porque había sido, como decimos, licenciado, es decir, separado de las filas, por múltiples problemas.

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¿Cómo se puede probar eso? Porque las dudas siguen…

Es que lo dice la inteligencia militar de allá y la inteligencia militar de acá, y la DEA. A esas esas investigaciones llegó Fiscalía colombiana, Fiscalía de Ecuador y la DEA.

El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa, declaró a dos grupos de la Coordinadora (el Frente Oliver Sinisterra y los Comandos) como enemigos en el conflicto. ¿Cuál es la respuesta de ustedes respecto a esa decisión?

La respuesta es que no tenemos ninguna responsabilidad. Si no combatimos a las fuerzas militares colombianas, no tiene ninguna presentación ir a atacar a otra fuerza. Es absurdo. No tiene presentación y eso solo está en el imaginario de ellos porque hay un afán de allá y de acá. Es que los enemigos de la paz no solamente están en Colombia, están en todo el mundo y son muy poderosos. Y entre esos, el imperio gringo.

¿Reconoce, al menos, que hay tropas de la Coordinadora del otro lado de la frontera?

Sí, claro, pero es que hasta donde fueron los hechos hay más de 80 kilómetros desde la frontera.

Entonces, ¿hasta dónde llega la presencia de sus tropas?

No hay presencia permanente. Pasa como en Venezuela, que es una frontera porosa, usted pasa por cualquier lado. La frontera con Ecuador casi es pura selva, no es sino pasar el río Putumayo y ya. Y hay amigos del otro lado y amigos de este lado.

Otro de los temas espinosos relacionados con Comandos de Frontera fue la captura de su comandante Andrés Rojas (‘Araña’). Se pensaba que ese iba a ser el fin del proceso…

No, porque nosotros le apostamos a la paz. Fíjense ustedes que cuando asesinan al camarada Alfonso Cano (en 2011) se continúan los diálogos y eso que estaban apenas en fase exploratoria.

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¿La mesa de diálogos está condicionada a algún tipo de medida frente al proceso de ‘Araña’?

Lo que hemos dicho es que antes de capturarlo, él hacía parte del proceso de transformaciones. Estaba en una comisión técnica para la cuestión de la sustitución de cultivos de uso ilícito, porque él es delegado plenipotenciario y sigue ahí, conectado virtualmente. Eso es un logro y le agradecemos al gobierno nacional por las gestiones que ha hecho para que se puede dar. Esto hay que continuarlo, hay que seguir, pero hemos dicho: “Hombre, no lo extraditen”. Él tenía la orden de captura levantada, queremos que siga jugando su papel.

¿Qué es lo que ustedes proponen para que esta negociación llegue a buen puerto?

Lo mismo que hemos propuesto: la paz y los cambios, la democracia verdadera. Desafortunadamente, es la primera vez después de 192 años que llega un presidente progresista, un presidente de izquierda, pero la correlación de fuerzas no ayuda. Todas las reformas se las han tumbado.

¿Cree que en el tiempo que resta del Gobierno Petro se va a lograr la firma de un Acuerdo?

En eso estamos trabajando duro. ¿Qué acuerdo? Todavía no sé. Pero estamos trabajando duro al menos para dejar los cimientos, para dejar unas bases amarradas que sean vinculantes para que si el gobierno del cambio no sigue, aunque ojalá siga, continuemos con el (nuevo presidente) que se elija, porque la guerra se tiene que acabar. Esto ya no aguanta más. Es mucha la sangre que ha corrido, muchas las trampas, los montajes, muchos los desplazados, los odios y venganzas, esto ya está rebosado.

Hay precandidatos que ya anunciaron que van a acabar con todas las mesas de diálogo. ¿Van a apretar el acelerador para que se logre en estos 15 meses?

Sí, hay que avanzar lo que más se pueda (en este Gobierno). Ahora, esta cuestión no es de la guerrilla, ni del presidente, ni de un partido. Es del pueblo colombiano. El pueblo dirá si quiere otros 50 años de guerra.

Una de las principales apuestas de esta mesa es la sustitución de coca. Son 15.000 hectáreas en Nariño y otras 15.000 en Putumayo. ¿Qué es lo que se busca de fondo con eso?

Mostrar que sí se puede cambiar, que sí se puede hacer el tránsito de las economías ilícitas a las lícitas. Pero ahí hay un problema: que todas las instituciones tienen que estar comprometidas, porque aquí no es (necesario) solamente el programa de sustitución de cultivos. Para que eso sea un éxito, para que eso sea real, se tienen que construir vías, redes eléctricas, acueductos, se tienen que montar fábricas para la transformación de los productos, se tienen que construir escuelas, universidades, etcétera. Es decir, todo lo que tiene que ver con los cambios y la democracia.

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A ustedes se les señala de no ser más que un grupo narcotraficante. ¿Qué vínculo tienen con ese negocio?

Pues a ver, es que nosotros hemos operado desafortunadamente en zonas cocaleras, que son las regiones más pobres del país, las más aisladas, las más abandonadas del Estado. Acá no hay vías, no hay redes eléctricas, no hay fábricas. Estas son unas tierras muy productivas. Aquí producen mucho cacao, palma, coco, es una zona ganadera, se puede producir pescado, camarones… pero como no ha llegado el Estado, pues sencillamente la gente ha tenido que dedicarse a sembrar coca. Aquí hay una impuestación a eso.

Pero mientras ustedes hablan de que se financian solo de ese impuesto (o extorsión) de la coca, las autoridades aseguran que tienen un rol directo en los cultivos, el procesamiento y las rutas del narcotráfico…

No, eso no es cierto. Aquí hay una impuestación y la relación con los cultivadores es porque son campesinos pobres. La inteligencia militar y la DEA le llaman laboratorios a donde los campesinos muelen la hoja. Pues claro, ¿cómo no ver laboratorios donde hay tanta coca?

¿No reconoce ningún rol adicional a ese cobro?

No, nosotros no tenemos nada que ver en la exportación (de drogas).

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¿Entonces de qué se financian?

Pues de la impuestación. Es que mire, ¿sabe cuánto producen las 30.000 hectáreas de coca (incluidas en el plan de sustitución en el marco del proceso de paz)? Son 545.000 millones de pesos mensuales, y acá se cultiva cada tres meses.

¿Y de eso, cuánto le entra la estructura?

Nosotros cobramos $150.000 por kilo de (pasta) base, y $100.000 por el embarque. La plata se la llevan los mafiosos, los que tienen contacto en Estados Unidos, en Europa y Asia.

¿Y qué responde sobre la relación de las estructuras de la Coordinadora con los carteles mexicanos?

Es que la coca de dónde sale. Eso es como que usted venda ganado en Europa, pues tiene vínculo con el que le compra allá. Claro, tiene un vínculo comercial. Ahora, ¿para dónde lleven el ganado? Vaya uno a saber. ¿Para donde llevan la coca? Vaya uno a saber.

Cambiemos de negocio. A ustedes los señalan de controlar la minería de oro, y de hecho en la mesa de diálogos se ha hablado de distritos mineros. ¿Cuál es la relación del grupo?

También de impuestación.

A las estructuras de las Coordinadora las señalan como responsables de confinamientos, desplazamientos, amenazas a líderes sociales, entre otras vulneraciones. ¿Qué responde sobre eso?

Hay mucha información infundada y eso hace parte de la inteligencia militar, de los sapos que tienen en las regiones. La guerra siempre ha sido así. La guerra tiene herramientas muy macabras y muy criminales.

Se ha denunciado que ustedes reclutan menores de edad. ¿Cuál es la política del grupo sobre la vinculación?

No reclutamos menores. Solo hay mayores de 18 años, nada de 15 años. Que la inteligencia militar lo diga es otra cosa. Aquí en todo el territorio recluta Mordisco, recluta Calarcá, reclutan las AUC, reclutan los Shottas, los Espartanos. Nosotros no porque ese ha sido el compromiso.

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Hay organizaciones sociales que nos han dicho que ustedes han reclutado. No la inteligencia, sino líderes que aseguran que les han quitado de las manos jóvenes de 15 o 16 años que querían llevarse. ¿Usted no reconoce eso?

Es carreta. En esas organizaciones sociales hay mucha gente que no quiere la paz.

Las organizaciones han criticado que no hay suficiente participación en la mesa. ¿Por qué no están involucradas?

Eso lo hemos venido corrigiendo con el gobierno nacional, en cabeza del doctor Armando Novoa. Hemos dicho que hay que darle participación a todos los líderes sociales en la mesa porque ellos son los que viven en el territorio y saben qué modelo de paz y qué modelo económico necesitan para cambiar. Es muy importante que se les dé participación.

En abril hubo tensión por un operativo militar en la laguna de Chimbusa, donde al final la comunidad retuvo a los uniformados. Esa acción era legítima porque la Coordinadora no tiene un cese al fuego con el Gobierno. ¿Cómo inciden esos hechos en el proceso de paz?

Desde la primera reunión en Caracas, que fue en junio de 2024, se hicieron unos acuerdos, entre ellos, que nosotros no íbamos a agredir a la a la Fuerza Pública ni atacar la infraestructura estatal, pero a cambio de eso, el gobierno radicaba un decreto, no de cese al fuego bilateral, sino de suspensión de los operativos contra la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano. Hasta el momento ese decreto no ha sido expedido, pero nosotros nos hemos sostenido ahí, sin atacar a la fuerza pública.

Considerando esa ofensiva y lo que hablamos de Araña, ¿ustedes confían en el gobierno?

Nosotros estamos confiando en ellos, en el gobierno, en la mesa de diálogo que tiene el gobierno. Si no, no estaríamos acá. Confiamos en ellos y confiamos en que podamos avanzar. Ustedes saben que la mesa estuvo estancada por la captura de Andrés Araña. Eso fue un asalto a la mesa. Eso fue una cuestión que nunca había pasado en el mundo.

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Hablemos de Iván Márquez. Se ha dicho que este proceso empezó a avanzar más después de que se separaron de la Segunda Marquetalia. ¿Por qué tomaron esa decisión?

Esas son las cuestiones políticas, porque en esta cuestión cada uno tiene su propio concepto, cada uno mira cómo es la paz, cómo que se hace en la transformación, y un problema que a nosotros nos pasó es que a la distancia no se puede hacer nada. No se puede dirigir a la distancia o dar órdenes cuando usted no conoce qué es lo que está pasando en las regiones. Lo que pasó fue que allá hubo mucho radicalismo. Hay una cosa que aquí no nos gustó: él era el jefe y él no tenía por qué decir que debía estar en la mesa. Nosotros le decíamos: ‘¿Pero es que cuándo Marulanda estuvo en una mesa de conversación? Nunca’. El jefe es el que dirige y es el que orienta. (Márquez) insistía en que tenía que estar directamente en la mesa de conversación y entonces empezaron con la levantamiento de la orden de captura y resulta que el camarada tiene orden de extradición.

Esa fue la gran traba en su momento...

Claro. Y no nos digamos mentiras: el gobierno no va a sacrificar las buenas relaciones que tiene con Estados Unidos por levantarle la orden de captura a uno, eso no va a suceder.

Eso también se podría decir de ‘Araña’, ¿son conscientes de eso?

Claro…

Luego circuló el rumor de que Márquez estaba muerto, pero eso se ha planteado muchas veces. ¿Usted se ha comunicado con él?

Desde que ellos decidieron separarse nosotros no teníamos comunicación con él, yo sería muy irresponsable en decir que está muerto o no. El día que se muera, pues seguramente debe salir alguna noticia porque él sigue siendo un icono revolucionario y único del cambio en Colombia.

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¿Cómo se reconfiguró la Coordinadora tras la separación de la Segunda Marquetalia? Ustedes tienen adscritas a las estructuras del Pacífico nariñense y Putumayo, pero no se sabe qué pasó con el frente Acacio Medina, la columna móvil Teófilo forero, la Libardo García y la Vladimir Stiven. ¿Ellos se quedaron con Márquez?

Sí, excepto la Libardo García, que está en el Cauca. Esa estructura está con nosotros y se mantiene activa.

Hablemos de la cohesión en la Coordinadora. Hace algunos meses hubo enfrentamientos entre el frente Iván Ríos y el Oliver Sinisterra, pero hoy ambos están en el mismo bando. Acá en Tumaco sigue vivo el miedo de que haya fisuras y vuelvan las disputas. ¿Puede garantizar que eso no ocurra?

Desafortunadamente, eso fue lo que hizo el Acuerdo de Paz de La Habana. El gobierno de Santos no tenía un plan para construir la paz, sino para destruir las FARC. En 2016 había dos guerrillas, las FARC y el ELN. ¿Cómo se explica que hoy haya más de cuarenta grupos armados? Duque dijo que iba a hacer trizas los acuerdos de La Habana, y acá el problema fue que todo el mundo quedó al garete.

Pero esos grupos, antes enemigos, hoy están bajo la sombrilla de la Coordinadora. La duda es ¿verdaderamente están unidos?…

Claro. Mire nada más, ahí en la mesa están los comandantes de todos.

¿Usted diría que hoy en día hay unidad de mando en la Coordinadora?

Estamos trabajando para eso y lo vamos a lograr.

O sea, todavía no. ¿Las estructuras cómo funcionan entonces?

Como antes funcionaban. Aquí hay comandantes de frente, comandantes de columna, comandantes de compañía, de guerrilla, así estamos funcionando.

¿Y ahí su rol cuál es? ¿Lo reconocen como primer comandante?

De momento, soy el vocero político de la coordinadora, soy el líder de la mesa de negociaciones y hasta el momento vamos funcionando muy bien y todos estamos unidos. Es decir, aquí nos tiene que unir la paz, un proyecto democrático, de transformación y de cambio. Es lo que nos tiene que unir, porque así siempre ha sido desde que se formaron las FARC.

Acá en el Pacífico hay un comandante muy importante, que es Andrés Allende. Después de la captura de ‘Araña’ no se tuvieron noticias de Allende, pero reapareció en el quinto ciclo quinto acá en Inda Sabaleta. ¿Por qué estaba alejado de la mesa?

¿Y quién va a aparecer con orden de extradición? Volvió acá por el mismo compromiso con la paz y porque era aquí. El que iba a ser capturado en Bogotá era él. ¿Usted cómo se explica la captura de ‘Araña’, cuando no tenía orden de extradición y se la radicaron 24 horas antes? Pasaron por encima de todo el mundo.

¿Aún se mantiene esa desconfianza?

Claro, cómo no se va a mantener. Yo no fui a Putumayo por eso.

¿Quiénes son los enemigos de la Coordinadora Nacional de Ejército Bolivariano?

Los de Iván Mordisco, directamente.

¿Y el EMBF, de Calarcá Córdoba?

No, con Calarcá Córdoba hasta el momento no ha habido problemas desde que se abrió de Mordisco.

¿Ha habido algún acercamiento de ustedes con Calarcá?

Sí, hemos estado conversando, pero siempre falta terreno para avanzar.

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¿Cómo garantizar que una vez salga la Coordinadora de este territorio no llegue rápidamente un nuevo grupo?

Es que nosotros no nos vamos a ir de acá.

¿Entonces qué plantean? ¿Quedarse acá con armas?

Es que la mayoría de guerrilleros son de acá...

Se lo pregunto directamente: ¿no piensan entregar las armas?

Eso hay que mirarlo y analizarlo, puede ser ya al final de todo, con garantías jurídicas, con todo lo que tiene que haber para poder hacer eso. Por ahora no hemos hablado del tema.

¿Pero cómo se imaginan en un escenario de reincorporación? Es decir, si dicen que se quedarían en el territorio para que no llegue otro grupo, ¿cómo hacerlo?

Eso lo tiene que garantizar el Estado, el gobierno y la población. Si la población no quiere que aquí llegue más nadie y que no siga la guerra, la población tiene que alzarse.

Profundicemos en el tema de garantías jurídicas. Varios de ustedes -y su caso es emblemático- firmaron el Acuerdo de 2016, por lo cual no pueden recibir beneficios de justicia transicional nuevamente. ¿Qué va a pasar con eso?

Las leyes, así como se hacen, se deshacen.

¿Entonces piden como condición que haya justicia transicional?

Aquí se están planteando varias alternativas, eso se puede hacer. Hay alguien por ahí que dice que se puede hacer un tribunal de cierre. Muchas cosas se pueden hacer.

¿Están dispuestos a acudir a un tribunal como la JEP, para contar las verdades del conflicto y satisfacer los derechos de las víctimas?

Sí, pero tiene que haber garantías primero tienen que haber las garantías.

¿Están dispuestos a ir a la cárcel?

No, cómo va uno a entregar el arma para ir a la cárcel. Eso no tiene presentación. Eso está completamente descartado.

¿Y si es una medida restaurativa, por ejemplo, en una finca, en una granja?

Sí, eso uno lo puede hacer, irse a trabajar por las comunidades, hacer un puente, una escuela. No hay ningún problema, pero el todo es que le respeten la vida y no sigan los montajes judiciales.

No se puede negar que la organización tiene dinero. ¿Qué plantean que ocurra con los recursos que ya tienen?

No, es que nosotros no tenemos recursos. ¿Usted se imagina mantener 100 o 200 guerrilleros dándoles de todos los costos, eso es mucha plata. Ahora piense: ¿cuánto vale un fusil hoy?

Pero esa conversación hay que darla. Debe haber bienes, recursos para la reparación de víctimas…

La vez pasada (tras el Acuerdo de 2016), todo lo que se entregó se perdió. A nosotros que no nos den nada. Que nos respeten la vida y no nos persigan.

¿Eso significa que en el grupo no hay pretensiones de curules en el Congreso o aspiraciones políticas?

No, por ahora no. Para eso están las organizaciones sociales y sus líderes. Yo no aspiro a eso porque qué va a hacer uno allá. En medio de semejante jauría, de semejante corrupción, termina uno siendo corrupto y mentiroso también.

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¿Entonces qué harían si se desmovilizan y entregan las armas?

Pues ponernos a trabajar. Yo puedo conseguir una tierra y me pongo a hacer lo que sé. Yo soy netamente campesino y yo sé eso: trabajar.

Usted lleva casi 50 años en armas. Hay muchas personas que no confían en la voluntad de paz de la Coordinadora, ¿qué les diría?

Las FARC, desde su fundación en 1964, tuvieron como bandera la paz y los cambios democráticos para el pueblo colombiano. Desafortunadamente eso no ha tenido eco. Yo de forma directa o indirecta he participado ya en varios procesos (La Uribe, en 1984; Tlaxcala, 1998; Caguán, 1998, y el Acuerdo de 2016). Uno recoge todas las experiencias y para nadie es un secreto que hay que construir la paz, una democracia verdadera, unos cambios. Esto ya está rebozado: muchas muertes, muchos desplazados, muchos odios, muchas venganzas. El país no puede aguantar otros sesenta años de guerra.

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Julián Ríos Monroy

Por Julián Ríos Monroy

Periodista y fotógrafo. Es subeditor de Colombia+20 y profesor de cátedra en la Universidad del Rosario.@julianrios_mjrios@elespectador.com

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Pathos(78770)26 de mayo de 2025 - 06:22 p. m.
Esta gente parece no tener conciencia del tiempo,viven como si fueran eternos pero no les importa tener q masacrar,asesinar,violentar a la población, como en la le época más primitiva de la humanidad.Ademas se acostumbraron a ser mentirosos
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